Fotografías de los pueblos afectados por el pantano de Riaño (1983-87) de Miguel Carracedo (MUSAC)
Cuando un embalse sumerge una comarca, miles de historias se silencian bajo el agua. No sólo las de los habitantes que han de ser desalojados, sino también las de los muertos enterrados en esos valles; y así resulta que uno de los aspectos más complejos en el tratamiento administrativo de las expropiaciones que vacían los pueblos es el traslado de sus cementerios. Esto se debe a que, en algún momento de la historia de la obra pública, de la ingeniería de caminos, canales y puertos, se descubrió que al hundir los pueblos bajo el agua podía darse el paradójico caso de que los cadáveres reflotaran indiscretamente.En 1983 el embalse de Porma, en León, tuvo que ser vaciado para llevar a cabo algunos ajustes técnicos. Durante el mes de octubre de ese año, aprovechando el desembalse completo, Isidoro de la Fuente, vecino de la desaparecida población de Vegamián, convocó a los antiguos habitantes del municipio para fotografiarles junto a lo que fueran sus casas. Creó así un álbum reescenificado en el que las familias posan junto a viviendas semiderruidas, con distintos grados de deterioro, fantasmales y recobradas por un momento antes de que volvieran a sumergirse. La propia presa sin el agua brindaba un tiempo de exposición al pasado que reduplicaba el efecto fotográfico de retener por un instante las cosas perdidas.
Los detonantes narrativos de gestos como este, y la inmensa cantidad de relatos que subyacen a estos procesos traumáticos y contradictorios, son la materia del estudio expositivo titulado Región (los relatos). Cambio del paisaje y políticas del agua. Algo más que una exposición, sus comisarios lo definen como un programa que se extenderá en el tiempo. De los dos escenarios simultáneos en los que transcurre, el que da origen al proyecto es la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, el otro es el MUSAC, y es preferible no perderse ninguno de ellos. Alfredo Puente y Bruno Marcos han conseguido una exposición de tesis con una riqueza de hallazgos a la que sólo se llega mediante una larga investigación, en este caso de tres años, y que se traduce aquí en un impecable montaje que no cae ni en la densidad abrumadora ni en la moraleja.
Ibon Aranberri: Vida después de la muerte, 2017 (Fundación Cerezales)
Por su parte, también en 1983, sin que nadie se lo pidiera, Miguel Carracedo comenzó a fotografiar las casas de los pueblos antes de que fueran sumergidos por la presa de Riaño en 1987. El resultado es una colección de 302 fotografías de dimensiones variables identificadas con los motes que recibían las familias que las habitaban en cada localidad, y enmarcadas con un paspartú diferente en función del pueblo al que pertenecieron.Todas juntas forman un impresionante mosaico en uno de los muros del MUSAC. Cualquier tentadora analogía con los formatos del campo artístico queda aquí eclipsada por la veracidad de un recuento del conflicto: el que se describe en la urna que los comisarios han dispuesto bajo las fotografías de Carracedo, esta vez con los álbumes de peritaje de esas mismas casas antes de ser anegadas. Así, entre las otras propuestas recogidas en el MUSAC, encontramos también las series fotográficas de Manolo Laguillo sobre el levantamiento de los ríos Porma, Curueño y Esla (2017), realizadas para este proyecto; o el irónico plan de salvación de Riaño ideado por Isidoro Valcárcel Medina en 1986.
El 4 de diciembre de ese mismo año, El País publicaba un artículo de Juan Benet titulado "Caín en Riaño" en el que se argumentaba con dureza y con criterio contra la feroz oposición al proyecto de la famosa presa. Como es sabido, el autor había escrito su primera novela, Volverás a Región (1967), en su etapa de ingeniero en el embalse del Porma, aquel que anegara Vegamián, el pueblo de Isidoro, y que ahora lleva el nombre del escritor: embalse Juan Benet. Tal vez esta exposición, sin juzgar a ninguno de sus actores, en la propia transferencia de los nombres, los hitos y los topónimos, haya conseguido un sofisticado diálogo entre los muertos reflotados y los vivos que emigraron dejando su legado documental. Un excelente trabajo de los que se ven pocas veces, con la cualidad de mostrar el núcleo interior del conflicto que inevitablemente se instala en cualquier empresa colectiva.
@avistando