El sanatorio (ED Libros) es la última novela publicada hasta el momento por una escritora, y un gran ser humano, a la que admiro mucho: Nuria Amat, catalana universal. Esta novela está, sin duda, provocada en su argumento, "su tema", por la situación en la que se encuentra ese país desde que la locura colectiva nacional-independentista se ha instalado en una sociedad que, en los años 70, era el reflejo de la libertad que queríamos para toda España. Ahora Cataluña es un proyecto frustrado de antemano y va a tener, vamos a tener todos, que luchar mucho para salir de su actual pantano.
Creo que, además, El sanatorio es anterior en su publicación a Patria, la gran novela de Fernando Aramburu, de la que mucha gente dice que le "sobran páginas y alguna cosa más" (a mí me perece que no sobra nada, ni la insistencia en el infierno del silencio), lo que es un punto a favor de la intuición literaria de Nuria Amat, que ha sufrido a lo largo de su vida excesivos ninguneos por parte de algunos de sus "amigos". Tuvo hace años un excelente premio de novela en sus manos, pero la voluntad de Torquemada, uno de sus "amigos" y la fragilidad de uno de los jurados del galardón, que había votado por su novela en principio y que al final cambió su voto, le dieron el "título" a un libro más bien mediocre que no salió de Gibraltar ni para nadar hasta Tánger. No digo más de este asunto, aunque ya se sabrá, si no se sabe hoy, cómo maneja Torquemada, el policía, sus tribus de papel y melancolía.
El sanatorio: se habla en ella del "país de los callados", ese pueblo lleno de miedo y silencios que no reacciona al ver la locura del poder y la manera satánica de inyectar en ciertas masas analfabetas y dementes su enfermedad terrible, el cáncer del nacionalismo feroz y aplastante que mata todo cuanto toca.
La novela es, a pesar del "tema", sustancialmente literaria. Los procedimientos literarios son manejados por Nuria Amat como una consumada lectora y escritora de novelas, alguien que en esta literatura española de hoy debería haber ocupado un puesto superior en la jerarquía de excelencia, asunto que, otra vez lo digo, algunos de los que posan de "amigos" nunca le concedieron. Peor para ellos, censores y párrocos del canon que organizan y ellos mismos se creen hasta la veneración.
Amat se yergue en esta novela por encima de la literatura costumbrista y esa otra, semejante a ésta, que es la literatura de la queja. La novelista actúa como una fotógrafa de palabras, situaciones y hechos que parecen reales aunque sean ficticios, exigiendo por parte del lector avisado y consumado un interés espacial: el que sugiere la escritura narrativa que no lo dice todo con esas mismas palabras, sino que deja al lector la traducción de la escondida, y no tan escondida, y necesaria reflexión sobre la realidad que la novelista ha fotografiado. Me basta con eso y con los personajes para recomendarles a Nuria Amat y, hoy, El sanatorio, la última de sus creaciones literarias.
¿Está la escritora dentro de la novela, se retrata en su escritura, quiere mover los hilos más allá de la cuenta, la sobran páginas al texto o le faltan? Tengo para mí que Amat ha escrito una de sus mejores novelas, y tal vez la mejor novela que se haya publicado hasta ahora, casi sobre la marcha, sobre el asunto contemporáneo de Cataluña. "El país de los callados": un acierto (que usó Vargas Llosa en su crítica de Patria) de Nuria Amat en este texto que debería quedar como reflexión. La novela, ya lo he dicho, es la Cataluña de ahora, en guerra rabiosa y esquizofrénica con ella misma, la tierra, las mentiras inventadas para establecer las locuras legales e inventar una realidad histórica, crónica, sincrónica y diacrónica, que no cuadra por ninguna de sus cuatro puntos cardinales.
La lealtad de la novelista a la historia, el elemento añadido de la ficción, el tratamiento narrativo del asunto, el argumento que mueve las cosas en la novela, dejan una honda e inquieta huella en lector sensibilizado con el género literario del que estamos hablando. Abandonen, por tanto, toda esperanza los lectores superficiales que se acerquen a la novela como un entretenimiento de fin de semana, como una novedad más o menos frívola o como un simple pasatiempo. No tengan cuidado: esta novela es para que, tras leerla, el lector, catalán o no, se quede -nos quedemos- pensando un largo tiempo en los mecanismos de la locura colectiva del ser humano, el miedo y la cobardía por la que somos capaces incluso de perder el habla y comenzar a respirar como súbditos en lugar de lo que somos, ciudadanos libres de todo compromiso que no sea el de la ley democrática. Gran novela y gran servicio a la sociedad de los lectores comprometidos con la literatura.