'Call of Duty: Black Ops 6', operaciones encubiertas durante la guerra del Golfo
La franquicia vuelve con un episodio cargado de adrenalina que sigue la fórmula de las películas de 'Misión Imposible' con el trasfondo de la invasión de Kuwait.
Otro año más y otro Call of Duty listo para la campaña navideña. Después de dos décadas, resulta un tanto complicado seguir la genealogía de las sagas, ambientaciones, universos y los estudios responsables que trabajan en complicados turnos de rotación para mantener el tirón de una marca tan poderosa que convenció a Microsoft para desembolsar cerca de 70.000 millones de dólares para controlarla.
El año pasado fui muy duro con el cinismo chabacano de Modern Warfare III (2023), un título desarrollado en apenas 14 meses que hacía aguas por todos lados y cuya única razón de existencia era no descarrilar la gigantesca adquisición corporativa. Black Ops 6, la secuela directa de Black Ops: Cold War (2020), es la historia opuesta. Raven, los muñidores de la campaña, han contado con cuatro años de desarrollo, el mayor intervalo de tiempo jamás concedido a un estudio para pergeñar un juego de la marca, y los resultados son más que evidentes.
En 1991, durante el comienzo de la Operación Tormenta del Desierto, un equipo de la CIA asalta un convoy para extraer al ministro de defensa iraquí. Sin embargo, se ven obligados a pivotar cuando éste les informa de una organización multinacional paramilitar denominada Panteón que le sigue el rastro. Antes de poder completar la misión, Rusell Adler, un antiguo agente de inteligencia que lleva desaparecido desde el desastre de Panamá en el 89 (unos eventos que se cubren en Black Ops 2) lo ejecuta a sangre fría y se rinde sin oponer resistencia.
El fracaso lleva al director de la CIA a suspender a los operativos del equipo, que deciden pasar a la clandestinidad y establecer una base de operaciones en Bulgaria, fuera de las redes de influencia de la CIA, para investigar el rol que Panteón está jugando en el régimen de Sadam Hussein. Tras acometer un peliagudo rescate de Adler de una prisión secreta en Washington DC durante un acto de campaña del por entonces gobernador Bill Clinton, el equipo descubre el rastro de una nueva arma biológica que Panteón ha suministrado al régimen iraquí de consecuencias devastadoras.
Seguir la línea narrativa de Black Ops es un ejercicio complicadísimo, como suele suceder con todas las franquicias folletinescas que se alargan en el tiempo e imprimen números en las carátulas cada vez más elevados sin ningún tipo de complejos. Aquí influyen de manera determinante los dramáticos hechos de Black Ops 2 (2012), que abarcan dos líneas temporales, una entre 1986 y 1989 y la otra en 2025.
Al mismo tiempo, el personaje de Adler es introducido en Black Ops: Cold War (2020), cuyos eventos principales se engloban en 1981 y aunque no llevara número supondría a todos los efectos el quinto episodio de esta subsaga de Call of Duty. A pesar de todo, Raven se ha preocupado de organizarlo todo de manera que, tras unas primeras misiones de aclimatación donde la catarata de exposición es bastante notable, el relato en torno a Panteón y la amenaza que supone para el orden post Guerra Fría se erige como un hilo conductivo sólido.
Después de tantos años y tantos experimentos, con un entorno tan cambiante en el panorama de la industria del videojuego, sorprende la capacidad que tiene la franquicia de reinventarse y seguir proponiendo fórmulas de entretenimiento de calidad. Raven ha profundizado en muchas de las ideas que ya exploró en Cold War y el resultado es espectacular. Si por algo se caracteriza su campaña es por la variedad, muy lejos de los planteamientos puramente bélicos de antaño.
Se han decantado por un acercamiento a lo Misión Imposible, con infiltraciones de película, juego de espías y clímax de acción desatada que sin embargo nunca se exceden. Es una de las campañas más completas y ambiciosas de la historia de la franquicia. Cada nivel gira alrededor de un concepto diferente, abarcando géneros dispares con maestría. Tenemos un enorme mundo abierto en los desiertos de Kuwait, secuencias que se adentran con determinación en el terror, misiones donde se subraya el sigilo, fases de investigación donde desvelar secretos tras puzles muy elaborados, etc. No hay dos niveles iguales.
Todo está vertebrado por la base de operaciones en Bulgaria, una enorme dacha en la costa del mar negro que funcionaba como un antiguo enclave del KGB, al que el jugador vuelve entre misiones para implementar mejoras sustanciales, dialogar con los diferentes personajes e investigar sus secretos.
Sin querer desvelar nada, hay una serie de puzles que comienzan con una secuencia de notas en un piano que nos abren toda una sección oculta y nos muestra una faceta muy interesante de sus antiguos habitantes. Quizá la recompensa final no esté a la altura, pero he de reconocer que la cadena de rompecabezas me ha parecido brillante, con una dificultad ajustada que no se torna impropia en un juego principalmente de acción como este.
La historia de Black Ops 6 más pronto que tarde vuelve a incidir en el gran leitmotiv de la saga desde sus inicios: la paranoia y los elementos más esotéricos de las agencias de inteligencia. Después de tantas entregas, los giros de guion y los elementos alucinógenos no sorprenden como antaño, pero siguen siendo muy efectivos, sobre todo cuando deciden ir con todo, llevando la premisa fantástica hasta sus últimas consecuencias. Si termina funcionando es por la fortaleza de sus personajes, un plantel muy variado que consigue destacar aun sin contar con un extenso metraje.
Todos son operativos ya muy experimentados, con muchos esqueletos en el armario y con traumas específicos que aportan un contexto fundamental para entender su comportamiento y su proceso de toma de decisiones. Puede que nos sintamos un poco perdidos al principio por la enorme descarga de información (sobre todo si no hemos jugado algunos de los capítulos anteriores), pero el reparto se acaba imponiendo con autoridad incluso cuando la trama en sí se va por derroteros que vuelven elásticos los límites de lo creíble.
En definitiva, Call of Duty: Black Ops 6 es la mejor entrega de esta subsaga desde por lo menos Black Ops 2 y borra por completo el estropicio que causó a la imagen de la franquicia la cínica entrega del año pasado. Los cuatro años de desarrollo se han revelado como todo un acierto. Han otorgado el tiempo suficiente a Raven para idear una campaña que roza el sobresaliente y cuyo único demérito es el no haber podido conjurar una trama principal más contundente, aunque es cierto que han hecho maravillas si tenemos en cuenta el pesadísimo bagaje con el que tenían que lidiar.
Es también un juego fundamental en la estrategia de Xbox de cara al futuro. Al ponerlo de lanzamiento en Xbox Game Pass, han renunciado al ingreso de ventas por valor de cientos de millones en su plataforma, y aunque no tenemos datos definitivos, parece que les ha podido salir bastante bien. Tengo muchas más dudas sobre el futuro inmediato de esta gigantesca máquina de producción de éxitos. Los próximos años bajo Microsoft pueden ser complicados de gestionar, pero por ahora nos quedamos con un título espectacular.
Call of Duty: Black Ops 6
Estudio: Raven Software
Editora: Activision
Director creativo: Natalie Pohorski
País: Estados Unidos
Plataforma: PC, PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Xbox Series