Con los Episodios Nacionales, Galdós narró desde la ficción las historias que hicieron España en momentos delicados de su Historia. Tengo el criterio, tras leer todos los Episodios, que, primero, no es lo mejor de Galdós, precisamente, aunque sea lo más popular del escritor; segundo, hay en todos los textos un afán didáctico a veces poco escondido. Como si el escritor supiera que esos textos eran necesarios para la gente de un país que llevaba dos siglos de decadencia y estaba en el punto perdido de sus siglos, una suerte de laberinto o limbo al que lo había llevado esa misma decadencia, además de su indigencia intelectual y de su analfabetismo secular. ¿Eran textos para el pueblo? ¿Era esa la intención de Galdós, que el pueblo se enterara de que España valía la pena, que los españoles, tan desasistidos, se dieran cuenta del país que tenían, lo respetaran y amaran? Es indudable de que esa era la intención pedagógica del escritor al escribir los Episodios Nacionales.
Ahora bien, en cuanto a los Episodios, nunca entendí por qué esos textos, algunos de esos textos, los mejores o los más emblemáticos desde ese mismo punto de vista, del pedagógico, el didáctico, no fueron de obligatorio conocimiento y lectura en nuestros bachilleratos, y siguen sin serlo. Los Episodios habrían sido un gran sucedáneo de los capítulos del Quijote que nos obligaron a leer desde los diez a los catorce años, con el consiguiente rechazo de una parte del alumnado que, por lo que sea (la adolescencia es caprichosa y loca), nunca más, tras la carrera universitaria o la deserción escolar, volvieron a colgar un libro en sus manos y muchos menos para leerlo.
El Quijote es un libro para leer cuando ya se tiene cierta cultura literaria y se llegan a entender las metáforas, los giros, los cuentos y los sarcasmos de Cervantes; en el instante en que, casi en la juventud y si no en ella al mismo borde, se tiene conciencia de que es un libro que encierra una aventura mayor. Sin embargo, algunos de los Episodios de Galdós son legibles desde los once a los quince años, mientras se está ejercitando la costumbre de leer y el adolescente va descubriendo que su imaginación puede volar con facilidad sobre la página escrita con sólo hacer un pequeño esfuerzo intelectual.
Dicho lo cual, los Episodios han sido a veces señalados por algunos críticos como una reivindicación y una interpretación nacionalista de España. Puede ser. Es, si ustedes quieren. Galdós era anglófilo, no francófilo, y lo que contaba dejaba mal a los franceses en mil ocasiones. 1808 es un año clave en la Historia de España: nobleza, banqueros, iglesia y, sobre todo, populacho analfabeto se lanzan a conseguir echar a los franceses de España. Y lo consiguen. Se proclama la Independencia del país y con ello lo peor de nuestra historia: se expulsa de España la posibilidad de la Reforma y la Ilustración. Se expulsa a Europa y España vuelve a cerrarse en el oscurantismo y la locura de las guerras internas que nos llevaron a la ruina total, una vez más, en el instante de la pérdida de Cuba, las otras islas del Caribe y Filipinas. Lo que experimenta Galdós es una vida en un país decadente, que fue y pudo seguir siendo, pero que ya no era. Y no era para nunca más en el futuro, no lo fue y no lo es. Ese oscurantismo impidió, en efecto, reformas, Ilustración, erradicación del analfabetismo. El populacho aliado con la nobleza más feudal, con el dinero más criminal, con la iglesia más retrógrada. He ahí la cuadratura del círculo, el laberinto de la soledad de España, el analfabetismo y el abuso social triunfantes.
Si los franceses no hubieran sido tan brutos y abusivos en España, como lo fue Murat, la Historia de España y de Europa habría cambiado y seguro que los pocos ilustrados españoles no habrían tenido que volver a exiliarse y morir lejos del país, en Burdeos o en cualquier otro lugar de Francia o Inglaterra. Grosso modo, la Historia de España hasta más acá de la época de Galdós fue así. Para Napoleón España era muy importante en su proyecto imperial europeo. De otra manera, cuando empezaron los problemas y las revueltas no habría venido desde el centro de Europa con la caballería polaca a enfrentarse y perder la batalla, y tal vez la guerra, en los altos de Somosierra. Pero esa, aunque sea parte de la Historia, es otra historia que nunca se vivió: la de una España ilustrada que se levantara sobre sus ruinas históricas y ocupara un lugar entre las primeras naciones del mundo.
Entonces, los Episodios Nacionales: tal vez ya sea tarde y la Historia, impredecible, lleve a este país, entre tormentas nacionalistas y vicios seculares como el analfabetismo y el gusto por la ignorancia, a destinos imprevisibles. Nadie lo sabe, aunque el caminar del país ahora mismo y desde hace unos años hace prever lo peor. Recuerden, mientras tanto, aquel dicho de un canciller alemán, Bismarck, creo recordar, que afirmó que España era el país más indestructible del mundo porque los mismos españoles nos hemos encargado de derrumbarlo durante siglos y nunca lo hemos conseguido. Felizmente, diría Galdós. Y yo también.