'Phantom Liberty', Idris Elba entra en escena

'Phantom Liberty', Idris Elba entra en escena

Homo Ludens

'Phantom Liberty', Idris Elba entra en escena

La expansión presenta un extenso 'technothriller' de espías que bebe de 'Misión Imposible' y 'Apocalypse Now' a partes iguales donde el veterano actor británico impone su presencia y veteranía.

30 noviembre, 2023 02:28

Los grandes RPG que definen una época suelen recibir voluminosas expansiones. La producción de semejantes mastodontes conlleva un trabajo ingente y los estudios, ya en los años noventa, se dieron cuenta de la conveniencia de sacar un capítulo intermedio en vez de una secuela entera que pudiera aprovechar el formato y ampliar considerablemente la experiencia, con nuevas mecánicas y un nuevo hilo narrativo.

Lo que no es tan normal es sacar una casi tres años después del lanzamiento original. Pero es que Cyberpunk 2077 nunca fue un juego normal, ni en sus desmedidas ambiciones ni en su tortuoso parto. Sin embargo, Phantom Liberty es la prueba definitiva del enorme potencial que este universo tiene como franquicia y el empeño de los polacos de CD Projekt de asentarla como un pilar fundamental de la compañía para las próximas décadas.

Night City es una jungla de neón en el desierto californiano donde la policía no puede garantizar tu protección personal, no solo animándote a que te hagas con un arma de fuego, sino a que explores la posibilidad de implantar unas hojas Mantis en los antebrazos. V sobrevive en las calles como mercenaria cuando un día recibe un encargo muy especial: asaltar el cuartel general de Arasaka y robar “la reliquia” al mismísimo Yoronobu, hijo del patriarca Arasaka. Sin embargo, cuando está en la suite intentando desvalijar al rico heredero, V presencia un parricidio y es descubierta.

Fotograma del videojuego  'Cyberpunk 2077'.

Fotograma del videojuego 'Cyberpunk 2077'.

El estuche protector de la reliquia resulta dañado, y para protegerlo decide insertarlo en el puerto de su cabeza, disparando una reacción en cadena de consecuencias funestas. Y es que la reliquia, el secreto mejor guardado de una megacorporación enfrascada en su propio golpe de estado particular, contiene el engrama de Johnny Silverhand (interpretado por Keanu Reeves), un rockero anarquista y terrorista que lleva cincuenta años muerto y ha sido resucitado como un constructo digital en la cabeza de V.

Phantom Liberty sucede de manera paralela a la trama del juego base y se desarrolla en el suburbio de Dogtown, aislado del resto de la ciudad por las tropas paramilitares del coronel Kurt Hansen, un auténtico corazón de las tinieblas en los aledaños de la gran metrópolis. Cuando la aeronave de la presidenta de los Nuevos Estados Unidos de América es derribada dentro de su demarcación, se inicia una cacería para hacerse con el trofeo y V recibe la misión más importante de su vida, protegerla el tiempo suficiente para que un legendario espía, Solomon Reed, pueda organizar su evacuación.

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De esta forma, Idris Elba se une al reparto con un personaje lleno de claroscuros. Traicionado por su país y dado por muerte siete años antes, Reed vuelve al servicio activo refunfuñando y de mala gana, únicamente acuciado por el nivel de desesperación de una situación que podría poner a la nación contra las cuerdas. Las interacciones con V están cargadas de tensión mientras los dos tratan de hacerse una idea de con quién están tratando. Reed es un personaje que no desentonaría para nada en una novela de John Le Carré: ajado, cínico, con remordimientos para ocupar varias vidas, lleno de secretos inconfesables pero resolutivo y eficaz como nadie.

Un consumado profesional acostumbrado a operar en los bajos fondos y a tratar con escoria de la peor calaña sin perder el oremus. Cuando las cosas se complican y las sospechas por el derribo de la nave presidencial apuntan a una hacker de su círculo más íntimo, su pasado sale a relucir. La historia nos lleva por vericuetos inesperados y situaciones delicadas donde se nos plantean auténticos dilemas y se nos obliga a tomar partido, estableciendo alianzas que irremediablemente suponen entrar en conflicto con los demás.

La trama central de Cyberpunk 2077 se centra en la relación extremadamente complicada entre Johnny y V. El engrama del viejo rockero que reside en su cabeza está asimilando su cuerpo a gran velocidad, convirtiendo de manera efectiva a V en una enferma terminal. Un proceso de sobreescritura de su psique, una paulatina disolución de su conciencia en la inabarcable personalidad de una vieja gloria con un odio irrefrenable por la megacorporación que acabó con su vida y a la vez capturó su alma para la posteridad. La reliquia que contiene a Johnny fue quien salvó a V de morir tras recibir un tiro en la cabeza, pero es también la que ejecutó el programa que la ha puesto en el corredor de la muerte.

Fotograma de 'Cyberpunk 2077'.

Fotograma de 'Cyberpunk 2077'.


Toda la campaña, de una u otra forma, se centra en intentar hallar una solución, una forma de separar las dos conciencias de manera segura, de ofrecer a V una salida. Al final, todos los caminos conducen al cuartel general de Arasaka, y ya sea mediante un asalto frontal o aliándose con Hanako Arasaka para denunciar los crímenes de su hermano, el precio a pagar es muy alto.

En Phantom Liberty, una vez la urgencia de la situación se disipa, Solomon Reed establece un pacto con V. A cambio de su ayuda para dirimir las responsabilidades de Songbird (una hacker que reclutó años atrás) en el derribo de la aeronave presidencial, el veterano espía le promete los considerables recursos del gobierno para conmutar su sentencia, desligando su conciencia de la Johnny y ofreciéndole una nueva oportunidad para vivir su vida. Es un final adicional que soslaya todo el clímax en el cuartel general de Arasaka. En este desenlace, V consigue evitar el cadalso, pero está muy lejos de ser un final feliz de factoría Disney. En un extenso y pausado epílogo, V repasa una a una el ingente coste en sus relaciones personales que conlleva la decisión que Reed le ofrece. Es una perspectiva demoledora que entronca con el alma verdadera de Cyberpunk 2077: sus magníficos personajes.

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Por toda su estética radical y sus estimulantes premisas filosóficas surgidas de la conflagración entre un progreso tecnológico desbocado y un capitalismo avasallador, la historia que los guionistas del estudio polaco han pergeñado destaca por la profunda humanidad de sus personajes. Una característica cargada de ironía si se tiene en cuenta los kilos de cromo y silicio en sus fisonomías o en el caso de Silverhand, una existencia enteramente digital. Igual de irónico que el hecho de que el mejor papel en los últimos veinte años de una de las grandes estrellas de Hollywood lo haya encontrado en un videojuego en vez de una película.

Es evidente que Keanu Reeves ha disfrutado como nunca con un papel que le ha permitido explorar facetas a las que no nos tiene acostumbrados. Johnny acusa una verborrea demencial y su naturaleza como constructo digital le permite aparecer en casi todas las conversaciones y situaciones del juego, aportando ácidos comentarios o soflamas anarquistas dignas de Bakunin. Lo que comienza como un antagonismo existencial entre los dos va evolucionando a una relación mucha más rica en matices, sobre todo cuando se van desvelando escenas del pasado de Silverhand y las razones que le llevaron a detonar una bomba nuclear en la sede de Arasaka medio siglo atrás.

Las subtramas de Judy y Panam ocupan un lugar muy destacado en la narrativa del juego por la impresionante caracterización de las dos mujeres y los temas de fondo que abordan. En el caso de Judy, la historia adopta un tono muy descarnado, ahondando en el inframundo de la prostitución de Night City y examinando las consecuencias de la violencia sexual. Abundan las escenas impactantes donde el estudio ha transgredido muchos de los límites autoimpuestos por la propia industria para poner el foco en realidades que demasiadas veces pasan desapercibidas.

Fotograma de 'Cyberpunk 2077'.

Fotograma de 'Cyberpunk 2077'.

Pero por toda la oscuridad de esta línea narrativa, el desenlace, en una misión que consiste en bucear por las ruinas inundadas del pueblo en el que creció Judy, es absolutamente magistral, afianzándola como un referente que pasará a la posteridad. Panam es el contrapunto psicológico, con un carácter más volcánico e irascible, pero la complicada relación que mantiene con su tribu de nómadas y su cabecilla, Saul, depara algunos enfrentamientos dialécticos ciertamente memorables. Y toda su historia apuntala un final tan explosivo y dramático como ella misma.

A las dos se suma Songbird, nombre en clave de la hacker So Mi, cuyas lealtades en conflicto vertebran la intriga que propulsa la acción en Phantom Liberty. Sin querer desvelar demasiado, el trabajo de caracterización es encomiable, con numerosos momentos sosegados donde se explora su complejísima relación de amor-odio con Reed y la disolución de su humanidad ante el asalto de las IA rebeldes que abren sus fauces al otro lado del Blackwall (uno de los conceptos más fascinantes de este universo, sin duda). Hay una decisión capital al final del segundo acto que transforma por completo el climax de la expansión. En cualquier caso, la conclusión es tan memorable como terrorífica y emotiva, llevando a todos los personajes principales al límite para luego sobrepasarlo en otra decisión agónica de consecuencias devastadoras. Sea cual su destino final, Songbird deja huella.

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CD Projekt es una de las compañías más transparentes de la industria con sus finanzas. El juego base que se lanzó en 2020 costó 174 millones de dólares en desarrollo y 142 millones en marketing. A eso hay que sumarle los 40 millones que el estudio se ha gastado en reparar el juego y en lanzar las versiones de PS5 y Xbox Series, el desarrollo de la expansión (63 millones) y el marketing de la misma (22 millones más). En total, 441 millones de dólares y ocho años de intenso trabajo. Uno de los videojuegos más caros de la historia. También de los más vendidos y más influyentes. Por eso, no sorprenden los planes de crecimiento.

La secuela ya está en marcha en las nuevas oficinas del estudio en Boston y Vancouver bajo el nombre en clave Orion. Con un poco de suerte la veremos antes de que termine la década. Mientras tanto, los polacos se han aliado con Anonymous Content para realizar un proyecto de imagen real que previsiblemente tomará la forma de una serie de televisión de prestigio, teniendo en cuenta la experiencia de la productora en True Detective, Mr. Robot y Westworld.

Esto se suma a la serie de animación japonesa disponible desde el año pasado en Netflix, Cyberpunk Edgerunners, absolutamente magistral, dicho sea de paso. Y todo ha sido posible por el empeño de los polacos en atravesar el desierto, redimirse de uno de los escándalos más sonados que se recuerdan y poner un broche de oro a todo su trabajo con una expansión que los encumbra como unos narradores de referencia, no solo ya en videojuegos, sino en todo el panorama cultural internacional. Absolutamente imprescindible.

Andrea Galvani, 'The End (Action #5)', 2015. Colección de Arte Contemporáneo Fundación ”la Caixa”. ©Andrea Galvani Studio.

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