El primer Nioh atravesó un dilatado y complicado desarrollo que se alargó durante más de diez años. La idea del juego partió de un guion sin terminar del legendario cineasta Akira Kurosawa, Oni, que iba a convertirse en película de la mano de su hijo, Hisao Kurosawa. La trama contaba la historia de William Adams, un marinero galés que llegó a las costas del archipiélago japonés en 1600 y que, tras una serie de peripecias, acabó siendo elevado al rango de samurái y vasallo de Tokugawa Iesyasu, el gran shogun que pacificó el país. La película acabó por cancelarse, pero la producción del juego, de una forma u otra, siguió su curso. Al final, siguiendo en muchos aspectos el modelo de Dark Souls, se acabó lanzando a principios de 2017, convirtiéndose en un éxito moderado por su elaborado y profundo sistema de combate. Nioh 2 funciona como una precuela, cubriendo los acontecimientos del medio siglo anterior a la llegada de William, un periodo donde las figuras centrales fueron Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi.
A diferencia de la primera entrega, donde se jugaba con un personaje predeterminado, este juego incluye un editor de personajes bastante completo para esculpir la apariencia del protagonista. Hide es el vástago de un padre humano y una madre yokai, por lo que tiene acceso a muchas de las habilidades de estos espíritus del folclore japonés. Junto a Tokichiro se verá inmerso en los momentos más determinantes del período Sengoku tardío, como el magnicidio del templo Honnō-ji, la batalla de Okehazama o el asedio del castillo de Inabayama. El curso de los acontecimientos respeta los datos históricos, pero ofrece una versión alternativa cargada de elementos fantásticos que todos los personajes asumen como una realidad cotidiana.
En el centro neurálgico de Nioh 2 sigue estando su sistema de combate, tan complejo y profundo en sus mecánicas que puede llegar a avasallar. Es muy continuista con el primer episodio, limitándose a aportar aún más elementos sobre un sistema ya por sí muy elaborado. Las dos principales novedades son los núcleos (la esencia de los enemigos yokai) y los contraataques. Los núcleos permiten invocar o transformarse en un yokai por un par de segundos como mucho para hacer un ataque mágico que altera por completo las reglas de juego. Los contraataques permiten, en el momento adecuado, interrumpir ciertos ataques potentes, rompiendo su defensa y dejándolos al descubierto. Ambos movimientos son una apuesta de gran riesgo, pero aportan también una gran recompensa, por lo que saber el momento adecuado para emplearlos resulta vital. Por lo demás, el juego sigue cimentado en el esquema de posturas y en el empleo de ki, la energía que regula los movimientos de ataque y defensa. Desde el principio se incluyen nueve tipos de armas diferentes (katana, odachi, tonfa, lanza, hacha, kusaragima, etc), cada una con su extenso árbol de habilidades, las armas a distancia (arcos, rifles, cañones de mano), la magia omnyo y el ninjutsu. Manejar todos estos elementos, así como el equipo, es fundamental para superar los muchos desafíos que el juego dispone con las más aviesas de las intenciones.
Nioh 2 es un juego difícil, muy estricto en sus reglas, que penaliza severamente los errores. Todos los enemigos pueden ser mortales, y resulta necesario avanzar por los niveles con cautela. Aquí el juego ha mejorado enteros respecto a su primera parte, que acusaba una penosa falta de variedad que lo volvía muy repetitivo. El diseño de niveles ha mejorado de manera notable, siendo mucho más grandes e intrincados en esta ocasión, aunque siguen sin explotar la verticalidad salvo en excepciones muy concretas. Se ha aumentado también el tipo de enemigos, con algunos yokai muy ingeniosos, pero sigue abusando de cierto tipo, como los Gaki, que aparecen desde el primer nivel hasta el último y que terminan saturando en un juego que se alarga fácilmente hasta las 50 horas.
Nioh 2 es más una expansión que una secuela, no por la cantidad de contenido que incluye, que es mucho, sino por lo continuista que resulta, aportando pocas novedades jugables y formales tres años después. Pero lo que hace, lo hace muy bien, y aunque la manera en que está presentada la narrativa da por supuesto un cierto conocimiento de los hechos y personajes históricos que cubre, tiene grandes momentos enhebrados en sus enfrentamientos contra los jefes. Mención estelar merece Shibata Katsuie, sin duda uno de los más difíciles, pero cuya trágica historia emociona y sobrecoge a partes iguales. El final del juego, que conecta muy bien con el primero, resulta también apoteósico. Vibrante en su diseño y cargado de significado, es un momento espectacular que corona la historia de ambas obras y el viaje de todos los implicados.