El círculo de confusión, 1997- 2004

IVAM. Calle Guillem de Castro, 118. Valencia. Comisarios: Marta Gili, Anna Schneider, Hoor Al-Qasimi y José Miguel Cortés. Hasta el 28 de agosto

La pareja de artistas libaneses formada por Joana Hadjithomas y Khalil Joreige (Beirut, 1969), más conocidos por su obra cinematográfica como A Perfect Day (2005), Open the Door, Please / Childhood (2007) o Je veux voir (2008), recalan en el IVAM, tras su paso por el Jeu de Paume, la Sharjah Art Foundation (Emiratos Árabes) y la Haus der Kunt de Múnich, para mostrar otras vertientes visuales de su trabajo. La muestra se enmarca dentro de una nueva línea del director del museo, José Miguel Cortés, que busca abrir vías de investigación con las que repensar nuestra relación con el Mediterráneo.



Las exploraciones de estos artistas en un ámbito más abierto de la imagen, a través del uso de la fotografía, el vídeo o la instalación, tratan de responder a preguntas esenciales en su obra: ¿en qué medida las imágenes son afectadas por la violencia y la guerra?, ¿cómo dar cuerpo a lo invisible a través del imaginario y la mirada?, ¿de qué manera a las imágenes "virtuales" usadas en Internet?, y ¿cómo oponer hoy la poesía al caos del mundo?



Jaques Rancière habla de "lo irrepresentable" como una categoría central del viraje ético en la estética, como el terror lo es en el plano político. Conscientes de esto, el trabajo de Joana Hadjithomas y Khalil Joreige parece querer alejarse de ese frustrado dominio de la imagen y su literalidad, para acudir a su representación, a su escenificación última. Es por ello, que los artistas, remitiéndose a una ineludible realidad de la que proceden, el Líbano, se emplean, no en las imágenes de la guerra y la violencia en sí, sino en aquello que la misma guerra o la violencia han hecho, y siguen haciendo, con las imágenes y sus representaciones y ante las que nada contamos.



Joana Hadjithomas y Khalil Joreige: The President's Album, segunda parte de The Lebanese Rocket Society, 2011

Así, las obras que se presentan en esta exposición circundan, por vías diversas, el problema de la representación y el uso que, en última instancia, se hace de la imagen que fragua nuestra identidad y nuestra memoria. En piezas extraordinarias como Lasting Images (2004) o 180 Seconds of Lasting Images (2006), a partir de vídeo y fotografía se acercan a esa frágil sustancia del recuerdo. Esa fragilidad reaparece en las grandes fotografías de Equivalences (1997), donde la devastación cobra un pulso -y una estética- informalista, así como en la serie Rostros (2009), en la que la catástrofe se ceba en gestos expresionistas que han desdibujado y hecho desaparecer los rasgos de la cara de los retratados. Se trata de esa imagen que, aunque presente en todas partes, se desdibuja por usos e intenciones que parecen incontrolables en su deriva, como es el mismo paso del tiempo en un espacio de la memoria que parece cegar su origen.



En otras obras, como en el políptico Latent Images (1997-2006), el archivo y la estrategia de la invariabilidad y la repetición, inciden de nuevo en la negación de una imagen que antes fue velada, pero que aquí resiste latente, aunque no podamos verla sino en forma un registro amenzante. Desde aquí, la imposibilidad de ver pasa por otros recorridos de la imagen hasta acabar en obras inquietantes como el vídeo Waiting for the Barbarians (2013) o el relato último de Ismyrna (2016), en los que hay un margen para una poesía que trata de sobreponerse al dolor del recuerdo. Apelan a la memoria como factor ineludible en la construcción de lo que somos, más allá de aquello que el tiempo haga con la imagen, porque en definitiva aún sentimos y como diría el escritor libanés Amin Maalouf en Los desorientados "perdemos la memoria de las palabras, pero no la de las emociones".