Carlos Barral Agesta. Foto: Real Academia de la Historia

Carlos Barral Agesta. Foto: Real Academia de la Historia

A la intemperie

La difícil elección de Carlos Barral

Publicada

A principios de los años 70 del siglo pasado, tras la muerte de Víctor Seix en Alemania, los Seix y Carlos Barral entraron en una disputa que terminó con la salida de Barral de la editorial Seix Barral. Carlos fundó inmediatamente una nueva editorial, Barral Editores. En ese momento, había dos importantísimos originales de novela en las oficinas editoriales de Seix Barral y Carlos quiso llevárselos para publicarlos en su nueva editorial.

No se lo permitieron, sino que se llegó al acuerdo, con Carmen Balcells por medio, entre las partes para que Barral se quedara con una de las novelas a editar y Seix con la otra. Los originales eran de las novelas El obsceno pájaro de la noche, del chileno José Donoso, un novelista ya conocido sobre todo por El lugar sin límites, y Un mundo para Julius, del entonces joven peruano Alfredo Bryce Echenique. Fue una decisión editorial y literaria muy difícil.

El obsceno pájaro de la noche era un gran original literario, una gran novela, creo que la mejor de José Donoso, y la novela de Bryce era una bellísima narración, divertida y luminosa, y contaba la educación sentimental de un niño bien limeño, un pituco, Julius, alter ego literario del propio autor de la novela.

El obsceno pájaro era (y es), ya lo dicho, una gran novela y en el mercado editorial, por usura y terrible, parecía menos “vendible” al público lector que Un mundo para Julius. Carlos Barral se quedó con la novela de Bryce Echenique y dejó que Seix Barral se quedara con la de José Donoso, cosa que el escritor chileno jamás le perdonó al que todos sus amigos cercanos llamábamos “el vizconde de Calafell”.

Por su parte, Donoso se pasó toda su vida en una incertidumbre tan tenebrosa y gigante como su novela: siempre dudó de su estatura como escritor. Se creía grande, y lo era, pero se balanceaba en la incertidumbre de serlo. Sólo con El lugar sin límites, Donoso habría pasado a la historia de las literaturas de lengua española, pero además escribió El obsceno pájaro de la noche y Casa de campo, lo que lo convirtió en uno de los grandes porque grande eran esos tres novelones que hoy siguen interesando a quienes son de verdad lectores de novelas de lengua española del siglo XX.

Se quedó a medio camino aquel proyecto de Luis Buñuel de llevar al cine El lugar sin límites, pero ahí está todavía enhiesta y entre las principales y grandes novelas del boom, por cuyo paso y experiencia Donoso escribió Historia personal del boom, una memoria individual de aquellos años con pretensiones de ser un ensayo canónico.

Bryce Echenique tuvo un rotundo éxito con Un mundo para Julius, una de sus mejores novelas, grande para mucha gente, para muchos de sus lectores, a la que hay que unir la no menos grande, al menos para mí como lector, La vida exagerada de Martín Romaña, que terminó de catapultarlo a la sempiterna simpatía lectora de miles y miles de personas.

La otra tarde, en el Café Gijón, durante la tertulia de los lunes (que ya en otoño e invierno se celebra los martes), le pregunté al novelista Carlos Franz, tras contar el episodio de la ruptura de Seix Barral y la elección de los originales, a cuál de las dos novelas habría elegido él de haberse visto en semejante situación. No voy a desvelar su elección, pero sí la mía. Yo me habría decidido por El obsceno pájaro, de José Donoso.

"Barral eligió como un editor, y tal vez no se equivocó, pero nosotros elegimos como lectores"

Acabo de hojearla de nuevo, una vez más, y sigo entendiendo que es una obra mayor, desde luego oscura y decididamente catártica, difícil de leer pero en la que se aprende mucho de estructura literaria y de la puesta en escena del mismo relato. La historia del imbunche es terrible, en el sentido griego del término, y difícil de olvidar una vez leída.

Cómo los viejos de la tribu eligen en cada generación a los mejores para “imbuncharlos”, destruirles la belleza física y condenarlos a estar lisiados de por vida, con el objeto de ocupar el puesto de los sabios a lo largo de los años de su vida, es una historia casi inenerrable y difícil de digerir. Ahora me pregunto, con el lector medio que tenemos hoy, a quién le interesaría leer hoy el trágico drama de El obsceno pájaro de la noche. Seguro que a los lectores de Dostoievski les vendría bien, pero a quién le interesa hoy leer Crimen y castigo.

Mantengo la esperanza de que, tal vez en Tokio o en alguna parte literariamente civilizada de este mundo enloquecido, todavía haya gente a la que le interese una novela como El obsceno pájaro. En el caso de Un mundo para Julius no hay problema: es una novela simpática, luminosa, entrañable, llena de cariños y de sentimientos. Y así es la vida, como la literatura; Barral eligió como un editor, y tal vez no se equivocó, pero nosotros elegimos como lectores y, hoy por hoy, sigo escogiendo, difícil exigencia en este caso, El obsceno pájaro de la noche.