'Warhammer 40.000: Space Marine 2', una epopeya espacial con estética heavy metal
Saber Interactive detalla una invasión alienígena en el universo de la conocida franquicia de juegos de guerra sin reparar en costes y un simplismo mecánico que nos retrotrae a una época anterior.
Warhammer 40.000 es el juego de guerra con miniaturas más popular del mundo. Ejerce un dominio particular sobre el Reino Unido, pero sus tentáculos se extienden por doquier desde su lanzamiento en 1987. Aunque la base sigue siendo el juego de mesa y la pintura de miniaturas, a lo largo de las décadas se ha ido gestando un corpus narrativo que la ha convertido en una franquicia multimedia de pleno derecho.
Su universo dio origen al término grimdark para hacer referencia a un subgénero de la fantasía y la ciencia ficción caracterizados por un enfoque violento y pesimista. En el cuadragésimo milenio, las cosas no pintan nada bien para el Imperio del Hombre. Su territorio se extiende por un millón de mundos en la galaxia, pero está asediado en todos los frentes por alienígenas genocidas, demonios y dioses malévolos. Todo progreso científico lleva eones estancado y la humanidad ha quedado reducida a una teocracia fascista atrapada en una guerra eterna para ralentizar lo inevitable.
Es un crisol de influencias literarias donde destacan Dune de Frank Herbert, el horror cósmico de H. P. Lovecraft y El paraíso perdido de John Milton, todo aderezado con una estética heavy metal.
Space Marine 2 continúa la historia del capitán Titus después de pasar un siglo apartado en una unidad de élite secreta como expiación por las acusaciones de herejía al final del primer juego (lanzado en 2011 y desarrollado por otro estudio). Una raza alienígena de insectoides extragalácticos conocida como los tiránidos ha invadido los planetas de Kadaku y Avarax con sus legiones incalculables y Titus recibe el mando de una unidad de marines espaciales para contribuir en la defensa.
Tras unas primeras escaramuzas en la evacuación del planeta, dan con el rastro del proyecto Aurora, un arma misteriosa que podría detener la invasión alienígena de golpe. Sin embargo, las fuerzas del Caos intervienen para hacerse con ella antes que las fuerzas imperiales.
Es un juego de acción de la vieja escuela, sin complicaciones, directo al grano pero muy bien hecho. Una sencillez digna de elogio.
Lo primero que nos viene a la mente tras ver el juego en movimiento es Gears of War, la historiada franquicia de Microsoft. El original salió cuando su popularidad estaba en auge y hay muchísimas referencias, pero también diferencias sustanciales. La principal es que Space Marine 2 no es un juego basado en coberturas, sino en una acción frenética que combina disparos con espadas y nos exige estar siempre en actitud ofensiva, enfrentando las oleadas de enemigos de forma que establezcamos prioridades estratégicas.
En ese sentido, el sistema de mejoras se parece mucho al estándar de Doom (2016) y Doom Eternal (2020). La única manera de regenerar escudos es realizando movimientos espectaculares sobre enemigos aturdidos, lo que nos fuerza a encarar los desafíos de frente.
Saber Interactive ha reutilizado la tecnología que desarrollaron para mostrar las hordas de zombies de World War Z (2018) de una manera muy inteligente. Los tiránidos invaden sistemas como una plaga de langostas, apabullando con sus números incalculables y moviéndose al unísono como una mente colmena.
La sensación de agobio durante la primera mitad del juego es casi constante. Auténticas nubes de gárgolas se desplazan por el aire como si fueran colosales bandadas de estorninos monstruosos, opacando la luz del sol y derribando aeronaves. Las avalanchas de las unidades terrestres abruman las trincheras y construyen pirámides para sortear las barreras físicas, de manera análoga a cómo superan los zombies el muro de Jerusalén en la película de Brad Pitt.
En la dificultad recomendada, el juego nos pone al límite, llevándonos a un punto de desesperación donde todo parece excesivo. Sin embargo, tras los primeros compases, el ritmo interno del juego empieza a manifestarse, facilitando la toma de decisiones en el fragor de las acometidas.
Space Marine 2 prácticamente nos enseña todas sus mecánicas durante la primera media hora y aunque la campaña va escalando en épica de manera sostenida, el esquema jugable apenas varía. No hay sistemas de mejoras persistentes ni elementos RPG. Es un juego de acción fibroso, muy definido, sin grasa de ningún tipo ni aditivos modernos.
A mitad de la campaña entran en juego las fuerzas del Caos, con un arsenal de poderes místicos que elevan el nivel de desafío, pero el bucle jugable se mantiene constante. Los valores de producción son increíbles, con grandes panorámicas de destrucción que transmiten la idea de una invasión planetaria a gran escala y donde el estudio no ha reparado en gastos. En algunos momentos puntuales la acción en pantalla es tan compleja y caótica que la tasa de imágenes se resiente, pero por lo general, el código que lo sostiene todo se demuestra robusto. Es realmente espectacular.
En teoría, Henry Cavill está preparando una serie con Amazon para adaptar el universo de Warhammer 40.000 a serie de televisión. El actor británico es un apasionado de la franquicia y suele contar en entrevistas cómo pasa las horas pintando las miniaturas.
Si algo se desprende de la narrativa de Space Marine 2 es la profundidad de su worldbuilding. El juego no tiene reparos a la hora de lanzar al jugador términos obscuros sobre la compleja estratificación social y militar del Imperio. Hay mucho nombre propio y es fácil perderse, pero en todo momento despierta nuestro interés, rehuyendo tópicos derivativos con ideas arriesgadas y una iconografía radical.
Los personajes principales tienen la misma profundidad psicológica que un bloque de granito, pero su lenguaje florido y su devoción militarista nos consigue vender la ficción. A la postre, todo está al servicio de un juego de acción de la vieja escuela, sin complicaciones, directo al grano pero muy bien hecho. Una sencillez digna de elogio.