Vista de la exposición

Galería Moisés Pérez de Albéniz. Dr. Fourquet, 20. Madrid. Hasta el 19 de mayo. De 14.500 a 84.000 €

Unas fotografías de paisajes áridos diseminadas por las paredes, su contraste con imágenes más o menos líricas de un estanque, y un vídeo en negro en el que emerge un texto poético de ultratumba sobre una música de resonancia oriental: esto es todo lo que hay en esta su segunda exposición de Willie Doherty en la galería Moisés Pérez de Albéniz.



Doherty (Derry, 1959), bien conocido por su trabajo sobre el trauma de Irlanda del Norte, con fotografías de detalles anodinos y combinación de imágenes y palabras, ha declarado que prefiere dejar la carga de la interpretación a los espectadores, a quienes no les queda otro remedio que hacerse con la hoja de sala para saber de qué va la exposición. A partir de ese momento, el sentido queda sobredeterminado. De manera que el efecto del sentido de la propuesta remite a las intenciones declaradas por Doherty; y, con suerte, al aplauso entre dicha intención y el inane resultado.



Una vez más, nos encontramos ante un ejercicio ascético: contemplar unas imágenes cualesquiera y un vídeo sin imágenes que, sin duda, apuntan al pobre estado del régimen visual para establecer una experiencia significativa, que depende del sentido ocultado. Un acontecimiento (siniestro) para el que no hay palabras o imágenes posibles, porque tal vez ya se han producido demasiadas palabras y demasiadas imágenes.



Con el paisaje de la tumba todavía no encontrada del poeta Lorca como señuelo, nos encontramos ante un ejercicio ascético

El paisaje de la tumba todavía no encontrada del poeta Lorca como señuelo. En este año Lorca, cuando su teatro llena las carteleras en nuestro país, gracias a la expiración de los derechos de autor. El mismo Lorca conocido internacionalmente como el poeta mártir de la guerra civil española. Poeta en Nueva York, el poeta de los gitanos y de las mujeres encerradas en la pesadilla de la España negra. El mismo Lorca enterrado en un lugar desconocido, como símbolo de los miles de españoles todavía sin sepultura, en zanjas y en fosas comunes, sin ni siquiera una señal para el recuerdo.



Un asunto muy polémico en nuestro país, después de cuatro décadas de democracia y ante la consternación de la comunidad internacional, que no entiende que una cuestión inscrita en los derechos humanos -porque las ceremonias y cultos funerarios fueron signos primeros de nuestra humanidad- ni siquiera después de que se regulara hace ya diez años en la Ley de la Memoria Histórica, haya obtenido una solución. Reconvertida en polémica ideológica y partidista.



El proyecto de Willie Doherty no es un alegato, ni la cartografía de un archivo histórico -como el que vienen construyendo Bleda y Rosa-. A medio camino, evoca la experiencia personal del reconocimiento del terreno, sin alardes esteticistas, para volcar en el (fallido) vídeo ciego el hondo sentimiento: "Anónima/ Olvidada/ Sin voz/ … Espero a que me encuentren". Una voz que atraviesa las estaciones: "Las flores rosadas y blancas de los almendros/ Las flores violáceas de las jacarandas/ Aceitunas y jazmín". Bajo el transcurso de la luna lorquiana: "La luna/ Compañera fiel siempre regresa/ Luna creciente/ Arco plateado/ Me anima/ Luna llena/ Con un suave tirón/ Me eleva".



@_rociodelavilla