Francisco Pradilla fue uno de los grandes maestros de la pintura de historia, el género pictórico más valorado en España entre 1856 y 1890. Entre sus obras encontramos dos importantes ejemplos como Doña Juana la Loca ante el sepulcro de su esposo y La rendición de Granada. Desde este lunes, ambas se muestran en la sala 60 del Museo del Prado en el marco de una pequeña exposición que reúne, hasta el próximo 23 de octubre, 8 piezas de la colección de la pinacoteca. La muestra se inaugura poco después de la gran exposición que La Lonja de Zaragoza dedicó al maestro con 187 pinturas, acuarelas y dibujos que recibió más de 29.000 visitas.
Francisco Pradilla (1848-1921), esplendor y ocaso de la pintura de historia en España supone un homenaje a un pintor que fue director del Museo del Prado entre 1896 y 1899. Como muchos otros, Pradilla comenzó haciendo copias de obras de otros artistas. En su caso, el punto de partida fue El cadáver de Beatriz de Cenci, un lienzo original de Lorenzo Vallés que resultó dañado durante un incendio en 1872. A partir de entonces Pradilla desarrolló un lenguaje pictórico propio que le llevó a convertirse en el mayor exponente de este tipo de pintura en nuestro país.
Juana la Loca, objeto de deseo
La figura de Juana la Loca y los avatares de su vida fueron un tema muy recurrente en la pintura de Pradilla. En palabras de Javier Barón, jefe de conservación de pintura del siglo XIX del Prado, “ese interés está relacionado con un movimiento del que no solo participó Pradilla, sino también otros pintores como Lorenzo Vallés o Eduardo Rosales”. Pero no solo se acercaron a esta reina “desdichada”, también “se interesaron por otras personalidades como la Reina Blanca de Navarra”.
Sin embargo, Doña Juana la Loca, una obra de grandes dimensiones (mide 3 metros de alto y 5 de largo), se considera su gran obra maestra. Para Barón “es un hito que cambia el cuadro de historia y es de una verosimilitud que pone en pie un trozo del pasado”. Por este cuadro fue premiado con la Medalla de Honor en la Exposición Nacional de 1878 y en la Universal de París de ese mismo año. El lienzo, con el que consiguió el reconocimiento tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, se expone en la sala 75 del museo junto a un boceto a través del que se puede ver su primer pensamiento para la obra.
Tras su breve paso por la dirección de la pinacoteca el pintor volvió a centrarse en lo que más le gustaba: el pasado. Javier Barón indica que “Pradilla siempre creyó en la posibilidad de recrear a través de sus cuadros el imaginario de la época de los Reyes Católicos y su hija. Además de buscar la verosimilitud, consiguió resolver los problemas de composición dotando de movimiento a las escenas, algo que en su momento resultó novedoso”.
La otra gran pintura, La rendición de Granada, realizada para el Palacio del Senado, guarda también un estudio preparatorio tomado del natural para el caballo de Boabdil titulado Caballo árabe del conde Bobrinski (1880). El pintor de corte decimonónico pronto demostró el dominio de la escenografía y sus dotes para la pintura. Estas dos grandes piezas reflejan el buen momento que vivía la pintura de historia y también la trayectoria de Pradilla. Los temas que aborda transcurren desde finales del siglo XV hasta principios del XVI, época que articuló una gran parte de la producción posterior del artista.
Sin embargo, la pintura de historia vivió un periodo de crisis aunque resurgió con un carácter casi de reconstrucción de ambientes del pasado. De esta época son lienzos como La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña Catalina (1906 y 1907) o Cortejo del bautizo del príncipe don Juan, hijo de los Reyes católicos, por las calles de Sevilla (1910), pieza en la que juega con los toques de luz de algunas partes de la composición y presta atención a los detalles como se puede observar en la decoración de los balcones. Isabel la Católica preside un acto en el que también tienen cabida la infancia y la diversión. La exposición concluye con un autorretrato de 1918 de este pintor del que se cumple el primer centenario de su muerte.