[caption id="attachment_1046" width="560"] Xoel López. Foto: CNDM[/caption]
Lo anunció el profeta Bob Dylan hace más de medio siglo: The times, they are a-changin. Como profecía no es gran cosa, porque los tiempos llevan cambiando desde que se inventaron —de hecho, no puede haber tiempo sin cambio—, pero es verdad que nuestros tiempos, los de los músicos de ahora, están cambiando a toda velocidad. Rapidly aging, dijo Dylan, aunque creo que este cambio va más de rejuvenecimiento que de envejecimiento. Una señal: al presentar la próxima temporada del Centro Nacional de Difusión Musical, Antonio Moral, su director, anunció un nuevo ciclo titulado Auditorio Actual en Acústico. Son cuatro conciertos (Anaut, Xoel López, Schica & Gutman, La Bien Querida) de músicos pop o estilos aledaños que se celebrarán en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música. Moral insistía en que sonarán en acústico, desenchufados. Veremos cómo se concreta eso. Siempre he pensado que la principal diferencia de la clásica con las otras músicas, descontando la electroacústica, es que en la clásica el sonido nos llega directamente, del violín al tímpano, sin mediación de electrones. Veremos. Después de los conciertos, hay after-party en el vestíbulo, el mismo sitio donde se toman las tapas del Bach Vermut.
[caption id="attachment_1047" width="560"] Schica & Gutman. Foto: CNDM[/caption]
La novedad de todo esto no está en que el pop entre en el Auditorio —cuando el Teatro Real era el auditorio de clásica de Madrid, acogió a Salomé y su incomparable Vivo cantando— sino en que el Ministerio de Cultura, a través del CNDM, apueste por su difusión. Un poco antes lo había hecho ya el actual Teatro Real cuando pasó de acoger el Universal Music Festival a incluirlo en su programación (Niña Pastori, Miguel Ríos, Pablo López). Lo hacen entidades similares de toda Europa y lleva haciéndose desde siempre en Estados Unidos y en Gran Bretaña. Caen las barreras y los géneros se ponen a convivir. Es señal de salud y de normalidad. La clásica vive desde hace un par de siglos en un invernadero, protegida por la Administración, y hay buenas razones para que siga siendo así, pero debe perder la exclusiva de la protección, que no se justifica. La "M" del INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música) se refiere a toda la música y toda ella habrá de ser tenida en cuenta, cada género según sus peculiaridades, igual que de la Dirección General del Libro ha de actuar sobre todos los libros, y los hay de todas las clases.
Para la música clásica, el viejo arte de Monteverdi y Beethoven, las cosas están cambiando también de otra manera más profunda. Todas las artes han tenido siempre un componente esnob y la música, más. La clásica tiene aún colgado el cartel de "reservado el derecho de admisión", que puede adoptar muchas formas y variantes, incluidas las intimidaciones estéticas. Más que un privilegio, esto de la distinción y la exclusividad es en realidad un sambenito y, al final, una rémora. El futuro de la clásica, que lo tiene, no está en lo exclusivo, sino en lo inclusivo. Una señal. Se está empezando a mover la flecha de la creación, que siempre ha ido del compositor al intérprete y al espectador. No es que se tambalee, pero sí se agita un poco. De eso hablaremos otro día.