En el nuevo escenario digital que se está creando ahora mismo (¿no es excitante?) hay un elemento clave: las ventanas de distribución. Es un debate más candente que nunca y que ya debería tratarse con prioridad absoluta y solucionarse de inmediato porque el actual sistema no solo no funciona, es dañino. Además, como suele suceder cuando la ley va muy por detrás de la sociedad (cosa que sucede con demasiada frecuencia) la propia realidad ya se está encargando de solucionarlo, bien los propios usuarios de forma legal recurriendo a la compra por Amazon en el extranjero de películas que ya han salido allí en DVD o tirando de piratería, bien las propias distribuidoras explotando la ley al máximo o directamente saltándosela.



Hace un par de meses, en la reunión anual de distribuidores americanos, ShoWest, celebrada en Las Vegas, los grandes estudios (Sony, Universal, Fox y Warner) ya dejaron claro que más pronto que tarde las salas verían reducida a dos meses su exclusividad. Lo cual no sólo responde a la necesidad de inmediatez en otros soportes como el DVD o el VOD (Video On Demand), sino a otra realidad de mercado: la vida en cines cada vez menor de las películas, que recaudan barbaridades el primer fin de semana y alcanzan cifras estratosféricas en semanas para morir al poco después. El lunes 18, ShoWest se traslada a Barcelona hasta el 21 de junio para reunir a la plana mayor de los exhibidores europeos y muchos africanos y de Oriente Medio en CineEuropa. Sin duda, la cuestión de las ventanas será prioritaria en Cataluña como lo fue en Las Vegas.



El pasado viernes 15, se estrenaba el interesante documental Ríndete mañana en tres salas "alternativas" de nuestro país (en Madrid, Barcelona y San Sebastián) y en filmin.es. Habrá que ver esta galardonada película sobre la trágica peripecia de Carlos Larrañaga, un español condenado en Filipinas por un asesinato que no cometió y que sigue entre rejas aunque al menos ya en España, quince años después. Estos días, Anagrama me ha mandado también un producto curioso: Madrid, 1987, la última película de David Trueba editada en un pack junto al libro con el guión, con la característica iconografía de la editorial. El filme se estrenó hace tan solo dos meses. Y Paco León la ha liado diciendo que pasa de los cines y que estrena directamente en Internet su premiada Carmina o revienta el próximo 6 de julio. León quería hacer doblete pero al parecer ningún exhibidor quería jugársela a quemar tan rápido el producto. Cuando Extraterrestre se estrelló en las salas, fueron muchos quienes dijeron que la película habría sido un gran éxito si se hubiera estrenado directamente en Internet.



La cuestión es peliaguda. La ley sólo obliga a retrasar tres meses la salida en DVD de una película tras su estreno en salas. Hay una excepción, la que sirve a Trueba, si la película es española y no supera los 10.000 espectadores, esa ventana puede reducirse a dos meses. En la práctica, al parecer, las películas extranjeras que no triunfan en salas tampoco esperan tres meses para llegar a los videoclubes, Canal Plus o a filmin.es. Los acuerdos comerciales y las prácticas del sector alargan esos plazos a los seis para llegar a la televisión de pago y hasta tres asombrosos y larguísimos años para que alcancen la televisión comercial en abierto, un período ridículo que ha provocado que el cine prácticamente haya desaparecido de grandes cadenas (no digamos TeleCinco donde es inexistente).



Por una parte, es razonable que los cines gocen de algún tipo de protección. Aunque de esto se hable poco, los propios artistas también la merecen. Los directores, en la inmensa mayoría de los casos, prefieren que su película se vea en pantalla grande y esa integridad de la obra también merece ser muy respetada. Por otra parte, es evidente que no se pueden poner puertas al campo y existe un principio sagrado que debería respetarse: la libertad de espectadores pero también de creadores, veamos el caso de Paco León, de distribuir su película de la manera que mejor le parezca. Por ello, creo que la mejor solución sería crear un modelo flexible que por una parte diera un máximo de dos meses de exclusividad a las salas si tal es el deseo de la distribuidora (del exhibidor se da por descontado) reducible a cero de forma perfectamente legal. Sería cuestión, por tanto, de ir caso por caso y de generar dinámicas que tengan en cuenta la realidad del producto y del mercado. Por ejemplo, sería quizá mejor que el ICAA financiara tickets de cine y las películas españolas costaran en salas cinco euros que otras ayudas que presta. No es lógico que cueste lo mismo ver Seis puntos sobre Emma que Los vengadores.





Todo ello requerirá, ya lo está haciendo, renegociar los porcentajes y reinventar la forma de trabajar. Si los portales de VOD y los videoclubes quieren las películas antes, eso significa que se beneficiarán más de las caras campañas de promoción, sufragadas por las distribuidoras, y por tanto deberán pagar más. Los cines, al contrario, al ver reducidos sus privilegios podrían negociar contratos más ventajosos. Por otra parte, parece inevitable, en España se van a cerrar salas, los números descienden año tras año, nada menos que un 7% menos en 2012. Todo ello, estoy seguro, no es dramático. En los países que funcionan bien o medio bien (Francia, Alemania, Estado Unidos) la gente sigue yendo el cine e incluso más que antes. La experiencia de ir al cine sigue siendo insustituible y goza de mejor salud de lo que se dice, otra cosa es que la gente no tenga un duro. Se dijo al principio de la crisis que sería bueno para el cine porque es el espectáculo más barato pero la cosa se está poniendo tan crudo que sigue siendo carísimo para mucha gente. En cuanto la economía mejore, mejorarán esos números.



Y una cuestión final. Hay quien reclama inmediatez absoluta. O sea, que una película pueda verse en Internet al mismo tiempo que se estrena en el Festival de Cannes. Por una parte, estoy de acuerdo con que se favorezca hasta el máximo posible que los muy cinéfilos, que tampoco son tantos, puedan ver las películas antes de lo que lo están haciendo. Los plazos en cine son largos y es comprensible la frustración de muchos que ansían ver determinada película del último Berlín y deben esperar, en algunos casos, hasta un año y más para poder verla. La desaparición de los festivales de cine en España debería favorecer que florezcan al menos muestras de cine, más modestas y baratas, que al menos cumplan la función de distribuir más cine y antes. Los portales de Internet deberían llegar a cada vez más acuerdos con festivales.



Por otra parte, es urgente y necesario que se haga un esfuerzo, titánico, para que se distribuya todo de la forma más rápida posible. Es comprensible que las compañías apuesten por determinados títulos en cines con promociones grandes, pero todas esas, muchas y muy interesantes películas que pululan por los festivales del mundo, todos esos autores con filmografías cercenadas en nuestro país o incluso inéditos deberían aparecer cuanto antes en los nuevos videoclubes online. Si la película no se va a estrenar en cines, no tiene sentido hablar de ventanas. La ventana es cero.