Tres películas españolas que se estrenan hoy vienen a ofrecer, cada una a su muy distinta manera, una imagen muy poco halagüeña de nuestro ya maltrecho país.
1. Con la pata quebrada. Autor de varios cortos de ficción en los años 70, que no he visto, Diego Galán es más conocido como impulsor del Festival de San Sebastián en los años 80 y 90 así como cronista cinematográfico. Como uno de los mayores eruditos que tenemos en la historia del cine español, en los últimos años ha desarrollado una serie de retratos documentales que arrancan ya a principios de los 90 con su serie Queridos cómicos y retoma en 2005 con su trabajo sobre el montador Pablo G. del Amo al que siguen Almodóvar, Pilar Miró o una serie sobre el Festival de San Sebastián.
Sin duda, su documental más audaz hasta la fecha es Con la pata quebrada, presentado en el último Festival de Cannes, y en el que corre un riesgo formal más atrevido y genuinamente artístico que en sus anteriores trabajos. Mediante la utilización únicamente de fotogramas de viejas películas, Galán construye un relato devastador sobre el machismo en España. No deja de ser curioso que un personaje como él, incansable defensor, a veces contra viento y marea y haciendo de su capa un sayo, ofrezca la historia del cine español más detestable que se pueda imaginar.
Con la pata quebrada es un rosario de imágenes que dejan a muchas películas y de paso a nuestro propio país, a la altura del betún. Vemos a mujeres que son echadas a patadas de su casa como en Don Quintín el amargado, u hombres respetables acusando a las mujeres de haber desgraciado España con su "inmoralidad". Lo que vemos es un cine profundamente machista no solo en el fondo, de una forma muy sorprendente para estos días de corrección política, en la forma. Un machismo que no se esconde y que se deja ver en décadas como la de los 60 cuando en el resto del mundo corrían otros aires. El destape daría para otro artículo mucho más largo, pero no deja de ser la continuación de una cultura pedestre y premoderna en lo que respecta a las mujeres.
Narrado por Calos Hipólito y montado (esta es una película de montaje, obviamente) con ritmo y gracia, Con la pata quebrada es una película demoledora que ayuda a comprender muchos de los problemas de nuestro país a la hora de abrazar la verdadera modernidad.
2. Somos gente honrada. Voy a ser claro con esta película. Existe un tipo de cine español "buenrollero", basado en la idea de que la clase media, palurda e inculta como ella sola en su visión ideal de la virtud de los mediocres, es la salvación de nuestra patria. Son esos personajes con tripa, buen corazón, matrimonios de la solidez de una roca, hijos macarras que observan con bondadosa y "comprensiva" estulticia y etc que me da náuseas.
Comedia amable sobre la crisis a partir de dos de sus víctimas, un kioskero y un constructor, eso sí, bueno y entregado, que hallan un fardo de cocaína y se ven envueltos en la consabida peripecia de tener que venderlo siendo dos "cincuentones" absolutamente ridícula. Una cosa es tener 50 años y otra ser idiota y la ideología neoconservadora pasada por el tamiz de un izquierdismo de postín y populista a sumar su absoluta falta de gracia y ritmo o una dirección plana y amateur, hacen de Somos gente honrada probablemente una de las peores películas que se han estrenado en nuestro país en bastante tiempo.
3. Insensibles, Carta a Eva. La España franquista que algunos quieren reivindicar bajo distintas falacias y mentiras históricas, queda reflejada en toda su crueldad en dos películas tan fascinantes como Insensibles, de Juan Carlos Medina, y Carta a Eva, estrenada en televisión y dirigida por Agustí Villaronga. Haciendo ambos uso del thriller, en el caso de Medina con elementos fantásticos, construyen sendas asombrosas películas sobre el terror que supuso la dictadura para millones de personas, una herida que para cicatrizar primero debe ser asumida, comprendida y conocida. Insensibles se estrena hoy en cines y la interpretación de Alex Brendemühl, soberbia, rubrica uno de los debuts más sonados del reciente cine español. Y la película de Villaronga, estrenada o no en cines, es la mejor española que he visto en unos cuantos meses.