Rui Knopfli (Inhambane, Mozambique, 1932-Lisboa, 1997) fue poeta y periodista. Dejó
su Mozambique natal en 1975 y obtuvo la nacionalidad portuguesa, pero su obra nunca
dejó de tener un carácter marcado africano. Su poesía es una mezcla de autobúsqueda
y melancolía que sin embargo logra dejar a la vez retazos de un veraz retrato de su
tiempo. Pocos poetas del postcolonialismo tan intensos, veraces y hondos como Rui
Knopfli, del que traduzco los tres poemas que siguen.
Aeropuerto
Es el fatídico mes de marzo, estoyen el piso de arriba contemplando el vacío.
Kok Nam, el fotógrafo, baja la Nikon
y me mira, de forma oblicua, a los ojos:
¿No volverás? Le respondo que no.
No volveré, pero no marcharé tampoco:
me quedaré al acecho en pequeñas señales ilegibles,
a salvo de todas las futurologías indiscretas,
preservado apenas en la exclusividad de la memoria
privada. No quiero recordar nada,
lo único que me importa es olvidar y olvidar
lo imposible de olvidar. Nunca
se olvida, todo se recuerda a escondidas.
Desarman la estatua del Almirante,
pieza a pieza, el quilómetro cien permanece
orgulloso en lo alto de la palmera esquiva.
Desmembrado, el almirante duerme en el museo
el sueño del bronce en la muerte oscura de las estatuas
inútiles. Desmantelado, también yo sobreviviré
tan sólo en el precario registro de las palabras.
Isla dorada
La fortaleza sumerge en el mar sus cansados flancos
y sueña con imposibles naves moras.
El resto, apenas calles prisioneras
y viejas casas que contemplan el tedio:
cada uno ahoga en su voz
un deseo antiguo de lágrimas
y un rickshaw de sueño
baja por la calle de la Amistad.
En pleno día claro miro cómo te duermes
en la distancia, isla de Mozambique,
y te escribo estos versos de sal y olvido.
Sin nada
Me di entero. Los otros
construyen el mundo (o eso
creen). Yo me siento
en la calle sin nada mío
y tengo una sonrisa
triste y una gota
de blanda ternura en la mirada.
Me di entero. Me quedan apenas
corazón, vísceras y un cuerpo.
Con eso voy viviendo.