Está por todas partes. Edgar Wright, a sus 37 años, es ese hombre cuyo nombre aparece cada dos por tres relacionado con algunos de los mejores proyectos y las mejores ideas. Su última película, Scott Pilgrim contra el mundo, es la quintaesencia de la parodia del cine indie que acaba siendo aquello de lo que se burla en versión mejorada. La penúltima, Arma fatal (2007) es una sátira del género de policías (se declara fan del cine de acción, insólito en el mundo autoral) y la primera es la ya mítica Zombies Party, en la que aportaba su habitual mirada desmitificadora al cine de muertos vivientes. Wright es una especie de Nacho Vigalondo a la inglesa: utiliza géneros populares y les da la vuelta al colocar a personas perfectamente vulgares en situaciones extraordinarias. Todo sucede sin alharacas, como si Spielberg rodara sus películas cámara en mano (en el caso de Wright con algo más de presupuesto).
El último éxito de Wright ha sido producir Attack the Block, una película muy afín a su universo ya que trata sobre unos adolescentes de una barriada de Londres que se enfrentan a los extraterrestres. Fue presentada en el último Sitges donde se llevó el premio de la crítica, el del público y el Especial del Jurado. La dirige su amigo Joe Cornish, actor y guionista que forma parte destacada del club junto a Simon Pegg y Nick Frost, los otros habituales. Estos hombres dan la impresión de pasarlo pipa juntos (Cornish por cierto ha coescrito la peli de Tintín que acaban de estrenar). En las películas de Wright suele suceder lo mismo que en las de Vigalondo (muy notoriamente Extraterrestre) y que es muy realista: cuando los extraterrestres o los zombis aparecen, la gente reconoce la situación por lo que ha visto en las películas y le cuesta reconocer su verosimilitud. Basta recordar la reacción colectiva al 11S, cuando durante mucho rato la gente no tenía muy claro si era cosa de Hollywood e incluso ahora, cuando se sigue confundiendo en el inconsciente con tantas y tantas imágenes similares producidas por el cine. La ficción del cine, muchas veces, forma parte de nuestra memoria sentimental con la misma fuerza que hechos reales. No es malo, esa es la grandeza de la ficción.
El universo del cineasta está muy relacionado con lo friqui, con el mundo de los perdedores y los personajes secundarios (e incluso marginales) de la Historia. Sus personajes muchas veces son comodones, torpes y poco interesantes. Sus actores fetiche, Simon Pegg y Nick Frost, en Arma fatal, por ejemplo, son la quintaesencia del policía tonto, fanfarrón e inútil. Los mismos actores, en Zombies Party, están todo el rato preocupados con ir a su bar de toda la vida a tomar una birra y los monstruos les resultan pesados porque los apartan de una rutina sin la que son incapaces de manejarse. En Scott Pilgrim el ambiente es más refinado: Michael Cera, estrella del asunto, ha sido convertido por el cine en el icono de la nueva generación indie. Con su aspecto desgarbado, una dosis de pluma y sus camisetas rosas el modelo se mantiene vigente con pocas variaciones desde los años 90. En Scott Pilgrim los personajes son más cool de lo habitual pero la vena loser se mantiene: son más sensibles que guays, y viven en Toronto, esa ciudad, "en la que nunca pasa nada".
Wright se toma su tiempo entre proyecto como director, acumula mucho curriculum porque empezó muy joven. De hecho, a los 20 años ya estrenó su primera película en Gran Bretaña, A Fistful of Fingers, esto es precocidad y lo demás son tonterías. Entre ese temprano debut y su siguiente película, Zombies, pasaron 19 años que el autor dedicó a la televisión con series que no he visto pero a las que seguro que merecerá la pena echar un vistazo: Asylum (1996) o Spaced (1999), en la que conoció a su muso, Pegg. Desde Scott Pilgrim el inglés ejerce como productor y, tras Attack the Block (que estrena Avalon el 7 de diciembre) produce Sightseers, que en el Imdb describen como la historia de dos locos que se van de vacaciones. Tendremos que esperar hasta 2014 para ver lo nuevo de Wright como director: Ant-Man sobre un científico enloquecido que logra comunicarse con los insectos. Tiene muy buena pinta.
Además, el señor Wright tiene una página web de lo más entretenida: www.edgarwrighthere.com muy coherente con su universo a medio camino entre el pulp, el humor descacharrante y la acción. Uno encuentra cosas como un magnífico montaje con persecuciones en coche, que el director señala como una de sus pasiones y la comparto aunque yo soy especialmente fan de las persecuciones en lancha, que me flipan (no es broma). También hay vídeos caseros de cómo él y sus amigos artistas se lo pasan pipa haciendo el ganso o un videoclip de The Specials, Ghost Town, que es una maravilla, el resto es autobombo, que siempre está muy bien que haya. Todo esto, básicamente, para contar que Wright me cae muy bien. Aunque yo creo que ha quedado claro.