Fotograma de '1992'. Foto: María Heras / Netflix

Fotograma de '1992'. Foto: María Heras / Netflix

En plan serie

'1992', la peor serie española de 2024

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A poco que hayan paseado sus retinas por las páginas de los medios culturales nacionales, este incluido, se habrán percatado del entusiasmo general en lo que a la cosecha anual de teleficción seriada española se refiere. En textos anteriores, como el que acompañaba la entrevista a Rodrigo Sorogoyen, Sara Cano y Paula Fabra a propósito del estreno de Los años nuevos (2024), ya se apuntaba que ese repunte cualitativo necesita de cierta continuidad para ser calificado de tendencia.

Lo más relevante lo encontramos, sin embargo, en la aparición de un corpus de teleseries que vienen a robustecer la denominada clase media, títulos de muy distinto pelaje como Rapa (Pepe Coira & Fran Araújo, 2022-2024), propuesta que ha ido creciendo en cada temporada y que puede verse como el perfecto equilibrio entre una factura sólida acompañada por el éxito de público.

O la irrupción de propuestas arriesgadas como puedan ser Nos vemos en otra vida (Jorge & Alberto Sánchez Cabezudo, 2024) o Yo, adicto (Javier Giner, 2024), que reflejan la amplitud temática de esta nueva hornada de producciones que, lejos de replicar fórmulas trilladas u optar por la seguridad que da el género, prefieren explorar caminos que van desde la autoficción sanadora al terrorismo, pasando por la violencia sexual dentro del matrimonio (Querer) o el fraude fiscal (Celeste).

Incluso los hay que transgreden las reglas del biopic al uso, como sucede en Cristóbal Balenciaga (Lourdes Iglesias, Aitor Arregi, Jon Garaño & José Mari Goenaga, 2024), o quienes vindican el true crime desde la puesta en escena como se observa en El caso Asunta (Ramón Campos, Jon de la Cuesta, Gema R. Neira & David Orea Arribas, 2024).

Todo ello sin olvidar el buen funcionamiento de las series diarias (Sueños de libertad, Valle Salvaje, Regreso a las Sabinas) tanto en las cadenas generalistas como en plataformas, una tendencia refrendada por el Emmy internacional que logró La promesa (Josep Císter, 2023-?). Tampoco estaría de más señalar la ostensible mejora de determinadas producciones de cadena como Las abogadas (Patricia Ferreira & Marta Sánchez, 2024) o Detective Touré (David P. Sañudo & Carlos Vila, 2024), ambas de RTVE, o El Marqués (Begoña Álvarez & Ignacio del Moral, 2024) de Mediaset, por no hablar del crecimiento de las ficciones autonómicas, con 3Cat a la cabeza.

Pero la existencia de un puñado de series relevantes, liderada por esas tres obras de consenso que son Querer (Alauda Ruiz de Azúa, Eduard Sola & Júlia de Paz, 2024), Celeste (Diego San José, 2024) y Los años nuevos, no deberían impedirnos ver el bosque. Porque, ¿qué porcentaje del total representan estos títulos? Si nos ponemos a repasar estrenos, descubriremos que en 2024 se han lanzado en nuestro país alrededor de 60 series de producción nacional y que lo que predomina no es, precisamente, la excelencia.

Y ahí encontramos descalabros como ese intento de replicar Succession en clave cántabra que fue Galgos (Clara Roquet, Francisco Kosterlitz, Pablo Remón, Lucía Carballal, Félix Viscarret & Nelly Reguera, 2024). O toda una retahíla de thrillers al por mayor repartidos por las distintas plataformas que no superan las mínima prueba de estrés como Segunda muerte (Agustín Martínez, 2024), Mano de hierro (Lluís Quílez, 2024), Clanes (Jorge Guerricaechevarría, 2024), Las largas sombras (Clara Roquet, 2024), la innecesaria Perverso (Alfonso Laporta & Gustavo Ron, 2024), secuela de la no menos innecesaria Parot (Pilar Nadal, 2021), Cicatriz (Fernando Sancristóbal, Pablo Roa & Verónica Marzá, 2024), Asalto al Banco Central (Daniel Calparsoro, 2024), Operación Marea Negra (Daniel Calparsoro, 2022-2024) o Tú también lo harías (David Victori & Jordi Vallejo, 2024).

Fotograma de 'Galgos'.

Fotograma de 'Galgos'.

El thriller ha sido, sin duda, el género más maltratado del año, y eso que en el campo de la comedia se han estrenado calamidades como Serrines, madera de actor (Jaime Botella, 2024), Atasco (Rodrigo Sopeña, 2024) o esa oda al kitsch que te deja los ojos como si te los hubiesen rociado con LSD que es Eva y Nicole (Daniel Écija, 2024).

También podríamos citar Un nuevo amanecer (José Corbacho, 2024), el reverso supuestamente cómico de Yo, adicto. Quédense tranquilos, a lo último del tándem José Corbacho/Yolanda Ramos es imposible engancharse. En el siempre acotado ámbito de la ciencia ficción, la presencia de la inefable Desde el mañana (Daniel Écija, 2024), sostenida por una titánica Marta Hazas, quizá sea la respuesta a por qué no se producen más series del género en nuestro país.

Tampoco han faltado las adaptaciones demodés (La pasión turca), los remakes insustanciales (Angela) o las versiones seriadas de bestsellers que solo buscan convertir en potenciales espectadores a los lectores de los originales literarios (¿A qué estás esperando?, Tierra de mujeres) y a los que no deberían acercarse sin ir ataviados con la pertinente ropa de seguridad; es decir, con un antifaz o con gafas de soldador.

También hemos tenido un grueso de títulos que no desprenden el más mínimo interés y que van desde La academia (Pablo Bartolomé & Yolanda García Serrano, 2024) a Las pelotaris 1926 (Marc Cistaré, 2023) pasando por Ni una más (Miguel Sáez Carral, 2024) o Beguinas (Irene Rodríguez, 2024). Curiosamente, la mayoría de ellas cumplen con una agenda de temas ‘importantes’ a tratar (violencia de género, homofobia, bullying), convirtiéndose en esas ‘series necesarias’ de las que hay que huir como alma que lleva el diablo.

Siguiendo con esta cuenta atrás que nos ha de llevar al infierno serial es imposible no hablar de Reina roja (Amaya Muruzabal, 2024), adaptación de la novela homónima de Juan Gómez-Jurado en la que el encadenado de situaciones inverosímiles, los personajes fabricados con el molde del cliché o su afán por resultar accesible a todo el mundo la convierten en un entretenimiento rutinario e inconsistente. Es lo más parecido a uno de esos infumables blockbusters protagonizados por los enemigos de Spider-Man (Venom, Kraven, Morbius, etcétera).

A idéntico nivel figuran dos de las grandes producciones de Netflix para este año, Respira (Carlos Montero, 2024) y La última noche en Tremor (Oriol Paulo, 2024). En la primera nos encontramos con un drama médico en la que el alegato político en favor de la sanidad pública termina en descacharrante comedia involuntaria. Por lo que respecta a la adaptación de la novela de Mikel Santiago que ha firmado Oriol Paulo, y que ya en su día describimos como una versión de La zona muerta pasada por el filtro de Los Serrano rodada por un Brian de Palma con cataratas, consúmanla con mucha precaución incluso si les va el hardcore.

Sin embargo, si nos hemos decidió por señalar 1992 (Álex de la Iglesia & Jorge Guerricaechevarría, 2024) como la peor serie española de 2024 es por dos factores diferenciales. En primer lugar, porque a unos guiones pobremente escritos se añaden unas deficiencias técnicas infrecuentes en la siempre aseada industria española, algo que no sucede en, por ejemplo, La última noche en Tremor, donde las ingentes cantidades de dinero invertidas cristalizan en una producción pintona y que se esfuerza porque el dispendio luzca.

La serie creada por el tándem De la Iglesia/Guerricaechevarría, que versa sobre la inopinada investigación que inician un expolicía alcohólico metido a guardia de seguridad y la viuda de la primera de una serie de víctimas relacionadas con el montaje de la Expo 92 de Sevilla, horroriza por su pobreza técnica. Fallos de racord, secuencias mal etalonadas, diferencias ambientales en el interior de un mismo plano (lluvia en el primer término del encuadre, sol en el segundo)…

La total ausencia de oficio que se observa en 1992 solo ha sido igualada este año por el otro gran desastre de la ficción patria: Zorro (Carlos Portela, 2024). Si son fans del personaje, ahórrense esta telenovela de capa (caída) y espada (desafilada) con un diseño de producción encargado a Juguetilandia y secuencias de acción que hacen que cualquier pelea de Bioman (1988) parezca rodada por John Woo.

Ahora bien, mientras que la producción de Secuoya Studios para Prime Video no es más que una sucesión de viñetas con decorados cartón piedra filmadas por Rompetechos, 1992 nos ofrece, supuestamente, una lectura profunda a propósito de las maquinaciones que se escondían detrás de los fastos del 92 y del despegue internacional de España. Una broma de mal gusto que, además, se toma en serio a sí misma.

Fotograma de '1992'. Foto: María Heras / Netflix

Fotograma de '1992'. Foto: María Heras / Netflix

En conclusión, y aunque solo sea por una cuestión estadística, antes de afirmar que 2024 ha sido un gran año para las series españolas, deberíamos repasar el catálogo entero para ver si predomina la excelencia o si, por el contrario, seguimos produciendo mucho material de relleno para abastecer a las voraces plataformas.

Por cierto, estos accidentes a cámara lenta que algunos contemplamos con morboso fervor no se reducen a la ficción nacional. Ahí tienen ese péplum con unos efectos digitales de baratillo al que solo le falta Chiquito de la Calzada para ser una obra maestra llamado For Those About To Die (Robert Rodat, 2024). O Disclaimer (2024), el insufrible culebrón arty de Alfonso Cuarón.

O una hecatombe del tono como The Regime (Will Tracy, 2024), insalvable incluso para aquella que logró sobrevivir al hundimiento del Titanic. O la inverosímil y ortopédica The New Look (Todd A. Kessler, 2024) que hace que Balenciaga parezca una digna secuela de bajo presupuesto de El hilo invisible (Paul Thomas Anderson, 2017). En todas partes cuecen habas, solo que en este nuestro país la olla es cada vez más grande y nos convendría ser lo menos chovinistas posible para comernos solo las buenas.