Vista de la serie Pintura exenta, 2018
Solemos asociar el nombre de Carlos Bunga (Oporto, 1976) a grandes instalaciones hechas con cartón prensado y cinta de embalar que dialogan y transforman el espacio que las acoge, desde que en 2004 se diera a conocer en nuestro país con su participación en Manifesta 5 en San Sebastián. Su colaboración con Elba Benítez comenzó poco después con una espectacular transformación del espacio de la galería, a la que siguieron dos exposiciones en las que su investigación se movía también por otros derroteros más cercanos a la pintura. En Yuxtaposiciones (2008) comenzaba su viraje hacia esta técnica y de Pintura (2015) pocos comentarios podemos añadir a su título. En las dos últimas, Bunga desbordaba los límites tradicionales de la pintura y experimentaba con nuevos soportes y formatos en los que el cartón seguía (y sigue) siendo el protagonista indiscutible. Paralelamente, su diálogo con la arquitectura ha continuado abierto y ha desarrollado proyectos más complejos al abrigo de museos internacionales como el de arte contemporáneo de Detroit (con una muestra inaugurada recientemente), el MUAC de México, el Serralves de Oporto, la Pinacoteca de São Paulo o el Hammer Museum de Los Ángeles.Intuición, su cuarta exposición en la galería madrileña, es un proyecto de continuidad en el que consolida con éxito lo que ha venido haciendo hasta el momento. La huella de sus construcciones de cartón está presente de manera sutil a través de un audio que llena todos los rincones. En él, los sonidos de cortes y rasgones grabados en el proceso de montaje de su exposición del Museum Haus Konstruktiv (Suiza) nos recuerdan lo que Bunga no ha dejado de ser, y nos acompañan hasta la pieza central de la exposición, Habitar el color. En esta pintura-instalación de un naranja muy vivo el artista pone el punto de atención en el paso del tiempo, la decadencia y la fragilidad, temas recurrentes en su trabajo, materializados aquí en el craquelado del acrílico. Nos invita a que nos descalcemos y habitemos esta pieza de suelo, a que sintamos a través de nuestros pies su relieve e imperfecciones, las cicatrices de su historia e incluso el frío del piso.
En la sala contigua y con una intencionalidad claramente museística -con las paredes pintadas de los mismos colores gris y granate del Museo del Prado- presenta las obras Antes del cubo blanco con las que ensalza a través de un montaje más clásico estas tres pequeñas piezas de cartón donde sobresale la más frontal, en dorado. La transición entre estas obras y la instalación principal la protagonizan Pinturas exentas, un experimento con distintos soportes (gasa, lienzo y fieltro) que ha instalado acertadamente como si fueran telones.
Intuición es una exposición sin sorpresas ni sobresaltos que merece la pena una visita. Aunque funciona muy bien en el espacio, algo en lo que Bunga es un experto, no arroja nuevas claves sobre la obra del artista. Dejamos ese momento para su siguiente parada institucional, en el MAAT de Lisboa el próximo año, a la espera de que algún museo español más cercano se anime también y nos permita ver su trabajo en todo su esplendor.
@LuisaEspino4