En el mundo de los videojuegos se da una paradoja interesante. A pesar del nombre, y de que crecieron en los años ochenta apelando de manera muy directa al público infantil y juvenil, en la última década han atravesado un proceso de madurez tan ambicioso que, de una forma u otra, ha hecho que muchos de los grandes títulos que dominan la conversación cultural del momento suelan estar vedados a los más pequeños de la casa, ya sea por la complejidad de sus mecánicas o por un contenido que podría resultar inadecuado. En este espacio no suelo cubrir con frecuencia videojuegos que puedan ser disfrutados por los más jóvenes, pero eso no quiere decir que no los haya. Cada juego, como contenido cultural, tiene su edad apropiada y es necesario combatir esa idea de que solo los juegos que lucen un sello PEGI +18 son merecedores de elogios. Hay muchos estudios con talento alrededor del mundo que se vuelcan a la hora de diseñar títulos que no traten con condescendencia a los niños. Aunque no lo pueda parecer, muchos tienen un criterio excelente a la hora de separar los trabajos rápidos y cínicos de las obras meritorias. A continuación me voy a limitar a destacar los juegos que, en mi opinión, han alcanzado un nivel de calidad muy notable mientras se dirigen a un público amplio.
Crash Bandicoot 4: It’s about time: El juego de Toys for Bob funciona a modo de secuela directa de la trilogía original de PlayStation diseñada por Naughty Dog, cuyo último juego, Crash Bandicoot: Warped, salió en el ya lejano 1998. A pesar del tiempo transcurrido desde entonces, el marsupial parece retomar las cosas donde las dejó hace más de dos décadas. El juego es una auténtica delicia de los plataformas, con una dirección artística muy fiel que se beneficia de los avances tecnológicos para ofrecer un aspecto impecable. A pesar del cariz animado, el juego sigue la tradición de tremenda dificultad de la que la trilogía original hacía gala, si bien permite eliminar el contador de vidas para retomar la acción en el último punto de control después de morir, lo que hace que toda la ordalía sea un poco menos desesperante. De todas formas, el juego es un derroche de imaginación y de inventiva, que cambia las reglas a un ritmo constante, introduciendo nuevos elementos a tener en cuenta hasta llegar a un tramo final donde la exigencia es máxima. Recomendado para los que quieran un desafío que los ponga a prueba.
Sackboy: A Big Adventure: El icónico protagonista de la serie Little Big Planet deja a un lado el aspecto de creación para poder centrarse en una aventura de plataformas con una dirección artística enraizada en las manualidades. En el mundo de Craftsworld, los simpáticos muñecos de trapo viven en armonía hasta que un día el malvado Vex aparece en escena con la intención de conquistar este mundo propulsado por la imaginación. Los diseñadores de Sumo Digital han creado una extensa aventura con docenas de niveles que, lejos de limitarse a ir del punto A al punto B, proponen diferentes desafíos y tareas con cientos de coleccionables de por medio que permiten personalizar la apariencia de Sackboy. El juego parece diseñado con el multijugador en mente, con niveles bastante amplios y caminos paralelos para poder realizar las tareas al mismo tiempo. Muy divertido y con muchas sorpresas en la chistera.
Bugsnax: Los jugadores encarnan a un periodista innominado que un buen día recibe una invitación de la exploradora Lizbert Megafig para acudir a una isla poblada por los Bugsnax del título, mitad bicho mitad aperitivo. Al llegar al remoto enclave, el periodista se encuentra al incipiente asentamiento de la exploradora en problemas, con cada uno de los colonos habiendo decidido establecerse por su cuenta y a la propia Lizbert desaparecida. El primer objetivo es reunir a los colonos solucionando sus problemas con la fauna de la isla. Cada uno de los Bugsnax se comportan de manera diferente, y para atraparlos es necesario desarrollar estrategias diversas con un amplio rango de herramientas. Un juego de puzles que a pesar de la premisa surrealista narra un relato sorprendentemente bien hilado, con personajes definidos y un misterio intrigante en el centro de todo.
Paper Mario: The Origami King: En 2020 se ha celebrado el 35 aniversario de Super Mario Bros (1985) y como parte de la celebración Nintendo dispuso el lanzamiento de otra entrega de la subserie Paper Mario, más centrada en el género de rol que en las plataformas. En The Origami King el Reino Champiñón ha sido invadido por el Rey Olly y ha transformado a todos sus habitantes en figuras de origami, incluido la princesa Peach y a Bowser. Mario y Olivia, la hermanda de Olly, escapan por los pelos de la emboscada y se disponen a deshacer el daño que el rey ha causado en el reino utilizando las propiedades mágicas del confeti y un sistema de batalla basado en anillos concéntricos que hay que alinear para encadenar poderosos ataques. El juego, a pesar de su sencillez, tiene un componente narrativo mucho más amplio y consistente de lo que suele ser habitual en la franquicia, y los abundantes diálogos, sobre todo los que conciernen a Olivia, están muy bien escritos, destilando un humor y una ironía que hacen toda la aventura mucho más amena.
Astro’s Playroom: La secuela de Astro Bot Rescue Mission se ha presentado como una demo técnica de PlayStation 5 y el DualSense por venir de serie con cada una de las consolas de nueva generación de Sony, pero es mucho más que eso. El Team Asobi ha vuelto a dar un puñetazo sobre la mesa con un juego repleto de ideas magistrales, un plataformas muy efectivo con un control preciso como pocos y que sabe utilizar el mando de maneras muy innovadoras. A todo eso se le añade una música vivaracha, unos colores amables, el sentido homenaje al más de cuarto de siglo de historia de PlayStation y la divertida expresividad de los pequeños robots que pululan por el escenario representando muchas de las escenas más icónicas de juegos que son a estas alturas auténticas instituciones. A pesar de su corta duración (unas cuatro horas) es muy rejugable gracias al cronómetro y las diferentes carreras que se pueden realizar para batir los tiempos de cada uno. Puede ser el comienzo de una franquicia que pueda acercarse al trono de Super Mario. Ahí es nada.