Un fotograma de ‘Dexter: Pecado original’

Un fotograma de ‘Dexter: Pecado original’

En plan serie

'Dexter: Pecado original': la penitencia es verla

Clyde Phillips, guionista de la serie original, ofrece más de lo mismo en esta precuela destinada a seguir pulsando hasta la extenuación el botón de la nostalgia. 

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El guionista Clyde Phillips, creador de De repente, Susan (1996-2000) o Feed The Beast (2016), ha sido el encargado de revitalizar la figura de Dexter Morgan, el asesino en serie más popular de los últimos tiempos con permiso del Hannibal Lecter encarnado por Mads Mikkelsen en la muy superior Hannibal (Bryan Fuller, 2013-2015).

La serie original, que partía de las novelas escritas por Jeff Lindsay, creada por James Manos Jr., se cerraba en 2013 con un polémico episodio final que rubricaba el paulatino decaimiento que la producción había experimentado tras finalizar su cuarta (y mejor) temporada, con John Lithgow como antagonista de nuestro antihéroe y con un season finale que te dejaba pegado al sofá como si lo hubiesen forrado con velcro. A partir de ahí, cuesta abajo y sin frenos.

Clyde Phillips, que estuvo integrado en el equipo de guionistas que forjó el mito, se ha convertido en el factótum de lo que es, a todas luces, la construcción de un franquiciado con el forense/serial killer como piedra angular sobre la que verter los cimientos de un complejo serial en expansión al que Paramount + quiere sacarle tanta pasta como pueda (recuerden que aquí la serie se ve, desde el pasado día 30, a través de SkyShowtime).

Primero fue Dexter: New Blood, una secuela del todo innecesaria que nacía con la intención de reparar los agravios causados por el series finale y apaciguar a un fandom que llevaba ocho años con la sonrisa en rigor mortis. Ahora, tres años después, la operación es de carácter anticipativo, pues Dexter: pecado original, no es otra cosa que una precuela que nos devuelve a los años de formación del protagonista.

Concretamente, a la Miami de 1991, con un Dexter (Patrick Gibson) que cursa su último año de estudios universitarios mientras ejerce de becario en el departamento forense de la policía de la ciudad, en la comisaría en la que trabaja su padre adoptivo, un Harry Morgan interpretado por Christian Slater.

La historia nos sitúa en los albores de su fecunda carrera homicida y, en resumidas cuentas, trata de explicarnos el background del personaje, un pasado que el espectador puede inferir a poco que recuerde o repase las ocho entregas que componen el original, puesto que la mayoría de informaciones que se nos ofrecen como nuevas ya estaban ahí.

En cualquier caso, el arranque de este nuevo apéndice dexteriano ya nos da a entender que esta no es más que la penúltima pieza de un puzle que será completado en breve y que tiene visos de crecer siempre que la audiencia responda brindándole horas de visionado.

Todo empieza con Dexter (Michael C. Hall) siendo ingresado en urgencias para ser sometido a una operación a vida o muerte. En ese prólogo, y al contrario de lo que podíamos presumir al final de New Blood, se nos desvela que el curtido psicópata no estaba muerto, estaba tomando... se un tiempo. Esa situación límite sirve para introducir un cliché a propósito de la frontera entre la vida y la muerte, de modo que nuestro protagonista revivirá su existencia como si la moviola de la memoria se activará ante la proximidad de un inminente viaje al más allá y sus días pasados se proyectasen al completo frente a la sorprendida y atenta mirada del ojo de su cerebro.

Así pues, Dexter: pecado original adopta la forma de un gigantesco flashback narrado desde el presente, de modo que la voice over que ordena el relato es la de Michael C. Hall y no la de Patrick Gibson, el actor que encarnará al joven Dexter.

Ese preámbulo y ese recurso narrativo (la voz de C. Hall) permiten establecer que, más allá de la precuela, la vida de Dexter Morgan continuará en el presente diegético y que los tentáculos de la franquicia podrán seguir creciendo. Lo harán, de hecho, con Dexter: Resurrection, cuyas primeras imágenes del rodaje se publicaban esta misma semana y cuyo estreno esta previsto para verano de este mismo año.

Es evidente que Paramount + ha decidido franquiciar al personaje, otra cosa es si su estrategia comercial encuentra cierto respaldo en su apuesta narrativa y/o estética. La respuesta es no.

Dexter: pecado original es un remedo nostálgico de la serie matriz, quién sabe si tratando de recuperar el cariño de aquellos fans desengañados tras la deriva del personaje. Clyde Phillips, responsable de esta triple campaña de resurgimiento, ha optado esta vez por recuperar todos los tropos que hicieron popular al psicópata de buen corazón.

Desde los personajes fácilmente reconocibles por la audiencia y convenientemente rejuvenecidos (Masuka, Batista, LaGuerta, …), hasta los tics estéticos como los paneos aéreos de al ciudad, la iluminación de los rituales criminales de Dexter, la disposición de las transiciones entre secuencias, las reconstrucciones de los homicidios que parecían inspiradas en el dripping o la consabida voz en off. De hecho, basta solo con ver los títulos de crédito para entender la propuesta de Phillips.

Otro tanto sucede si se la analiza estructuralmente, con esa combinación de tramas autoconclusivas, arcos dramáticos que ocupan varios capítulos y tramas horizontales que recorren toda la temporada.

Ahí están los ‘casos’ que se estiran varios episodios, como el que afecta al del asesino múltiple Levi Reed (Jeff Daniel Phillips), u otros que reaparecen involuntariamente, como sucede con el brazo flotante del extorsionador y asesino Tony Ferrer (Roberto Sánchez), una de las primeras víctimas de Dexter.

Una escena de 'Dexter: Pecado original'

Una escena de 'Dexter: Pecado original'

Con todo, la nueva apuesta de Paramount + puede dividirse en cuatro grandes bloques. El primero lo constituiría el proceso formativo de Dexter, tanto en el ámbito laboral como en su faceta de justiciero sangriento, convenientemente adiestrado por su padre Harry quien trata de inculcarle su famoso código: mata solo a los malos e intenta que no te pillen (ruego sepan excusar tan parco resumen).

El segundo se circunscribiría al flashback que protagoniza el propio Harry, ilustrado con una fotografía sobreexpuesta y en el que se narra la relación que el policía mantuvo con la madre biológica de Dexter, que trabajaba como su informadora, infiltrada en un cártel del narcotráfico.

El tercer bloque y el cuarto lo ocuparían los dos casos centrales de la temporada. El primero relacionado con un asesino en serie que liquida a sus víctimas empleando métodos diferentes pero buscando alcanzar cierta sensación de intimidad con respecto a sus objetivos. El segundo está relacionado con el secuestro del hijo de un juez que irá seguido de la abducción del primogénito del capitán de la policía, interpretado por Patrick Demspey, otro de los rostros populares del show, además del citado Slater y de Sarah Michael Gellar quien ejerce como mentora de Dexter en el departamento forense.

La sensación de dejà vu es continúa y, a tenor de los recursos utilizados, uno infiere que la voluntad del equipo creativo no era otra que la de reutilizar la vieja fórmula para que los fans puedan revivir las mismas sensaciones que experimentaron viendo la serie original. Algo que, por cierto, Star Wars lleva décadas haciendo.

Ahí tenemos la particular relación entre Dexter con su hermana Deb, encarnada ahora por Molly Brown, que sigue manteniendo intacta su querencia por el lenguaje soez, el comentario extemporáneo y las reacciones impulsivas. O las actitudes rijosas de Masuka (Alex Shimizu). O la aplicación del método deductivo y la capacidad para actuar con presteza del propio Dexter. Aquellos que deseen ver otra vez lo mismo tratando de convencerse de que el tiempo se ha detenido por error, quizá encuentren lo que buscan.

Ahora bien, conviene decir que los guiones son tan precisos como los efectos digitales utilizados para rejuvenecer los rostros, verbigracia la secuencia del alumbramiento de Deb (episodio sexto) en el que la cara de Slater se convierte en carne de meme. Elegir como escenario para uno de tus primeros asesinatos un frontón no parece una decisión muy razonable ni desde un punto de vista higiénico (mucho metro cuadrado que limpiar) ni teniendo en cuenta tus necesidades de anonimato. Los pasajes que exigen la suspensión de la incredulidad son numerosos, por ejemplo el del robo de la etorfina, un tranquilizante para caballos que Dexter utilizará para dormir a sus víctimas, donde se tensan en exceso las leyes de la verosimilitud.

Es probable que esta nueva aventura del good serial killer le sirva a Paramount + para embellecer su balance contable, pero como ficción no es más que una recreación destinada a curarnos los achaques de nostalgia, algo tan fácil de lograr con una sencilla automedicación: adminístrense la vieja Dexter en DVD. Al menos hasta el final de la cuarta temporada. El resto, incluida esta precuela, es más de lo mismo.