En los parajes imposibles de Aionios, las naciones de Keves y Agnus batallan de manera constante usando soldados con una vida limitada a tan solo diez años. Noah y su cohorte, de Keves, reciben órdenes para interceptar a una aeronave con una misteriosa carga, pero durante la misión se topan con la brigada enemiga de Mio.
Tras la escaramuza inicial, el piloto de la aeronave, un anciano –algo que jamás han visto– de nombre Guernica les implora para que cesen las hostilidades y concentren sus esfuerzos en derrotar al verdadero enemigo, los cónsules de Moebius, una facción secreta que manipula a las jerarquías militares de las naciones enfrentadas para sus propios fines.
Una misteriosa ciudad
La inesperada aparición de uno de estos cónsules obliga a Guernica a activar la carga de su aeronave, un dispositivo que confiere el poder de Ouroboros a Noah y Mio, transformándolos en un único ser con la fuerza necesaria para hacer frente al cónsul.
Guernica muere como consecuencia de la contienda, no sin antes indicarles la existencia de una misteriosa Ciudad en la base de una espada colosal incrustada en la corteza terrestre, al otro lado del mundo, donde encontrarán respuestas. Sin posibilidad de volver a sus respectivas naciones, que los consideran traidores, los seis soldados emprenden un viaje contrarreloj para detener una guerra milenaria.
Las primeras horas de Xenoblade Chronicles 3 son muy exigentes. Tetsuya Takahashi y su equipo de Monolith Soft hacen un gran trabajo para sumergir al jugador cuanto antes en un mundo extraño con una jerga propia, pero esto implica aprender sobre la marcha conceptos y mecánicas de creciente complejidad.
Su fórmula de juego de rol japonés se basa en tres aspectos fundamentales: la exploración de un mundo vasto de orografía imposible, un sistema de batalla tan dinámico como profundo y, por último, una ambiciosa narrativa que contrapone el estudio ponderado de personajes a temáticas de calado filosófico.
Por todo el colorido de sus escenarios, la obra gira en torno a la muerte, omnipresente y literalmente tatuada en la piel de los protagonistas. Noah y Mio son Eximios, figuras sacerdotales encargadas de oficiar los ritos funerarios a través de la música, un rol con una importancia capital en la trama que al mismo tiempo permite la afluencia de secuencias meditativas de una sensibilidad exquisita.
Al comenzar la aventura, Mio tiene tan solo tres meses de vida, por lo que vive el viaje con la intensidad de un enfermo terminal, también con sus momentos de negación y depresión, realzando el incalculable valor del tiempo que le queda.
La trama se divide en dos mitades bien diferenciadas. La primera es un viaje distendido donde los personajes se van abriendo de manera paulatina, dándose a conocer y explorando sus dramáticas circunstancias, desplegando con cuidado la construcción del mundo. En la segunda, todos los conflictos llegan a punto de ebullición, explotando en momentos de intenso pathos, con grandes revelaciones sobre la naturaleza ulterior de cada personaje y el propio mundo que habitan.
Mención especial merece el final del capítulo 5, de una exuberancia trágica inconmensurable y aunque a la postre se resuelva con un giro de guion muy bien planteado, no ensombrece ni un ápice el dolor de unos personajes llevados al límite.
Es hacia el final cuando el juego examina de cerca temas tan cercanos como el miedo a la incertidumbre de la vida futura, la esperanza que ponemos en nuestra descendencia, cómo las relaciones románticas o familiares pueden degenerar en patrones abusivos de control, los efectos imprevisibles del trauma reprimido o la envidia como un agente corruptor de consecuencias funestas; todo ello usando mecanismos de larga tradición literaria como los dopplegängers o los pactos faústicos, metafísica platónica y esquemas religiosos orientales.
Complejidad matemática
A lo largo de las 60 horas que requiere el juego para completarse sin distracciones (de las que hay muchas en su expansivo mundo), incontables sistemas se apilan unos sobre otros. La complejidad matemática de lo que sucede en pantalla durante las fases de combate puede llegar a apabullar, pero el dominio de ciertas estrategias básicas permite salir adelante con bastante solvencia.
El estilo anime que usan los gráficos está planteado para arrancar la mayor expresividad posible a un hardware ya tan limitado como el de Nintendo Switch. Sin embargo, todo el conjunto cobra vida gracias a la magistral interpretación del reparto británico y la evocadora música de Yasunori Mitsuda, sobre todo en los temas interpretados por las flautas shinobue artesanales que diseñaron para las grabaciones de la banda sonora y que permiten a las escalas de Noah y Mio intercalarse.
Xenoblade Chronicles 3 es un juego imprescindible que demuestra el poderío emocional y reflexivo del rol japonés cuando refrena sus excesos, una frágil historia de amor suspendida sobre el abismo de la condición mortal que nos atenaza a todos.