Se acumulan las noticias en este final de año que no da tregua para el cine. Ahí van algunos apuntes. Otras cuestiones merecerán mayor detenimiento, pero de momento, esto es lo que hay:
1. Se va Marco Müller de Venecia. Me imagino que Carlos Boyero debe de estar dando botes de alegría después de haber agotado con él toda la paleta de adjetivos descalificativos. Müller, que es experto en cultura china, ha sido un gran impulsor del cine asiático en Europa y en Venecia ha jugado un papel contradictorio, al apoyar por una parte un cine radical y arriesgado y por la otra utilizando el gancho de Venecia para atraer a las estrellas más rutilantes de Hollywood. Venecia se ha visto muy perjudicada por la competencia de Roma y Toronto y su insuperable belleza tiene como inconveniente sus complicadas infraestructuras (estuve una vez y nunca olvidaré sus incómodos cines-carpa ni sus precios desorbitados). La última edición, por la que desfilaron Clooney, Cronenberg, Polanski o Sokurov, que ganó, fue una de las más celebradas. Le sustituye Alberto Barbera, curtido en el Festival de Turín. A ver qué pasa. Entre el compromiso político de Berlín, el poder inabarcable de Cannes (cuenten cuántas de las mejores películas de este año pasaron por allí y casi asusta) y la fuerza económica de Toronto, el mítico certamen italiano tiene mucho trabajo por delante para mantener su estatus. Le sobra solera. Y cuenta con la propia Venecia, cara, tortuosa e incómoda, sólo hay una.
2. El cine español remonta el vuelo este año gracias a Torrente 4. Se han vendido más de 14 millones de entradas (12.73 en 2010) y la cuota de pantalla sube al 14,22, siendo estos datos provisionales (entre otras cosas porque el año aun no se ha acabado). Otros éxitos, Midnight in Paris (que no es precisamente una peli super española) o Fuga de cerebros 2, La piel que habito y Mientras duermes o No habrá paz para los malvados. O sea, que seguimos parecido, la comedia chusca triunfa, con la novedad (ya un clásico) de la buena respuesta del terror-thriller, y eso que tanto la película de Balagueró como la de Urbizu avanzan nuevos y prometedores caminos para sus respectivos géneros. Salvo la película de Almodóvar, tan criticada por los de siempre de forma tan cansina, es sorprendente otros datos, los malos resultados de películas españolas apasionantes que han pasado sin pena ni gloria, véase Los pasos dobles de Lacuesta, Naufragio de Pedro Aguilera, Open 24H de Carles Torras, Guest de Guerín o Verbo de Chapero Jackson. El cine más arriesgado y rompedor se queda fuera de las preferencias del público. Algo malo pasa cuando se hacen buenas películas en nuestro país y no se ven lo que deberían. No se trata sólo de hacer más cine comercial, también de lograr que la gente se interese por aquél que es más exigente. Aquí también deberían tomarse medidas, y urgentes.
3. Torrente. Digo que es una "comedia chusca" y que "seguimos igual". Maticemos. Nunca me gustó Torrente. No me divirtió la primera parte (según sus infinitos fans, la mejor) y cuando fui a ver la secuela al cine me dejó de piedra que la gente se riera de chistes a los que no encontraba la menor gracia. Me perdí la tercera, y acabo de ver la cuarta para poder hablar de ella con cierta propiedad. Y lo digo, Torrente 4 ha sido una agradable sorpresa. Porque hay cosas buenas en Torrente, algunas muy buenas. Por ejemplo, Santiago Segura ha refinado su gran creación cómica hasta dar con un personaje complejo y patético, a medio camino entre el vagabundo de Chaplin, la torpeza de Mister Bean y la vulgaridad de Benny Hill, que acaba siendo un sincero canto a la dignidad de los perdedores. Hay momentos de gran riqueza actoral, como cuando Torrente confiesa su afecto por Paquirrín. Es insólito que una película que refleja la pobreza con tal crudeza (la escena en la que come de la basura es demoledora) haya alcanzado semejante éxito y no es poco mérito que Segura haya logrado la mejor película "social" que se ha hecho en España en bastante tiempo.
Destaca la atención del director/actor por los detalles, cosa normalmente muy descuidada en el cine español, los calzoncillos manchados de Segura o la estampita que entrega en la cárcel revelan inteligencia y hacen de ese universo más creíble. Hay escenas bien rodadas en la película, como la de la nave industrial en la que recibe el primer pago o la caída sobre las bolas infantiles en el centro comercial. No sé si es imposible, pero a mí se me hizo muy difícil no reírme con algunos gags bien traídos como la firma del anónimo o la manía de Torrente por hacerse "pajillas". Comencé a ver la película con pocas ganas y la realidad es que me divertí porque toca una fibra sensible que está muy relacionada con el propio hecho de ser español, con todo lo que ello implica. Parte de su grandeza es que no puede entenderse en ningún otro sitio. La parodia, en este caso del cine de agentes secretos, es un género fantástico. La pena es que además de Torrente, los españoles no tengamos ningún verdadero "héroe" con el que identificarnos. Es triste que nadie haya sido capaz de crear una película de acción española en la que veamos el reverso de ese ex policía facha y retrasado mental, un espejo más digno en el que mirarnos. La mezcla entre compasión y complejo de inferioridad de la que somos capaces los españoles es al mismo tiempo nuestra mejor y peor cualidad.
4. Prometedoras declaraciones del nuevo ministro de Educación y Cultura, el señor Wert, en la toma de posesión del nuevo secretario, señor Lasalle. Los "internautas", como siempre, ya están que rugen. Que rujan, que rujan. Después de años en los que los socialistas han dicho que acabarían con esta sangría sin hacerlo se impone la prudencia. Está claro que no se puede, ni se debe, volver al modelo anterior en el que discográficas, productoras, editoriales y etc. tenían un poder desmesurado y había unos precios excesivamente altos, pero no se volverá. Si esto es verdad, el mundo de la cultura puede experimentar un crecimiento económico y creativo sensacional. Será cuestión de que también se proteja el derecho de todos a la cultura, y para eso Internet es una herramienta sensacional. ¿Se acabó esta etapa dominada por la ley del Far West? Sería bueno. Muy bueno.