Las mejores series de 2022
De 'Andor' a 'La ruta', pasando por la británica 'Esto te va a doler', repasamos las series más relevantes de este año
El titular de este blog entiende las listas como un espacio para el descubrimiento, para que el lector recupere aquellas series que en su momento se le pasaron por alto o a las que no prestó atención por cualquiera que fuese la causa (tampoco es importante). Así que ponerles un limite equivaldría a traicionar esa idea porque nos obligaríamos a reducir demasiado el número de títulos o a proponer rankings del estilo 'Las mejores 35 series del año'. Por todo ello, aquí hemos optado por ordenar alfabéticamente las teleseries más relevantes —algunas de ellas pese a sus imperfecciones— de este 2022.
800 metros
(Elías León Siminiani & Ramón Campos / Netflix)
Posiblemente, el único documental seriado español estrenado en 2022 que pueda adscribirse a dicho género sin causar sonrojo (Salvar al rey o La sagrada familia están más cerca del reportaje que de cualquier otra cosa). Tres episodios y 150 minutos de pormenorizada investigación sobre los atentados que el 17 de agosto de 2017 causaron 16 muertos y 152 heridos en Barcelona y Cambrils, secundados por una ejemplar y equilibrada disposición de recursos (las reconstrucciones infográficas, las entrevistas a policías y a jueces y un valiosísimo material de archivo) armados a partir de un montaje vibrante y una visible toma de posición por parte de los creadores que se deduce, como no puede ser de otro modo, de la propia forma de esta docuserie.
Andor
(Tony Gilroy / Disney +)
Y la franquicia Star Wars levantó cabeza. Después de la parsimoniosa e insulsa El libro Bobba Fett y de manosear con tacto de picapedrero el mito de Obi-Wan en Kenobi, los mandamases de la saga intergaláctica recurrieron a Tony Gilroy para que, al igual que ya hiciera en la notable Rogue One, se olvidase un tanto de la mitología y facturase una serie de aventuras menos formularia y mucho más libre. Tres arcos dramáticos distintos, episodios que terminan cuando deben sin necesidad de agarrarse a un cliffhanger, un sentido de la épica que surge del propio tempo narrativo (pasan menos cosas que en muchas otras series, pero cuando pasan son más importantes, también porque nos las han explicado mejor) y un carismático Diego Luna son suficientes para hacer de Andor la mejor serie de Star Wars (sí, mejor que la del muñequito verde).
Atlanta. 3ª temporada
(Donald Glover / Disney +)
Donald Glover, siempre secundado por el director Hiro Murai, sigue trazando su estudio sociológico sobre la negritud contemporánea, exponiendo las tensiones que surgen entre identidad y capitalismo y que se transmiten a la idea misma de serialidad, con capítulos que rompen la continuidad narrativa, y que la convierten en un objeto tan complejo de acotar como las problemáticas que refleja. Monumental.
Barry. 3ª temporada
(Alec Berg & Bill Hader / HBO Max)
Bill Hader y Alec Berg han demostrado que son unos maestros del tono. Y lo son porque ellos mismos se lo ponen muy difícil. En la tercera entrega la ambivalencia tonal de Barry oscila entre la comedia rígida y la violencia estilizada, mezcla lo prosaico con lo extraordinario con sorprendente naturalidad y reflexiona con aparente ligereza sobre temas como la naturalización de la violencia, los absurdos de la industria televisiva y las películas que nos montamos para poder vivir con cierta normalidad (tanto los asesinos a sueldo de la estirpe de Barry, como nosotros mismos)
Better Call Saul. 6ª temporada
(Vince Gilligan & Peter Gould / Movistar Plus +)
El spin-off de Breaking Bad convertido en una obra de arte en la que Vince Gilligan muestra todo el potencial de la narración serial, lo reviste de una refinadísima estética y crea dos personajes para la eternidad como son Saul Goodman (Bob Odenkirk) y Kim Wexler (Rhea Seehorn). Una de las teleficciones más importantes de la última década, destinada a perdurar en el tiempo y a arrinconar a su predecesora.
Borgen. Reino poder y gloria
(Adam Price / Netflix)
Nueve años después, regresó Borgen, uno de los mitos de la teleficción nórdica, y lo hizo con una cuarta temporada que transcurre en torno al hallazgo de petróleo en una Groenlandia con ansias de independencia. En pocas palabras: metiéndose en otro berenjenal, en este caso el debate ecología versus economía. Y salvándolo con altura. Price vuelve a entregarnos un drama político sobrio, punzante y alicatado de reflexiones que van desde el control institucional de los flujos de información al debilitamiento de la libertad de prensa, pasando por el uso del género como herramienta de poder.
La ciudad es nuestra
(David Simon / HBO Max)
David Simon regresó a su ciudad natal catorce años después de la totémica The Wire con una historia basada en hechos reales, la del sargento de la Gun Trace Task Force (GTTF) Wayne Jenkins (Jon Bernthal), para confeccionar un estudio sobre la brutalidad y la corrupción policiales, pero también para certificar un fracaso institucional en el que están involucrados el poder ejecutivo, el legislativo y la propia policía. Algunos dirán que el genio de Baltimore nos ofrece más de lo mismo. Yo le pediría que nos diese una de estas cada año.
Los diarios de Andy Warhol
(Andrew Rossi / Netflix)
La sistemática organización de una enorme cantidad de material de archivo a propósito de la figura de Andy Warhol y el intercalado de numerosas entrevistas, así como un sugerente collage de texturas, le sirven a Andrew Rossi para conectar la vida privada del artista que dio carta de naturaleza a la cultura pop (celosamente guardada en los diarios que se publicaron dos años después de su muerte) con una obra que tiene mucho de exhibición semioculta de esas debilidades que escondía en público. El gran mérito de Rossi, más allá del repaso biográfico, consiste en hacernos creer que estamos en mitad del bullicio de The Factory sin salir del salón de nuestra casa.
The Dropout
(Elizabeth Meriwether / Disney +)
He aquí la cima de una tendencia, las de las series basadas en (anti)héroes que se hicieron ricos engañando a todo el mundo con una Amanda Seyfried apabullante. La historia de Elizabeth Holmes, fundadora de Theranos, importa tanto por su carácter desmitificador como por la manera en la que tiene de mostrarnos como se crea (y como se destruye) una imagen (falsa) diseñada para convencer al mundo de que confíe en ti (y, sobre todo, de que te entregue su dinero).
The English
(Hugo Blick / HBO Max)
Pese a su artera estructura y su, en ocasiones, excesiva grandilocuencia, este wéstern que se mira sobre todo en el Anthony Mann de la década de los 50, pero también en Leone, Tarantino o Clint Eastwood, sabe recuperar las esencias del género para darle una interesante vuelta de tuerca a partir del diseño de sus dos personajes principales: una aristócrata inglesa que llega al midwest en busca de venganza por la muerte de su hijo y un indio que ha ejercido como rastreador para el ejército yanqui y que ahora solo quiere el pedazo de tierra que le prometieron. Un paseo de amor y muerte por la América real.
Los ensayos
(Nathan Fielder / HBO Max)
Desconcertante ¿comedia? firmada por Nathan Fielder en la que el propio creador prepara a los participantes de su show contra los reveses de la vida poniendo en escena las dificultosas situaciones a las que tendrán que hacer frente en un futuro más o menos inmediato. Falso documental, reality autoconsciente y sesión continua de autoanálisis, Los ensayos termina por elevarse como un tratado existencial que emerge de ese fecundo espacio que se sitúa entre la realidad y la ficción.
Esterno notte
(Marco Bellocchio / Filmin)
Una de las últimas en llegar, estrenada por Filmin el pasado 20 de diciembre tras haber pasado por el Festival de Cannes, primero, y por el Serielizados Fest, después. Magnum opus del octogenario cineasta italiano, por lo que tiene de compendio de su filmografía y por el brillante aprovechamiento de las herramientas que le brinda la serialidad. Una teleficción polifónica sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro que nunca pierde de vista la aproximación coyuntural ni el retrato de conjunto.
Esto te va a doler
(Adam Kay / Movistar Plus +)
Siete episodios de algo más de 40 minutos en los que asistimos al trajín diario de un paritorio a partir de las experiencias transformadas en drama por el exdoctor metido a guionista Adam Kay, encarnado por un superlativo Ben Wishaw. Si de series exclusivamente británicas hablamos, esta es la mejor de cuantas se han estrenado en nuestro país este año, la que con mayor rigor funde pericia narrativa con ambición estética (menos aparatosa, por deudora de una tradición anterior que se esfuerza en copiar, que Harry Palmer: El expediente Ipcress, y menos pirotécnica que la divertida y un tanto exagerada Los hombres de SAS, lo último de Steven Knight). Permítannos una excepción, principalmente por no haber visto su segunda temporada, pero seguramente In My Skin también andaría por aquí (de la entrega inaugural hablamos ya en este blog).
Euphoria. 2ª temporada
(Sam Levinson / HBO Max)
Sam Levinson lo volvió a hacer. La segunda temporada de Euphoria se confirma como un retrato generacional sobre el miedo a la soledad y al abandono en la era de la hiperconectividad que no teme ir del éxtasis al desconsuelo ni fundir en el crisol de sus imágenes la fugacidad y el ingenio de los videos de Tik Tok con las deslumbrantes y coloristas transiciones de Corazonada (Francis Ford Coppola, 1981) o el estudiado embellecimiento con el que un instagramer instruido fabrica sus stories con los estilemas del cine de Brian De Palma.
Evil. 3ª temporada
(Michelle & Robert King / SyFy)
Los que echen de menos The Good Fight aquí tienen un motivo para seguir alabando a los King sin perder comba de la actualidad estadounidense. Poco importa que Evil sea una serie rebozada en terror paranormal y aliñada con humor descreído, las aventuras del trio de investigadores formado por la psicóloga Kristen Bouchard (Katja Herbers), el sacerdote David Acosta (Mike Colter) y el nerd entrado en años Ben Shakir (Aasif Mandvi) siempre terminan alimentándose de las problemáticas económicas, sociales y culturales del país en el que se desarrollan. Un disfrute absoluto.
Gaslit
(Robbie Pickering / Lionsgate +)
El caso Watergate contado desde las esquinas. Una serie coral en la que una sofisticada puesta en escena combina sin estridencias con una comicidad que no teme bucear en lo escatológico (y en el Watergate hubo mierda como para enterrar el monumento de Lincoln) y en la que Robbie Pickering sabe vadear el cenagal de los estereotipos para dotar de cierta humanidad incluso al carácter más repugnante. Gaslit es, también, la enésima constatación de que Julia Roberts es una actriz imponente, además de una estrella. Sean Penn, que también pudo haber sido una estrella, demuestra que todavía puede ser un gran actor. Y el resto del reparto no les va a la zaga. Una de las grandes olvidadas del año.
The Good Fight. 6ª temporada
(Michelle & Robert King / Movistar Plus +)
El punto final del drama legal que, desde una óptica progresista (auto)crítica, mejor ha diseccionado la América de Trump. En su última temporada los King apuestan por el amor como única herramienta para la reconciliación (y posible salvación) en mitad de un Chicago removido por los disturbios epítome de un país al borde de la guerra civil y en el que los eternamente perjudicados por el sistema se organizan en una suerte de paraestado que trata de suplir las carencias de la democracia estadounidense. Otra serie para tener en la estantería.
Hacks. 2ª temporada
(Lucia Aniello, Paul W. Downs & Jen Statsky / HBO Max)
Segunda entrega de las peripecias compartidas por la veterana cómica Deborah Vance (Jean Smart) y su joven guionista Ava (Hannah Einbinder) en la que se aborda la creación paulatina de un vínculo maternofilial entre ambas —Deborah utilizando a Ava como hija sustitutiva para arreglar sus errores como madre, y Ava recomponiendo los lazos afectivos con su problemática madre valiéndose de Deborah como sparring—, amén de una reflexión sobre la ambición y el deterioro de las relaciones personales cuando lo profesional se impone sobre cualquier otra consideración.
Irma Vep
(Olivier Assayas / HBO Max)
Revisión de la película que Olivier Assayas firmara en 1996 ahora transformada en relectura crítica, vodevil folletinesco a propósito del show business, sesión de terapia y lucida reflexión sobre la condición fantasmal del lenguaje audiovisual. El cruce perfecto entre la ligereza de una disfrutable (y mordaz) comedia de enredo ambientada en un rodaje y la exhibición autoconsciente de los hilos que mueven el genio de la creación. Una maravilla.
Justicia
(Bruce Goodison & Kevin Simpson / Filmin)
He aquí la historia real de Anne Williams (impresionante Maxine Peak), una madre que sacrificó su vida, arruinó su matrimonio y vio la caída de un puñado de primeros ministros con tal de que la verdad sobre la tragedia de Hillsborough, en la que perdió a su hijo, saliese a la luz. Un viaje dolorosísimo, refrendado por una puesta en escena áspera e incluso fea, en busca de la verdad. A falta de los estrenos de las enormes Life After Life (Bathsheba Doran, 2022) y Sherwood (James Graham, 2022), otra de las grandes producciones británicas del año.
The Kingdom: Exodus
(Lars Von Trier / Filmin)
Un cuarto de siglo después del final de la segunda temporada de The Kingdom, Lars Von Trier regresó a aquel hospital maldito para resolver líneas argumentales cerradas en falso, rendir un sentido homenaje a los actores/personajes ya desaparecidos, apelar a la autoconciencia de corte metalingüístico para ofrecernos una revisión desmitificadora de su propia creación y, sobre todo, para poner en solfa un puñado de temas de actualidad que van desde la identidad nacional a las cuestiones de género, pasando por el consentimiento, el ascenso de la ultraderecha o la diversidad étnica. Nostálgica, sí. Divertida, también. Aunque su final te congele la sonrisa.
La lección
(Deakla Keydar / Filmin)
Ganó en Canneseries y hay veces en las que los fallos de un jurado son aciertos. Este es uno de esos casos. Durante un ejercicio escolar, Lianne (Maya Landsman), una alumna de 17 años con sobrepeso, propone abiertamente que se prohíba la entrada de los árabes en la piscina pública. Argumenta que varias chicas han sufrido acoso o han sido víctimas de insultos que, para ella, tienen una base racial y religiosa. Su profesor Amir (Doron Ben-David) expone que la propuesta es fundamentalmente racista y que se sustenta en generalizaciones y falacias. Lo que parecía no ir más allá de una simple discusión en el aula crece hasta niveles insospechados y expresa con claridad todas las aristas que rodean el espinoso debate sobre la relación entre judíos y árabes en el estado de Israel.
Las mariposas negras
(Bruno Merle & Olivier Abbou / Netflix)
Enrevesado repaso a la trayectoria de una pareja de (supuestos) asesinos en serie que utiliza con criterio la figura del narrador no fiable y determinados tropos del cine de explotación para armar una ficción tan adictiva como sorprendente que, pese a sus numerosos giros de guion, justifica cada uno de esos reveses de la trama. Un placer inesperado.
Monster: la historia de Jeffrey Dahmer
(Ryan Murphy & Ian Brennan / Netflix)
Uno de los grandes éxitos del año (si es que en el tiempo de las plataformas podemos saber qué demonios es eso). Los usuarios de Netflix lograron que la serie (buena) de Ryan Murphy de este año acumulase más de 1.000 millones de horas vistas tras 60 días de emisión. Esta vez, el pelotazo venía secundado de una más que interesante (aunque prolongada en exceso) aproximación a la figura de Jeffrey Dahmer (Evan Peters), el caníbal de Milwaukee. El hosco diseño de producción, la fotografía mortecina de Jason McCormick y John T. Connor, la gran actuación de Peters, la creación de una atmósfera turbadora (pero no morbosa) y el examen de las flaquezas de ese 'monstruo', así como la incardinación de los truculentos hechos dentro de una especia de crónica social más amplia, la distinguen de sus muchas compañeras de subgénero.
No me gusta conducir
(Borja Cobega / TNT)
Comedia injertada de drama que maneja los recursos narrativos en función de la historia sin someterse a ningún apriorismo ni a ninguna pauta para contar el minúsculo desafío al que ha de enfrentarse Pablo Lopetegui (Juan Diego Botto), un profesor universitario que se mueve entre la displicencia clasista y la hurañía avinagrada que ha de sacarse el carné de conducir a sus 40 años. Un trayecto en coche de autoescuela con destino a la humildad guiado con pericia por un Borja Cobeaga que no teme mezclar humor, ternura y patetismo, y que dota de fuerza expresiva a objetos tan anodinos como un taxi o a una ciudad como Cuenca. La actuación de David Lorente como profesor de autoescuela doctorado en frases hechas es antológica (más aún dentro de una serie en la que todo el reparto brilla a gran altura).
The Old Man
(Robert Levine & Jonathan E. Steinberg / Disney +)
Podría ser la simple historia sobre una huida de un veterano agente de la CIA que vivía plácidamente en el anonimato hasta que sus antiguos superiores deciden darle caza. O un repaso en clave de cine de espionaje sobre los desmanes norteamericanos en la ya vieja guerra de Afganistán. Podría ser, y de hecho lo es, las dos cosas a la vez. Sin embargo, lo más importante de The Old Man no está en su argumento, sino en un episodio piloto dirigido por Jon Watts que es un prodigio de síntesis y economía narrativa. Cierto es que la serie ya nunca vuelve a ser tan buena, pero la tensión se mantiene hasta el final y Jeff Bridges está espléndido. Junto con el capítulo inicial de Tokyo Vice dirigido con el punch habitual por Michael Mann (serie, esta sí, que no aguanta el viaje de largo recorrido) conforman los dos mejores arranques del año.
Pam & Tommy
(Robert D. Siegel / Disney +)
Hay series que demuestran que la búsqueda de un punto de vista novedoso justifica una producción. Sucedía con El caso Lewinsky y sucede con Pam & Tommy, cuya libertad a la hora de encadenar distintas perspectivas a propósito del robo de la famosa cinta íntima protagonizada por Pamela Anderson y Tommy Lee -las de los protagonistas, pero también la del tipo que robo el video- y de mirarse en un modelo de comedia muy concreto (en la línea de los hermanos Coen), no le impide hablar sobre cuestiones como la condición de voyeur del espectador relacionada con el estallido de internet y la pérdida de privacidad. Cierto es que sus dos primeros episodios son mucho mejores que el resto de la serie, pero las posibilidades que abre ya justifican su presencia en este listado.
The Playlist
(Per-Olav Sørensen/ Netflix)
Una de esas series a las que Netflix apenas les da bola y que devienen grata sorpresa. Como si una versión de Rashomon sobre la creación de Spotify se tratase, The Playlist dedica cada uno de sus seis episodios a algunos de los involucrados en el levantamiento de la plataforma de reproducción de música por streaming. Y lo hace jugando a las contradicciones y a los desmentidos, mostrando la paradoja de un instrumento que nació para liberar la música y terminó empobreciendo a quienes la crean y sirviendo a aquellas discográficas cuyo poder quería doblegar.
La capacidad para trazar los arcos evolutivos de los personajes, ya sea en un solo episodio (el dedicado al informático Andreas Ehn) o en toda la temporada (caso de Daniel Ek, fundador de la plataforma) es tan sorprendente como el manejo de una misma localización para ilustrar distintos espacios (una oficina o un aeropuerto), el uso del travelling circular para traducir en imágenes la vertiginosa dinámica laboral o las continuas referencias a que estamos delante de una construcción (lo mismo Spotify que la propia serie) que puede ser impugnada en todo momento.
La ruta
(Borja Soler & Roberto Martín Maiztegui / Atresplayer)
La apuesta nacional más arriesgada de 2022. La desglosamos ampliamente la semana pasada, así que tampoco es cuestión de repetirse. Cualquier cosa que esperen de un acercamiento a un fenómeno tan manoseado como la Ruta del Bakalao no tiene nada que ver con lo que les ofrecerá una serie, aleluya, distinta.
Servant. 3ª temporada
(Tony Basgallop / Apple TV)
El tándem formado por Tony Basgallop y M. Night Shyamalan explora las infinitas posibilidades del terror familiar en una serie que parece inagotable pero que terminará en 2023 en la que la conversión de un hogar aparentemente ideal en un trasunto del edificio en el que vivían los Woodhouse de La semilla del diablo y la concepción de la familia como culto temible nos han proporcionado uno de los shows con mayor inventiva visual de los últimos tiempos.
Severance
(Dan Erickson / TV)
Dentro del notable nivel de las producciones Apple de este año (Slow Horses, Para toda la humanidad), este cruce entre alegato antineoliberal y thriller conspiranoico se ha elevado como el mejor high concept de 2022 (los empleados de una empresa se someten a un procedimiento quirúrgico que separa los recuerdos de su ámbito laboral de los de su vida personal para hacer de ellos personas más equilibradas). Además, ha servido para dejar constancia de que Ben Stiller es un muy buen director.
Slow Horses
(Will Smith / Apple TV)
Dos temporadas en un año. Y la segunda, que termina su emisión el 30 de diciembre, todavía es mejor que la primera. Una serie que desmitifica el (sub)género de espías desde sus dos primeras secuencias —como comparar a Jason Bourne con el George Smiley de Llamada para un muerto— plagada de diálogos afilados con la chaira de la ironía y el cinismo, inequívocamente política y con un elenco de actores encabezado por un pletórico Gary Oldman que hará las delicias de cualquier aficionado al género. Es tan buena que les gustará incluso a los que no sepan quien es John Le Carré.
Estación Once
(Patrick Somerville / HBO Max)
Esta miniserie basada en la novela de Emily St. John Mandel tiene el mismo problema que Por mandato del cielo —la producción de FX protagonizada por Andrew Garfield basada en la investigación de un asesinato en el seno de la comunidad mormona de Utah en 1984—, y es que su división en dos grandes bloques, aquí marcado por los vaivenes temporales y en la serie policiaca por la inclusión de flashbacks de corte histórico, las termina volviendo un tanto aparatosas. Con todo, Estación Once y su mensaje sobre una civilización postapocalíptica que puede mantenerse unida gracias a la ficción (está protagonizada por una compañía de teatro que recorre un mundo destruido representando a Shakespeare) y el uso de doble dirección que tienen los relatos (para sanarnos o para dominarnos: sobrevivir desde el conocimiento o desde la idolatría) no debería pasar desapercibido.
Tiempo de Victoria: la dinastía de los Lakers
(Max Borenstein & Jim Hecht / HBO Max)
El repaso a la época dorada de Los Ángeles Lakers, la de los Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y compañía, destaca por su firme intención de rebajar el entusiasmo mitológico sin tergiversarlo para escribir una hagiografía no autorizada de aquel esplendoroso periodo. La mezcla de texturas, el montaje violento y la descarada manipulación de los hechos sin traicionar el espíritu de todo cuanto sucedió, la convierten en una serie atractiva pese a sus imperfecciones (es muy expansiva y, en ocasiones, el arsenal de recursos que emplea no atiende a criterios demasiado lógicos).
Las últimas estrellas de Hollywood
(Ethan Hawke, 2022 / HBO Max)
Ethan Hawke no se limita únicamente a repasar las biografías de Paul Newman y Joanne Woodward poniendo voz a las transcripciones de las entrevistas que el propio actor encargó (y después destruyó), sino que se entrega a un cuidadísimo trabajo de recomposición archivística, a un exhaustivo repaso filmográfico y a un contextualización erudita para firmar una miniserie documental destinada a permanecer en el recuerdo que, sobre todo, logra que las vidas de ambos actores establezcan un diálogo tan fabuloso como honesto con sus propias filmografías.