Tras ser reclutada en contra de su voluntad por las fuerzas armadas, Dani Rojas escapa de la capital de su país, Yara, en un pesquero con destino a Estados Unidos junto a otros refugiados. A punto de llegar a aguas internacionales, el barco es abordado por las fuerzas de seguridad y el propio dictador, Antón Castillo. En la bodega, entre el pasaje, se esconde su hijo Diego, de trece años, que intenta negociar la supervivencia de los demás al renunciar a la huida. Tras evacuar a su hijo, Castillo da la orden de matar a todos los refugiados. Dani sobrevive de manera milagrosa y naufraga en una playa cercana donde entra en contacto con Clara, la líder de Libertad, una guerrilla en horas bajas pero determinada a reiniciar la lucha. Tras unas primeras operaciones exitosas y reclamar su cuartel general, Clara ofrece a Dani una decisión: un esquife para continuar su huida o convertirse en su estandarte para arrancar Yara de las tenazas de Castillo.
Leyendas del 67
Tras los primeros compases, Far Cry 6 se abre completamente para ofrecer al jugador una libertad total para decidir el orden de los objetivos. Yara está dividida en tres grandes regiones y la capital, Esperanza, un escenario urbano donde las fuerzas del dictador tienen mayor presencia. Cada una de las regiones tiene conatos de resistencia con las que Dani tiene que contactar y tejer alianzas: la familia Montero, granjeros tenaces con una ascendencia centenaria; leyendas del 67, viejas glorias de la anterior revolución contra el padre de Castillo; y Máximas Matanzas, un grupo de rap radical con letras que combaten directamente la máquina de propaganda del régimen.
Todos los personajes que intervienen en la trama principal cuentan con una caracterización magistral, dejando entrever las profundas contradicciones que asolan el país más allá de su dictadura actual. Camila Montero, a pesar de sostener sobre sus hombros la resistencia del Oeste, tiene que lidiar con el machismo imperante, empezando con el de su propio padre. Paolo prefiere llevar su rap a otras costas a quedarse a luchar por un país que nunca va a aceptarle como hombre transexual.
'Far Cry 6' es el juego más interesante de la saga en cuanto a mundo, trama, personajes y temáticas, con mucha más ‘realpolitik’
Los antiguos guerrilleros del 67 se resisten a retomar la lucha, decepcionados con el permanente ciclo de violencia de un país demasiado inestable para dar continuidad a sus tentativas de democracia. Far Cry 6 hace alarde de un contraste tonal extremo que va más allá de lo que se puede ver en películas coreanas. La violencia es brutal. La trama se inmiscuye en recovecos muy oscuros, con secuencias cinemáticas muy crudas e impactantes, y luego se abandona en momentos de hilaridad socarrona, como los amigos que Dani puede llevarse en sus aventuras, un caimán con una camiseta de fútbol llamado Guapo o un perro salchicha en silla de ruedas denominado Chorizo, tan adorable como letal.
Al mismo tiempo, la propia Yara está construida sobre un paraíso repleto de panorámicas espectaculares y tesoros que ilustran su pasado colonial. La exploración es orgánica, motivada por la curiosidad y la maravilla de su geografía tropical. La inspiración cubana es más que obvia, con un bloqueo comercial que se evidencia en las fachadas descascarilladas y en los coches de los años cincuenta que circulan por doquier, así como en los mandamientos de resolver, una disposición hacia el reciclaje que lleva a la guerrilla a hacer armas de casi cualquier cosa, desde baterías de coches a reproductores de discos.
Una experiencia depurada
Ubisoft ha centrado su campaña de marketing en torno a su gran fichaje, Giancarlo Esposito, conocido por su papel como Gus Fring en Breaking Bad y el también brillante ‘spin-off’ Better Call Saul. Su interpretación resulta tan amenazante como podría esperarse, pero su relación con Diego, al que quiere formar como sucesor a pesar de las evidentes resistencias del chico, aporta unos necesarios matices a su personaje. Su presencia es más bien esporádica y completamente circunscrita a secuencias cinemáticas, pero la relación con Diego vertebra el eje moral del relato.
A pesar de todo, como puede adelantar el número junto al título, la fórmula jugable está completamente agotada. Ubisoft ha seguido el mismo esquema desde que acertaran de pleno en 2012 con Far Cry 3, y por mucho que hayan cambiado de escenario y personajes en cada episodio, las mecánicas que componen el armazón no han cambiado mucho. Es una experiencia tan depurada y expansiva como se puede esperar de un juego de alto presupuesto, pero a estas alturas exige un replanteamiento radical. Se da, por lo tanto, una circunstancia paradójica. Far Cry 6 es el juego más interesante de la saga en cuanto a mundo, trama, personajes y las temáticas que explora, con situaciones realmente arriesgadas y mucha más ‘realpolitik’ de lo que podría parecer a priori. Sin embargo, ninguna de las novedades jugables tiene mucho calado y la sensación de familiaridad es apabullante. Aun así está muy por encima del desastre moral que fue Far Cry 5, que pretendía criticar los movimientos nativistas de la América profunda y que constituye el mayor ejemplo de cobardía corporativa que recuerdo en este medio. Al menos aquí al os desarrolladores se les ha permitido decir algo, sin la censura de los focus groups.