¿Pueden imaginar una única ciudad sobre la faz de la Tierra en la que viviésemos los 10 mil millones de personas que seremos en 2050? Es difícil visualizarlo, pero hay una persona que lo ha hecho por nosotros. Su nombre es Liam Young (1979) y es un arquitecto especulativo y director de cine que se dedica a imaginar mundos futuros, la mayoría de ellos más cercanos a la realidad de lo que nos gustaría.
A partir de este jueves, los proyectos más importantes de este singular creador australiano pueden verse en la exposición Liam Young. Construir mundos, en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid.
Diseño, arquitectura, narrativa, cine, animación y mucha ciencia son los ingredientes del trabajo de Young. La mayoría de sus proyectos —como Planet City, al que nos hemos referido—, toman la forma final de impactantes videoinstalaciones, bellas y desoladoras a un tiempo, capaces de provocar asombro y usar las emociones como disparadores de la reflexión acerca de los grandes problemas a los que se enfrenta hoy la humanidad.
La visualización de datos consiste en representar de manera gráfica grandes cantidades de información para que hacerlos legibles y comprensible para el gran público. Young considera que esto no es suficiente y va un paso más allá: la “dramatización de datos”, que consiste en presentar los datos con este tipo de narrativas y piezas audiovisuales capaces de transmitir emociones, “de manera que la gente pueda empezar a conectar con estas ideas”.
Antídoto contra la COP
Los trabajos de Young no solo presentan futuros distópicos a modo de advertencia, también ofrecen soluciones a nuestros grandes problemas. Es el caso de The Great Endeavour, uno de los dos proyectos realizados expresamente para esta exposición, que propone una manera efectiva de combatir el cambio climático. En este caso, se trata de unas infraestructuras colosales, similares a plataformas petrolíferas, diseñadas para retirar el carbono de la atmósfera y ubicadas en medio del océano.
“Para que nuestra especie no se extinga, no basta con limitar las emisiones de dióxido de carbono, sino que debemos retirar el que ya está en la atmósfera y meterlo bajo tierra”, afirma Young. “Los acuerdos de París y los protocolos de Kioto asumen que esto es necesario, pero la tecnología necesaria para ello aún no ha sido probada”.
“Empecé a trabajar en este proyecto como respuesta a lo que estaba pasando en la COP26, la cumbre del clima de Glasgow, donde se hizo obvio que no estábamos llegando a ningún acuerdo monumental entre países. Como antídoto o contranarrativa a eso, quería visualizar un proyecto de colaboración planetaria total”, explica.
"Por cada oleoducto, cada plataforma petrolífera, cada planta de gas que existe en el mundo, necesitamos construir una nueva versión de eso que haga lo contrario. The Great Endeavour (que significa "El gran esfuerzo") sería el proyecto de construcción más grande de la humanidad. Hemos visualizado cómo sería para que la gente se entusiasme con la idea de construirlo de verdad", afirma el autor.
El trabajo de Young comienza eligiendo un tema que esté en el centro del debate sobre el futuro de la humanidad. Después comienza una ardua fase de documentación en la que entrevista a los mayores expertos mundiales en cambio climático, energías renovables e ingeniería civil, para luego diseñar él mismo, junto a su equipo de colaboradores, soluciones factibles. “Todo lo que hacemos tiene base científica y se basa en tecnología ya existente”, asegura.
Incluso Planet City, “el futuro más extremo que podemos imaginar”, está “presentada como una ciudad de ciencia ficción pero es totalmente real, un presente alternativo”. “Podríamos construirla mañana mismo si quisiéramos”. En este mundo imaginario, toda la población mundial se confina voluntariamente en una megaurbe, dejando “el 98 % restante de la superficie del planeta a la naturaleza para que se recupere”.
El reto de la arquitectura
Esta ciudad hipotética se construiría enteramente con material reciclado procedente del resto de ciudades del mundo, porque, según Young, el mayor reto actual de la arquitectura es precisamente “para de construir de una puta vez”.
“Los arquitectos tenemos el reto de averiguar cómo ser útiles, más allá de hacer edificios que no necesitamos. Debemos ser planificadores de estrategias y políticas de uso de los espacios, construir narrativas y ambientes virtuales y digitales para los videojuegos, el metaverso y la realidad aumentada; y pensar nuevas formas de infraestructuras blandas y de gobernanza de la inteligencia artificial”, opina.
Además de los proyectos mencionados, en el Espacio Fundación Telefónica puede verse In the Robot Skies, un cortometraje sobre los diferentes usos de los drones. En un contexto de hipervigilancia policial mediante estos aparatos voladores, dos adolescentes encuentran la manera de hackearlos para enviarse mensajes de amor. “La idea de este proyecto es que aunque los drones pueden usarse para terrible propósitos militares y de vigilancia, también pueden ser objetos culturales”, explica Young.
También puede verse la serie New City, un conjunto de cuatro animaciones que muestran distintos tipos de ciudades futuras, basadas en imágenes reales retocadas por ordenador.
“Mi metodología para crear estos escenarios se basa en estudiar el presente. Lo que hacemos es montarnos en un avión y viajar por ahí buscando señales débiles de futuros posibles. William Gibson, un autor increíble de ciencia ficción, dice que el futuro ya está aquí, lo que pasa es que no está distribuido uniformemente. Nosotros tomamos esa afirmación literalmente, y viajamos a pequeños lugares donde ese futuro ya existe, lo documentamos y tratamos de entenderlo”.
Uno de los cuatro paisajes de New City es una ciudad en medio del océano, basada en los viajes de Young a zonas económicas especiales de China y a paraísos fiscales como las islas Caimán. “Es como una comunidad pirata flotando en la isla de basura del Pacífico”.
Otra de ellas muestra una ciudad poblada únicamente por centros de datos y granjas de servidores, sin un solo humano; mientras que otra de ellas es un pueblo, con un bucólico paisaje de fondo, atravesado por cintas que transportan cajas de un rincón a otro. Está basado en algunos pueblos de China en los que la principal actividad económica consiste en fabricar y empaquetar productos para Alibaba, el Amazon chino. El país asiático es, sin duda, una de las principales fuentes de inspiración para Young, ya que es “la fábrica del mundo”.
La nueva hipervigilancia
También se exhibe el cortometraje Where the City Can’t See, que, como el primer proyecto de la exposición, también trata el tema de la hipervigilancia y está rodado con las mismas tecnologías que la hacen posible. Es el primer filme de ficción grabado enteramente con escáneres láser, la misma tecnología que usan los coches autónomos para mapear y comprender el mundo que les rodea y “la próxima fase de las cámaras de vigilancia”, explica Young.
La película sigue a dos adolescentes que buscan divertirse en la ciudad y quieren burlar la vigilancia, de modo que se visten con ropas iridiscentes (expuestos junto a la videoinstalación, al igual que otras maquetas y vestuarios relacionados con el resto de proyectos) que confunden a los escáneres y llevan maquillaje que anula el software de reconocimiento facial del sistema.
Además de The Great Endeavour, el otro proyecto creado expresamente para la exposición de la Fundación Telefónica es Emissary. Plantea un escenario en el que ninguno de los planes anteriores para evitar el fin de la humanidad ha funcionado y finalmente estamos condenados a la extinción. En un último intento de perdurar de manera simbólica, todos los países de la Tierra se unen para construir el último artefacto humano: un satélite de diez kilómetros de largo hecho de oro (de modo que ningún país en solitario puede hacerlo por su cuenta) diseñado para viajar por el espacio eternamente, como “último recordatorio de que estuvimos aquí”. Un final triste para nuestra especie y, afortunadamente, ficticio. Por ahora…