[caption id="attachment_168" width="150"] José Luis García del Busto[/caption]

Desde el domingo pasado, José Luis García del Busto es académico de número de la de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Siento orgullo de amigo y alegría por la Academia, que desde ahora es más sabia y más buena. Para su discurso de entrada recurrió a uno de sus caballos de batalla: la música y el arte. Hizo un censo de partituras de compositores académicos basadas en obras de arte y resultó que el pintor más musicado por los académicos es, con mucha distancia, Goya. Luis de Pablo y Tomás Marco son los más goyescos de todos.

La contestación la pronunció José Ramón Encinar. Me enteré por sus palabras de que, a diferencia de los compositores e intérpretes, los musicólogos, críticos de música, musicógrafos y teóricos de especie varia carecen de apartado propio dentro de la Sección de Música y entran en la Academia con la categoría de “competentes en arte”. Encinar se esforzó en evitarle al nuevo académico esta etiqueta, que le parece indefinible e inconcreta. No he hablado con José Luis, pero sospecho que coincidirá conmigo en esto: si me dan el título de musicólogo, bueno, igual lo cuelgo en alguna pared, seguramente no; pero si me dicen que soy competente en arte, me pega un brinco el alma y me puedo hasta ruborizar, por lo abrumador del piropo.

Para ser musicólogo, a fin de cuentas, basta con aprobar un par de docenas de asignaturas, pero ser entendido en arte, comprenderlo, saber qué es y para qué sirve, eso es... lo más. Siempre recuerdo esta frase de don Quijote a Sancho a propósito de un soneto de autor desconocido: «A fe que debe ser razonable poeta o yo sé poco del arte». Me la inyectaron en el colegio para ilustrar la idea formal de disyunción en álgebra de proposiciones, pero a mí se me quedó grabada por su contenido: el juicio que clasifica a los poetas en buenos, malos y razonables (aunque yo creo que Cervantes juega aquí al understatement y que lo que quiere decir es que el soneto es muy bueno —¡en realidad es suyo!—) y, sobre todo, el orgullo que se le nota a don Quijote al decir que él sabe del arte. Conozco pocos escritores tan competentes en arte como José Luis García del Busto que, a partir de ahora, tomará los lunes el camino de la Academia, calle Alcalá arriba, como hacía su maestro, Federico Sopeña. ¡Qué alegría!