Si un día al entrar en la biblioteca del barrio te encuentras con un post-it al lado de los libros de un escritor recientemente fallecido, acércate. Puede que encuentres a "Miguita" homenajeando al susodicho con una de sus frases más conocidas. La dueña de Miguita y artífice de esta tierna iniciativa es Raquel Bullón Acebes, poeta "de pensamiento, palabra, obra y misión", como ella misma apunta en su página web.Raquel nació hace poco más de treinta años en Madrid, es licenciada en Psicología, diplomada en Educación Social y, también, funcionaria de prisiones, aunque ella procura pasartodo el tiempo que puede entre pájaros y árboles, sus dos grandes pasiones. Le gusta llenar de versos los rincones más insospechados y para ello no se limita a la hoja en blanco, sino que aprovecha todo el paisaje. Conocí su trabajo hace tanto tiempo que puedo asegurar, y no me equivoco, que tiene algo especial que la convierte en inolvidable y resistente al paso de los años. A menudo vuelvo a sus versos y a sus poemas visuales para encontrar la diferencia. Me siento a gusto en su poesía. Creo que, de algún modo, sus palabras se han convertido en una especie de hogar para mí. Me hace falta su ternura. La poesía visual es su punto fuerte. Raquel juega con las palabras y las imágenes como nadie. Aunque tiene algunos muy elaborados, los más sencillos son mis favoritos. Bullón hace que parezca fácil algo tan complejo como es buscar otro sentido a lo que ya conocemos. La autora, que ha publicado parte de su trabajo en numerosas revistas especializadas y ha participado en proyectos y en exposiciones colectivas de arte y poesía experimental, es la creadora de la editorial ¡Tú! enCUÉNtrAME, la cual funciona como un espacio de autoedición donde ella misma ha encontrado hogar para sus creaciones. Publicó su primer libro, Entre Cartones, actualmente agotado, en 2010. El afortunado que ya lo tenga, sabrá que en él Raquel aúna la literatura hiperbreve que tanto le gusta y la poesía visual. Un tesoro. Un año después, esta vez dentro de la colección Unrhymed, publicó Cuando aprendí braille para leer tus cicatrices, un libro de título hermoso y contenido original gracias al cual conocí su trabajo.Es, de nuevo, un libro objeto: contiene veinte poemas enrollados a modo de cigarrillos presentados en una cajetilla de tabaco. Me costó mucho encontrarlo, pero finalmente lo conseguí en una librería de Madrid que adoro: Arrebato Libros. Desgraciadamente, también está agotado, pero quién sabe, quizá podamos hacer entre todos que Raquel vuelva a editar estas dos joyas. Poco después, Raquel brilló de nuevo e inventó el proyecto Poetree, un tercer libro objeto cuyo objetivo es, en palabras de la poeta, "devolver a los árboles lo que es suyo".Un día de 2012, Bullón recogió y secó hojas de un sauce llorón, escribió sobre ellas: "Hay más poesía en las hojas de los árboles que en las de los libros" y las colgó en árboles caducos. Después, creó Poetree: una carpetita que contiene dos hojas secas previamente escritas y unas instrucciones que invitan al lector a guardar una y colgar la otra en el árbol que desee. Me gusta Raquel porque no siempre se vale de la "ayuda" de otros elementos para reforzar sus poemas. Es más, me atrevo a decir que en sus poemas visuales da más importancia a las imágenes o a otros elementos externos que a las propias palabras. Esto podría convertirla en una maestra de la percepción, pero no justificaría su excelencia en las letras, cuya individualidad queda relegada en la poesía visual para formar parte de un todo. Sin embargo, Raquel es más que todo eso. Escribe poemas hermosos que envidio, que siento y que padezco. Es breve, tierna, melancólica y está enamorada de los poemas circulares, esos que empiezan y terminan en una circunferencia perfecta. Aquí algunos de mis favoritos: Ahora que se sacan las banderas por la ventana y se convierten hasta los balcones más pijos en improvisados tendederos por alguna razón que, perdónenme, no alcanzo ni de puntillas a entender, yo tengo unas irrefrenables ganas de sacar a la ventana las sábanas sobre las que dormimos anoche de colgar allí tu ropa interior y mi ropa interior cada una de las pruebas de nuestro amor.
A la sopa le echo más sal de la cuenta.
Me encanta sorber el mar para cenar.
Las chicas de ciudades de interior
nos inventamos el mar a la vuelta de cada esquina,
en cada charco
en mis calcetines de rayas azules
en tus ojos de océano.
Hay en la vida pocas verdades universales: que dos y dos son cuatro que la Tierra es redonda que las cosas no pasan por algo, pasan por alguien.Me encanta cuando el amor se burocratiza:
Vuelva usted mañana.
Vuelva usted mañana.
Vuelva usted mañana.
Ella se llama Raquel Bullón Acebes. Tiene más de treinta años, trabaja en una prisión y le gusta la poesía.Pero para mí, y los lectores acérrimos me comprenderán, es mucho más que todo eso.