Escribo el día en que se cumplen cien años de la muerte de Claude Debussy, el músico que definió una parte entera de la modernidad. ¿Qué vino después de la música romántica?: Debussy y otras dos o tres cosas. Exagero un poco, pero no mucho. La fama de haber roto la baraja al comienzo del siglo XX se la llevó Schönberg, pero, bien mirada, la ruptura de Debussy fue tan radical como la vienesa o más. Siempre me acuerdo de la frase de Harry Halbreich, el gran musicólogo que nos dejó hace un año: "Debussy fue el primero en componer con sonidos, más que con notas". Sin necesidad de derribar la tonalidad, Debussy creó sonidos emancipados, exentos de sus obligaciones en cuanto notas de la escala y liberados de los barrotes rítmicos del compás. Además, abrió la puerta a la música de Oriente y revolucionó nuestra manera de vivir el tiempo, que es la materia de la música. Medio siglo después, los serialistas se considerarían sucesores de Schönberg y Webern, pero lo eran también de Debussy. En Darmstadt desembocaron a la vez la modernidad francesa (Debussy, Satie, Varèse, Los Seis, Messiaen, Boulez) y la germánica (Schönberg, Webern, Berg, Stockhausen). Es bonito que la síntesis la extrajeran mejor que nadie los italianos (Nono, Maderna, Berio).
[caption id="attachment_995" width="560"] Claude Debussy[/caption]
Me gusta también la visión de Halbreich sobre los preludios de Debussy, que no son introducciones breves a otra música de mayores dimensiones (a una fuga, a una danza, a una suite o incluso a un acto de ópera), ni son tampoco microcomposiciones independientes como los de Chopin ("instantáneas sicológicas que deslumbran al subconsciente tomándolo por sorpresa"). Los preludios de Debussy tienen un propósito muy distinto. Son "evocaciones destinadas a producir una atmósfera, a crear un estado de sensibilidad o receptividad propicio a la identificación del oyente con el tema, el paisaje o el personaje correspondiente". Halbreich nunca lo hubiera dicho en términos taurinos, pero el hecho es que Debussy nos pone en suerte, nos deja situados y rendidos delante del asunto de que se trate. Si los de Bach eran preludios-prefacio y los de Chopin, preludios-instantánea, los de Debussy son preludios-programa. Los primeros dos tipos han tenido abundantes continuadores. El de Debussy, ninguno importante, que yo sepa o me acuerde ahora.
De Debussy son el Preludio a la siesta de un fauno para orquesta, y los dos libros de preludios para piano, de 12 piezas cada uno. Todos ellos son obras maestras. El Fauno, inspirado en el poema de Mallarmé, es una égloga musical inolvidable que, a fuerza de flauta y crótalos, nos teletransporta a uno de esos "lugares amenos" de Ovidio o de Garcilaso, de deliciosa pereza mediterránea, con escalofríos alternos de sombra y canícula. Hay muchas versiones estupendas en el aire. Esta de Leonard Bernstein y la Sinfónica de Boston es muy limpia y está muy bien grabada.
¿Y qué preludian los preludios para piano? Mirad algunos títulos: Danzarinas de Delfos, Los sonidos y los perfumes giran en el aire de la tarde, Las colinas de Anacapri, Lo que ha visto el viento del oeste, La niña de los cabellos de lino, La catedral sumergida, La Puerta del Vino,Hojas muertas¸y así sucesivamente. Aquí tenéis los dos libros tocados por el gran Claudio Arrau: