La reducción a la que nos obligan las listas -ese objeto de consumo rápido y fácil del que todo el mundo abomina siempre después de haberlo revisado con la atención de un experto joyero para ver si halla el brillo de un título desconocido, la feliz confirmación de sus intuiciones o las imperfecciones causadas por el mal gusto ajeno- las listas, decíamos, van adelgazando hasta alcanzar los escuálidos diez, quince o a lo sumo veinte nombres que pretenden resumir un año y terminan relegando al tintero del olvido un manojo de series que bien podrían haber formado parte de las elegidas pero, vayan ustedes a saber por qué, no les tocó. Por eso uno siempre fue más partidario de los repasos que del listado a bocajarro, de la contextualización que de esas menciones frías -con el uno Twin Peaks, con el dos The Wire, …- con aspiraciones de canon, de desalmada consolidación de una autoridad que no necesita explicaciones, que pretende levantarse sobre la fuerza inherente que poseen determinados títulos. 

Así que en un año en el que todos nos hemos visto desbordados por una riada de producción inabarcable convendría apuntar que el top 10 que salió a la luz hace ahora siete días se queda pequeño, que sería juicioso ampliarlo con una adenda que, adelantémoslo ya, también llegará trufada de carencias. ¿Por qué? Pues porque si cada mes se estrenan más series que días tiene la hoja del calendario cumplir con los deberes seriéfilos pone en peligro nuestra salud mental y nuestras relaciones sociales. Sobrepasados por el contenido no nos queda más que elegir y ahí entran en juego nuestros siempre taimados prejuicios, de manera que si la ciencia-ficción no es lo tuyo es probable que pasaras por el alto el estreno de Devs (Alex Garland, 2020). La impuntualidad también se paga. Si no llegaste a tiempo al estreno de un show determinado, es difícil que con el retraso acumulado trates de ponerte al día con, pongamos por caso, Ramy (Bridget Bedard, 2019-?), BoJack Horseman (Raphael Bob-Waksberg, 2014-2020) o la multipremiada Schitt’s Creek (Dan & Eugene Levy, 2015-?). La lista de series que este analista no ha visto es tan extensa que su impresión le costaría la vida a la mitad de los árboles que todavía quedan en el Amazonas. Mejor dejémoslo aquí. 

Dicho esto, sería provechoso recuperar algunas obras que no aparecieron en la lista de las 10 elegidas ni en el texto que las acompañaba y que ampliaba esa selección integrando otros títulos más o menos relevantes. No formó parte de ese compendio el capítulo especial de Euphoria (Sam Levinson, 2020) estrenado por HBO el pasado 4 de diciembre con el título Las rayadas no son eternas (Parte 1: Rue) que tendrá su continuación el próximo 21 de enero con el estreno de la segunda parte centrada en Jules (Hunter Schafer). Esta mitad del especial diseñado por Levinson -un doble interludio entre las temporadas 1 y 2- sorprende con un arranque en el que la ensoñación de Rue (Zendaya), que parece vivir una relación amorosa con Jules, está rodada con envolventes movimientos de cámara. Todo en ese principio parece idílico: el estado de felicidad de las enamoradas, las primeras claridades del día derramándose sobre las paredes de la habitación que comparten, la gracilidad con la que la cámara flota por ese espacio,… Sin cortar el movimiento, con un travelling de Rue al espejo y vuelta hacia ella, Levinson nos abandonará frente a la realidad de su joven protagonista, una adolescente con graves problemas de adicción, y marcará el cambio de tono del relato, que a partir de ese momento será ocupado por un gran bloque conversacional entre Rue y Ali (Colman Domingo), el padrino al que acude cuando sufre una recaída. 

Levinson, que habla con conocimiento de causa, se muestra fino con los diálogos (el momento Nike suena como una bomba que impacta en la línea de flotación del neocapitalismo) y deja que una Zendaya a la que todas las pantallas se le quedan pequeñas y un poderosísimo Colman Domingo hagan el resto. No hay más que planos y contraplanos -con alguna fuga al exterior de la cafetería en la que todo sucede durante las horas de Nochebuena- y un intencionado juego combinatorio con las escalas antes de dar paso a un epílogo en el que el movimiento -un largo zoom hacia el rostro de Rue- trata de escrutar qué se esconde en el interior de la mente de la protagonista: un plano ensuciado por la lluvia que golpea el cristal del coche de Ali, chofer de una Rue perdida que no sabemos dónde va. Tras cincuenta minutos de conversación, esa joven hermosa y rota sigue siendo un misterio irresoluble incluso (o sobre todo) para sí misma. Suena el Ave María en la versión de Labrinth: ¿llegará el milagro?

Valley of Tears | Official Trailer | HBO Max

Este verso suelto estrenado en el último mes del año no fue la única aportación notable del canal que conquistó los paladares más exquisitos abjurando de la televisión. Viendo Valley of Tears (Daniel Amsel, Amit Cohen, Ron Leshem, Gal Zaid & Yaron Zilberman, 2020) la tentación de pregonar que HBO es, efectivamente, otra cosa, se te pasa por la punta de los dedos y quieres utilizar tu teclado como un megáfono. No nos pongamos intensos, pues de intensidad ya va bien servida esta producción israelí cuyos diez episodios dirige con pulso de campeón olímpico de tiro con arco Yaron Zilberman. Esta miniserie resume la conocida como Guerra del Yom Kipur que tuvo lugar entre el 6 y el 25 de octubre de 1973, cuando una coalición militar formada por países árabes -principalmente Egipto y Siria- atacó a las tropas israelíes que custodiaban algunos emplazamientos clave como los Altos del Golán o la península del Sinaí, territorios ocupados por el estado de Israel durante la Guerra de los Seis Días (1967). 

Aquí no solo cabe valorar el dominio del bélico que demuestra Zilberman -el final del primer episodio exige tener un desfibrilador a mano-, o la fluidez con la que el comando de guionistas hace que las tres tramas principales confluyan; ni siquiera la construcción en crescendo de cada episodio -que acaba como si te dieran un culatazo en la sien- es lo más notorio, porque aquí lo verdaderamente relevante es la toma de posición política que toma la serie. Los que conozcan Incitación (2019), la anterior película de Zilberman, ya saben que no se encontrarán con una oda al heroísmo israelí. Aquí todo es más complicado. Empezando por su composición coral, que busca alcanzar el mayor grado de representatividad posible: que varios de los protagonistas estén adscritos al movimiento Black Panther o que no pocos personajes (militares incluso) critiquen abiertamente las decisiones tomadas por Moshé Dayán les deberían dar una idea de lo que se van a encontrar. Un aviso: estén listos para pensar.

Antes de abandonar HBO dirijamos los focos hacia Betty, la miniserie creada por Crystall Moselle como una continuación de su largometraje Skate Kitchen (2018). Seis episodios de apenas media hora en los que vemos a un grupo de chicas adolescentes balanceándose sobre sus skates recorriendo Nueva York de un extremo a otro. La cámara se adapta al ritmo que impone el monopatín y va dando cuenta de esa pequeña conquista que llevan a cabo Janay (Dede Lovelace), Honeybear (Moonbear), Indigo (Ajani Russell), Kirt (Nina Moran) y Camille (Rachelle Vinberg) que no es otra que la de ir apropiándose de una disciplina y unos espacios tradicionalmente dominados por los hombres, todo ello sin recurrir a esos tics que enseñan los manuales de guion y, como apuntaba la crítica Eulàlia Iglesias, driblando “el peligro constante de reducir sus conflictos al argumentario feminista, aunque la serie aborda cuestiones como el consentimiento sexual, la glamurización mercantilista de la propia subcultura, la relación con el cuerpo, la cuestión de las drogas, la (in)dependencia de los chicos, las diferencias de clase y el privilegio blanco”. Ahí es nada. 

Saltemos de una plataforma a otra: en 2020 StarzPlay ha dado varias campanadas. En su primer año completo de emisiones -llegó a nuestro país a principios 2019- ha estrenado un fenómeno como Normal People (Sally Rooney, Alice Birch & Mark O’Rowe, 2020) y uno de los actioner más potentes que nos ha deparado la nueva televisión, Gangs of London (Gareth Evans & Matt Flannery, 2020), amén de la anteriormente citada Ramy -que ya saben que no he visto pero que figura en no pocas listas de lo mejor del año (esas que no le importan a nadie). Menos comentada pero igualmente jugosa fue The Great, en la que el guionista Tony McNamara salpica de anacronismos su relato del ascenso al poder de Catalina la Grande (Elle Fanning) tras su matrimonio con Pedro III (Nicholas Hoult). Cabe recordar que el guionista australiano ya firmó el libreto de La favorita (Yorgos Lanthimos, 2020): si en ella, el cineasta griego deformaba la realidad histórica (y cargaba las tintas contra la institución monárquica) aplicando sus vistosas/estrafalarias marcas de estilo, en The Great esa distorsión queda inscrita en los descacharrantes diálogos y en las magníficas interpretaciones de Fanning (su transformación es deslumbrante) y Hoult, sostenes de esta sátira descreída, delirante y subversiva (y quizá un pelín larga). 

Igualmente desprejuiciada en su retrato de un grupo de bailarinas de striptease se muestra P-Valley, debut en la creación serial de la dramaturga Katori Hall que aquí adapta su obra teatral Pussy Valley para construir un crudo retrato ambiental marcado por la precariedad y la violencia en el que, sin embargo, no se atisba sensacionalismo alguno. Su poder de atracción emana tanto de la lograda atmósfera como de su aproximación frontal a ese submundo tan propicio para que la anécdota criminal y el melodrama se encuentren. Una serie cruda, que lo mismo muestra cuerpos de dolorosa belleza como exhibe una hiriente sordidez; una serie que no esquiva ningún conflicto (familias rotas, amores tóxicos, pobreza, infiltración religiosa, etc.) y que, aun así, fabrica momentos de sobrecogedora ternura. 

Para mirar hacia otras latitudes no hay mejor catalejo que los estrenos de Filmin, plataforma siempre atenta a lo que se produce en Europa, principalmente en el Reino Unido y en los países nórdicos. Sucede en este caso que hay fórmulas narrativas que parecen agotadas, como sucede con las ficciones centradas en las secuelas del terrorismo estilo Cuando el polvo se asienta (Dorte Warnoe Hogh & Ida Maria Ryden, 2020) o en las de corte conspirativo como La ruta del dinero (Jeppe Gjervig, 2016-2019), series que se parecen a otras series como por ejemplo Estocolmo, Estación Central (Dennis Magnusson, 2020) o Blinded (Jesper Harrie, 2019) y cuyas forma evidencian cierto estancamiento. Más allá de la solvencia de algunas producciones británicas como The Split (Abi Morgan, 2018-2020) o El último gran robo (Jeff Pope & Terry Winsor, 2019), o de series hinchadas por la crítica en virtud de sus supuestos hallazgos formales -El colapso- la obra más rompedora que la firma española importó en este 2020 quizá sea Exit (Oystein Carlsen, 2019), ampliamente comentada en el blog y que encuentra en la recientemente estrenada Industry (Mickey Down & Konrad Kay, 2020) un potente corolario.

Documental y comedia

How To with John Wilson: Official Trailer | HBO

En el terreno de las teleseries documentales hemos vivido un año en el que el true crime se ha convertido en el formato predilecto por las productoras para atrapar a los espectadores -un formato, dicho sea de paso, agotadísimo, en el que la morbosidad hace pasar por series de televisión reportajes que hubieran sido descartados por baja calidad por la dirección de Informe Semanal: piensen en el de Jeffrey Epstein – dos han sobresalido por encima del resto: The Last Dance (Jason Hehir, 2020) y How to With John Wilson (John Wilson, 2020). De la primera ya hemos hablado largamente en este espacio, así que no nos repetiremos. En la segunda vale la pena detenerse un instante. ¿Por qué? Pues porque es uno de los ejercicios de montaje más brillantes e hilarantes del año. Porque la capacidad asociativa de Wilson, que va encabalgando sus disquisiciones sobre la cotidianeidad neoyorquina con imágenes que siempre trascienden la mera ilustración a pesar de su pátina de vídeo doméstico, consigue extraer verdades sorprendentes y mapear como pocos la Norteamérica contemporánea (inevitable pensar en Trump cuando uno ve el capítulo dedicado a ‘El efecto Mandela’). 

Dado que quien esto suscribe no ha frecuentado mucho la comedia -ahí en la recámara está la décima temporada de Curb Your Enthusiasm (Larry David, 2010-?) por si el 2021 es una secuela del 2020 y se hace necesaria la medicación- es posible que sea injusto -qué demonios, todas las listas son injustas por incompletas- mencionar únicamente la segunda temporada de Lo que hacemos en las sombras (Jermain Clement, 2019-?), pero el partido que la producción de FX sigue sacándole al mockumentary vampírico es inaudito: desde la comedia va tocando todos los palos del terror, reflexiona sobre las paradojas del género (el episodio de los fantasmas), parodia con agudeza todos los tópicos, desprende frescura pese a tocar temas tan trillados y posee una factura de un ingenio poco corriente tanto desde un punto de vista técnico (los efectos son deslumbrantes) como desde una óptica formal (el manejo de recursos que muestra el cuarto episodio, homenaje al Vampiros de Carpenter incluido, da la medida de esta producción que aquí se ve a través de HBO España).

Aún reconociendo que es plana como el encefalograma de un hooligan, su humor a contrapelo, el choque cultural que plantea y la elección de la Premier League como escenario para darle rienda suelta han hecho que Ted Lasso (Jason Sudeikis & Bill Lawrence, 2020) se convierta en el último hit cómico del año. Y es que, reconozcámoslo, a veces nos emperramos en descubrir la serie que lo cambiará todo y si no nos topamos con ella (o no somos capaces de verla) nos frustramos hasta anular nuestra capacidad de disfrute. Intenten no hacerse esto (Albero, pero si tú eres el primero, no flipes) y gócenlo con cosas como Stumptown (Justin Greenwood, Jason Richman, Matthew Southworth & Greg Rucka, 2019) -que empezó en 2019 pero acabó en 2020 antes de que algún ejecutivo desaprensivo la cancelase- o New Amsterdam (Eric Manheimer, 2018-?), la producción de Amazon Prime Video que no me cansaré de recomendar y cuya segunda temporada, además de resultar tremendamente adictiva (ese ritmo jazzy), contiene el plano secuencia con más sentido de 2020 -capítulo sexto: una médico que trata de superar su adicción a los fármacos que ve cómo la sala de urgencias se colapsa- y un season finale en el que la maldita pandemia modifica la forma misma del capítulo. 

A lo tonto, nos ha salido otro top 10. 

1. Euphoria: Trouble Don’t Last Always (Part 1: Rue)

2. Valley of Tears

3. Betty

4. Lo que hacemos en las sombras 2T

5. The Great

6. Exit

7. P-Valley

8. How to with John Wilson

9. El último baile

10. Stumptown

@EnricAlbero