
El logo de Deepseek. Foto: EFE/EPA/ANDY RAIN
DeepSeek, la barata IA china es un fraude gigantesco o tan rematadamente superior que asusta
Ha provocado que Nvidia sufra la mayor caída bursátil de la historia, volviendo a poner sobre la mesa el factor desestabilizador del gigante asiático en el panorama mundial.
Más información: Kingdom Come: Deliverance II': la venganza 'antiwoke' será inmisericorde
Durante décadas, Nvidia era una compañía poco conocida fuera del ámbito del gaming. Con el advenimiento de los polígonos tridimensionales en los años 90, los juegos empezaron a exigir un hardware dedicado para renderizar sus gráficos, comenzando una carrera desaforada por sastisfacer las necesidades de un mercado creciente. Rápidamente, AMD y Nvidia se perfilaron como los principales contrincantes, innovando a un ritmo creciente e influyendo en gran manera la estética del medio.
Durante una década, la competición fue tremenda, pero ya a finales de los años 2000, Nvidia despuntó como la opción preferida por los jugadores entusiastas para montar sus ordenadores. Sus tarjetas gráficas eran algo más caras, pero a cambio ofrecían un rendimiento superior y daban acceso a una serie de innovaciones muy lustrosas que nos maravillaban entonces, tan pendientes como estábamos por la ansiada confluencia con el fotorrealismo.
En el mundo de las consolas, aunque Nvidia se encargó de hacer los chips gráficos de algunas como PlayStation 3, la primera Xbox o la más reciente Nintendo Switch, en los últimos tiempos ha sido AMD quien se ha hecho con los sustanciosos contratos de proveedores.
Hay muchas razones para que tanto Microsoft como Sony se hayan decantado tanto en este generación como la anterior por AMD, pero sin duda una de ellas es el coste. Los precios de las tarjetas de Nvidia se han disparado en los últimos diez años, y no todo se puede explicar por la inflación.
La pandemia provocó una crisis global de semiconductores entre 2020 y principios de 2023, pero a eso hay que sumarle la enorme demanda que las tarjetas de Nvidia han experimentado fuera del gaming: primero por la minería de criptomonedas y luego por la proliferación de los laboratorios de IA.
Esta confluencia de factores creó la tormenta perfecta para la compañía, explotando el valor de sus acciones. Pasaron de los 5 dólares por acción a finales de 2019 a rozar los 150 hace tres semanas. Un crecimiento del 3.000 % en cinco años. En 2024 llegaron a ser la compañía más valiosa del mundo, superando a Apple en capitalización bursátil con 3,39 billones de dólares.
Hace diez años, podías conseguir una tarjeta gráfica puntera de Nvidia por unos 500 dólares. La Geforce RTX 580 que acaban de sacar al mercado cuesta el doble. Son precios desmesurados para lo que es solo un componente de un ordenador. La promesa de la tecnología ha sido siempre la de abaratar los precios con el tiempo, pero sorprende cómo muchos elementos se han convertido incluso en más costosos que sus equivalentes en los años 80 y 90.
Las consolas tendían a ser una propuesta más sencilla y más económica para llegar a un público masivo, pero la PlayStation 5 Pro que Sony lanzó en noviembre salió en Europa con un precio de 800 euros. Los videojuegos se están convirtiendo en un entretenimiento de lujo. No tanto por el coste del contenido por hora (los juegos son más grandes y más detallados que nunca) sino por las enormes barreras a la entrada. Unas barreras que desde luego Nvidia no ha tenido ningún interés en bajar, haciéndose rica al ritmo exponencial como lo estaba haciendo.
La irrupción de DeepSeek ha roto el sueño capitalista de la compañía americana. La caída en bolsa de este lunes ha sido espectacular. En unas pocas horas el valor de la acción ha pasado de 142 dólares a 118. Más de medio billón de dólares de pérdidas, la mayor caída de la historia de la bolsa.
Todavía hay muchos interrogantes sobre el modelo de IA chino que se tienen que despejar, pero sus promesas amenazan el liderazgo americano en la industria y desmienten uno de sus principales axiomas: la imperiosa necesidad de inversiones colosales para construir la infraestructura necesaria.
Si los chinos han podido desarrollar DeepSeek en apenas un par de años, con la enorme desventaja que tenían y la restricción a los semiconductores americanos (Nvidia incluida), o todo es un fraude gigantesco o la tecnología china es tan rematadamente superior a OpenAI y similares que asusta. Las comparaciones con el momento Sputnik de la carrera aeroespacial del siglo pasado no se han hecho esperar.
DeepSeek resulta paradójico en un aspecto muy concreto. Por un lado, sus desarrolladores han distribuido el código fuente para que todo el que quiera lo investigue y lo modifique a su gusto en un acto de transparencia sorprendente. Te lo puedes descargar en un ordenador con una tarjeta gráfica potente y hacerlo funcionar sin conexión a internet. Por otro, parece que cuenta con unos grilletes sólidos que censuran muchas cuestiones relativas a China, su ideal marxista, su historia reciente o muchos otros asuntos espinosos para el Partido Comunista Chino.
Es cierto que Gemini, ChatGPT y otros modelos de IA también evitan pronunciarse sobre una serie de temas electorales y políticos, pero la sospecha con China siempre es mayor porque el temor es tan real como fundamentado. Tienen una forma de entender el mundo muy diferente a los americanos, pero no por ello menos imperialista; sin embargo, mientras nuestros lazos culturales con Estados Unidos son innumerables, con China no es así. La libertad de expresión está profundamente limitada. Han creado un ecosistema de censura activa en el que colaboran todos, empezando por las principales empresas del país, incluyendo la tecnología y el entretenimiento.
Es pronto para estimar el alcance de la bomba que ha supuesto DeepSeek. ¿Va a borrar la línea de negocio de Nvidia en IA de la noche a la mañana, obligando a la compañía a centrarse de nuevo en los videojuegos, ofreciendo unos precios más competitivos para intentar expandir el mercado? No, no lo creo. Estas cosas tienen una inercia sustanciosa que es imposible de obviar.
¿Ha reventado la estrategia americana sobre IA? Es posible que sí, pero de nuevo, es demasiado pronto para extraer conclusiones. Lo que sí es seguro es que esta es una batalla que nos concierne a todos y de manera muy específica al mundo cultural. En videojuegos su desembarco es inevitable porque los presupuestos y los tiempos de desarrollo están en unos niveles insostenibles, pero en el cine y la televisión también.
Hace unos días saltó la polémica con The Brutalist de Brady Corbet, que había usado la tecnología para mejorar la dicción húngara de sus estrellas y para recrear ciertos edificios, entre otras cosas. La película hasta entonces había sido aplaudida por haber conseguido producir una ambiciosa cinta de época de 3 horas y media con un presupuesto de menos de 10 millones de dólares.
¿Cuántos millones se ahorraron los inversores al utilizar la IA? ¿Tendrán éxito las organizaciones sindicales al limitar su uso? Puede que en algunos aspectos sí, pero no pinta bien para los talentos que se están incorporando en estos momentos a la industria del entretenimiento, que probablemente se verán conminados a firmar contratos draconianos en estos aspectos. Hay que estar muy atentos a cómo se desarrollan los acontecimientos porque nos jugamos mucho.