Vista de la exposición
Se trata de la primera exposición individual en nuestro país del artista de origen vietnamita Dinh Q. Lê, uno de los más destacados en el tema de la memoria. La representación de la historia ha sido una de las funciones principales del arte desde las más antiguas civilizaciones, legando a la posteridad los grandes relatos hegemónicos. En el arte contemporáneo, en cambio, emergen las voces disidentes, de los que perdieron o de aquellos que, incluso venciendo, quedaron olvidados, por carecer del altavoz de la lengua dominante o por su condición geopolítica periférica. La biografía de Dinh Q. Lê (Hà Tien, 1968), es buen ejemplo de las oportunidades que ofrece el arte actual para estas otras narrativas en la escena global.Nacido bajo el conflicto bélico con Estados Unidos, en una pequeña ciudad en la frontera con Camboya, tras la invasión de los Jemeres Rojos, a los diez años emigró con su familia a Los Ángeles, completando una brillante formación artística. El hecho decisivo ocurrió en 1996, cuando decidió volver a Vietnam, donde comenzó a coleccionar objetos y a escuchar a sus compatriotas. Actualmente, es también comisario y educador, vive entre Los Ángeles -donde co-fundó la Vietnam Foundation for the Arts, para apoyar a artistas vietnamitas- y la ciudad vietnamita Ho Chi Minh -donde también ha establecido San Art, el primer espacio de arte contemporáneo-. Sus obras (fotografías, vídeos, esculturas e instalaciones) forman parte de las colecciones de importantes museos en Estados Unidos: el MoMA de Nueva York, el San Francisco Museum of Modern Art, el Hammer Museum y Los Angeles County Museum of Art, entre otros.
En esta exposición comisariada por Álvaro R. Fominaya, director del C3A de Córdoba, se presentan cuatro vídeos realizados entre 2006 y 2015 que, gracias al acertadísimo montaje, funcionan casi como un trabajo unitario en torno a la Guerra de Vietnam y el Japón de la Segunda Guerra Mundial, cuya enorme carga histórico visual Din Q. Lê, desde su doble nacionalidad, desmonta y critica con sagacidad, utilizando diversos géneros, desde la impecable animación en 3D al footage, el documental y la ficción narrativa.
La estética de los videojuegos bélicos con helicópteros estrellándose en el mar -que irónicamente alude a uno de los últimos episodios de la Guerra de Vietnam, cuando por la evacuación de Saigón, los helicópteros fueron desplazados al mar para despejar las cubiertas de los barcos- sirve de contrapunto al documental multicanal Los granjeros y los helicópteros, donde se muestra el recuerdo de las mujeres que vivieron sus ataques en la guerra junto a unos ingenuos artesanos que pretenden construir estos artefactos para salvamento civil en el medio rural del Vietnam contemporáneo, todavía con carencias económicas importantes.
El footage con extractos de películas de Hollywood con héroes yankees pretende llamar la atención sobre la propaganda visual estadounidense frente a la falta de visibilidad real y ficcional de los vietnamitas que, a pesar de ello, lograron ganar la guerra. Antes, los invisibilizados habían sido los japoneses, que fueron derrotados, y cuya microhistoria es narrada en Todo es una recreación, el vídeo más reciente, donde el protagonista es un aficionado a las recreaciones bélicas, asunto más que controvertido en el Japón pacifista, tras el trauma de Hiroshima.
@_rociodelavilla