The fabulous Kiki Ball en el CA2M

Algo se cuece en las salas de exposiciones. Charlas informales, performances y encuentros, son cada vez más frecuentes. El motivo: habitarlas, intentar que sean algo más que estáticos contenedores de obras de arte, que tengan actividad más allá de la inauguración y, sobre todo, acercar el arte y los artistas al público. ¿Se consigue? En eso estamos. Revisamos algunos ejemplos.

Hasta hace poco, el trabajo de preparación de una exposición por parte de comisario y artistas terminaba con su inauguración. Se cortaba la cinta y todo quedaba en manos del espacio que las acogía. La tendencia hoy, aunque todavía tímida, es implicar tanto a sus autores como al público. "Estamos llegando a un momento de agotamiento de las exposiciones mudas"-apunta Julia Morandeira, comisaria e investigadora-. Su calado no puede medirse sólo con el número de visitantes, "ha habido un giro radical y ahora el proyecto casi comienza en la inauguración con un entramado de actividades y sinergias que la expanden en el tiempo y el espacio", añade Patricia Almeida, que desde pista34 trabajó en proyectos de dinamización en Circuitos, Injuve o Intransit.



Soledad Gutiérrez, nueva directora artística de CentroCentro, insiste en que pensar la exposición como un proceso es uno de los grandes retos que tenemos por delante. "Es algo vivo que se transforma y que en su existencia adquiere nuevas capas de lectura, un lugar de trabajo en el que van pasando cosas". No es fácil porque esto implica más esfuerzo tanto de comunicación -hacia el público que tiene que entenderla- como de seguimiento, "hay que estar más presentes". Nos tenemos que acostumbrar a hablar de mediación también en el arte, pero ¿quién se encarga? Oriol Fontdevila, comisario e investigador apunta algo importante "se necesita de la complicidad comisarial y educativa y reconocer también al público como agente mediador".



Programa Chimenea en La Casa Encendida.

Poner cara a los artistas

El esfuerzo es tanto humano como económico. Para Sören Meschede, de la asociación hablarenarte, el problema principal reside en la falta de continuidad del trabajo: "al comisario se le paga habitualmente para hacer un trabajo que llega hasta el día 1 de la exposición y los servicios de mediación y educación que recogen el testigo carecen de conocimiento específico de los contenidos o no tienen la autoridad de generar otros elementos en la exposición". Tiempo, recursos e implicación desde el comienzo son tres de los ingredientes fundamentales. Agitándolos bien en la coctelera, Tania Pardo, responsable de exposiciones de La Casa Encendida, ha puesto en marcha el programa Chimenea con el que se aproxima a la creación de una manera informal, "pensamos mucho en el formato de tertulia". Organizan encuentros entre creadores (músicos, críticos, comisarios, artistas plásticos) en las salas, el Torreón 1 y fuera de sus muros (con el artista Juan López, por ejemplo, recorrieron los rincones de Madrid que son una referencia en su trabajo). También organizan citas mensuales entre artistas que no se conocen en Power Art Point para "poner cara a los autores tras las obras".



Tampoco paran en la Sala Amadís del Injuve. Aunque su ubicación fuera del circuito no les ayude, pelean por atraer al público con su programación paralela. Natalia del Río, Jefa de Servicio de Creación, describe la sala "como un lugar de encuentro y de debate donde se pueda estar, habitar, dialogar, crear, por un tiempo". Huyen de las visitas guiadas al uso, "éstas suelen estar estructuradas como traducciones unidireccionales del discurso expositivo, realizadas por un agente que generalmente no ha participado en el proceso de la exposición. Nosotros intentamos ofrecer un servicio de mediación, conversaciones informales y, a partir de ahí, generar experiencias compartidas". Ahora están haciendo un cameo en sus salas Fireplace, una plataforma de Barcelona gestionada por los artistas Quim Packard y Ángela Palacios que trabajan con el entorno (artístico, social, ecológico...) mediante derivas, talleres y encuentros en su espacio. Se aproximan más al modelo de café que al de una galería.



Exposición Allan Kaprow. Otras maneras en la Fundación Tàpies.

Uno de los lugares de referencia es el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles. En el marco de la exposición Elements of Vogue, ha preparado un programa de artes vivas que incluye visitas a las obras junto a un bailarín (Javier Vaquero) o un salón de baile experimental al que todavía le quedan dos sesiones (el 14 de abril y el 6 de mayo). "Para nosotros las exposiciones son lugares de encuentro en los que activar una mirada crítica o hacer algo con otras personas", señala Victoria Gil-Delgado desde del departamento de Educación y Actividades. Además la comisaria Julia Morandeira y Manuel Segade organizan en la escuelita encuentros, lecturas compartidas y sesiones de música en torno -pero no sólo- a la programación del centro. Su director habla de ella como "el aparato digestivo del museo".



Esta filosofía llegará muy pronto también a CentroCentro, donde Soledad Gutiérrez planea que las exposiciones funcionen como un espacio de trabajo, respetando también a las personas que sólo quieran visitarlas. Trae consigo experiencias previas como la muestra de Allan Kaprow. Otras maneras en la Fundación Tapiès de Barcelona, donde documentación y objetos fetiche del artista se transformaron en "obras de arte" en torno a las que se sucedieron actividades, happenings y encuentros con la complicidad de artistas como Dora García. "Las exposiciones y el propio edificio estarán al servicio de los procesos artísticos, curatoriales y de las personas que los habitan, entendiendo la exposición como un momento más y no como cierre o momento estático".



@LuisaEspino4