En el mundo de Kena, los espíritus de los muertos pueden quedarse en un estado intermedio entre el plano físico y el espiritual si su muerte ha sido especialmente traumática o les ha sorprendido con asuntos sin resolver. Kena, como guía de espíritus que puede ayudarles a pasar el trance, llega a un pueblo que ha sido sacudido por una fuerte calamidad abandonado en su misión por encontrar pasaje al Santuario de la Montaña. Nada más llegar, le sale al paso un poderoso espíritu enmascarado que se revela como la fuente de la corrupción que atenaza el bosque en el que el pueblo se encuentra y tras un breve enfrentamiento, el espíritu desprecia el ofrecimiento de Kena de ayudarle a seguir adelante y se marcha. Para conseguir traspasar la barrera que le impide continuar, Kena debe componer el relato de los hechos de lo que ha transcurrido en el pueblo, hablando con los muertos y tratando de sanar las heridas de los espíritus corrompidos con la ayuda de los Rot, unas simpáticas criaturas de un poder insospechado.
Kena: Bridge of Spirits es un juego que entra por los ojos y que sorprende con su etiqueta de título independiente. La factura visual, sobre todo en una PlayStation 5, es muy notable, con un especial énfasis en la animación de los personajes, la iluminación y el detalle de unos escenarios expansivo, sobre todo las construcciones de madera de Bali y algunos detalles de sintoísmo japonés.
Ember Lab llamó la atención de todo el mundo hace cinco años con la publicación de un video homenaje a The Legend of Zelda: Majora’s Mask titulado Terrible Fate. El video narra el encuentro entre Skull Kid y la dichosa máscara, antes de convertirse en el villano que arroja a la luna sobre el mundo de Termina. El éxito del cortometraje de animación llegó a oídos de muchos ejecutivos de la industria y Ember Lab no tardó mucho en encontrar el apoyo financiero de Sony para hacer un juego entero con una licencia original. En los cuatro minutos y medio de Terrible Fate ya se pueden encontrar muchos de los elementos que caracterizan a Kena: Bridge of Spirits, desde los escenarios boscosos al choque de poderes en un plano místico. Y a pesar de que se han empleado algunos atajos y muchos trucos, el resultado final aguanta en lo técnico. Donde el juego flaquea es en su calculado conservadurismo. Puede que en esta ocasión en Ember Lab hayan probado suerte con una propiedad intelectual nueva, pero sus referentes estéticos son muy poco arriesgados. Y lo mismo se puede decir de todo el conjunto.
La ópera prima de Ember Lab es un juego competente, digno, que se deja jugar y que incluso llegar a provocar momentos de intensa emoción. Pero es también un juego muy poco memorable, con muy pocas ideas que se puedan considerar propias. La forma visual de Pixar, la influencia oriental del panteísmo ecologista de Studio Ghibli, el combate aguerrido de Dark Souls y el uso de criaturas al más puro estilo Pikmin. Son pilares poderosos cuya eficacia está más que comprobada y si al menos el estudio hubiera construido un relato ambicioso sobre ellos, podría en parte disculparse sus carencias imaginativas en otros apartados. Sin embargo, tampoco allí podemos encontrar mucho en lo que regocijarnos.
Quizá lo más notable sea cómo todo el juego subvierte las expectativas. A pesar de las caras redondeadas de los personajes y sus grandes ojos, el trasfondo no es particularmente amable. Salvo Kena, todos los demás personajes están muertos, incluido un par de niños, y aunque el juego los representa como espíritus conscientes en un mundo donde el más allá es una realidad tangible, no deja de ser un poco mórbido.
No obstante, para sorpresas, ninguna más acusada que la de la dificultad general del combate. Ember Lab ha tomado la decisión, hasta cierto punto incomprensible, de hacer un juego realmente complicado, donde los enemigos pegan muy fuerte y los errores se pagan muy caros. A esto, que puede ser legítimo si hay un cierto razonamiento detrás y uno está muy seguro de sus habilidades de diseño, hay que sumarle varios fallos de principiante que te dejan vendido en las refriegas, como la falta de información visual para prevenir los ataques por la espalda. A los desarrolladores les gusta inundar el escenario con enemigos comunes cuando presentan a un jefe, tapando la falta de profundidad en su diseño con un asalto de carne de cañón que lo único que consigue es transformar la experiencia en un lance farragoso. No es un error imperdonable, pero demuestra su falta de experiencia en estas lides y causa una frustración completamente evitable.
En definitiva, Kena: Bridge of Spirits es un debut notable, pero al que le pesa la falta de imaginación y la falta de experiencia poder definir una identidad propia. La propia protagonista es una hoja en blanco de la que solo llegamos a conocer una vocación heredada de su padre, pero en ningún momento el juego se preocupa de arrojar luz sobre sus motivaciones, su pasado más allá de una breve pincelada o siquiera la razón por la que quiere llegar con tanto ahínco al Santuario de la Montaña. El desarrollo de videojuegos es tremendamente complicado, sobre todo para un estudio novato, pero no debería ser óbice para haber afinado más a la hora de contar algo. Puede ser una buena primera piedra, pero si quieren construir un corpus que merezca la pena, Ember Lab tiene que ser más ambicioso en su próxima obra.