De la mezcla de ingredientes tan dispares como Derrida, el Arte Povera y el absurdismo del grupo ruso Oberiu sólo puede surgir un poeta que parezca venido de Marte: es el caso del esloveno Tomaz Salamun (nacido en Zagreb en 1941), uno de los poetas más originales y sorprendentes que ha dado la poesía universal en las últimas décadas (y está tentado uno de decir “el más” si no fuera porque siempre se le puede escapar a uno algo, claro). Salamun rompe desde el comienzo de cualquiera de sus poemas nuestro horizonte de expectativas. Su capacidad para generar imaginería nueva no tiene límites, como no los tiene su capacidad de aprovechar cualquier experiencia (vivida, leída, imaginada, soñada, contada) como materia poética, de multiplicar los puntos de fuga del poema, de hacernos dudar acerca de las fronteras entre lo serio y lo paródico. La poesía de Salamun está hecha a partes iguales de filosofía y de locura, de sensibilidad y de hilaridad, es como un cerebro del que sus neuronas salieran corriendo generando un nuevo cerebro que sin embargo no deja de ser parte del primigenio. Sorprendente y honda, la poesía de Salamun siempre nos deja atónitos.
Su bibliografía es amplísima y difícil de resumir. En España teníamos una antología titulada Selección de poemas publicada hace años por Visor. Ahora Vaso Roto edita, en traducción de Xavier Farré, el más traducido y elogiado de sus libros, unánimemente considerado piedra angular de la poesía de Salamun: Balada para Metka Krasovec. El libro (cuyo único defecto es el precio, desorbitado para un libro de poemas) incluye todos los argumentos de la poesía de Salamun e incorpora un elemento autobiográfico que habitualmente está más oculto en su obra: fragmentos de viajes, indagaciones en los lazos familiares, una abierta visión del amor tratados con la absoluta libertad poética de este gigante de la poesía universal contemporánea. El largo poema que da título al libro introduce además un elemento narrativo que, sin ser raro, no es lo más habitual en la poesía de Salamun, y quintaesencia todas sus búsquedas y todos sus hallazgos. Este libro, publicado en su versión original en 1981, es uno de los libros fundamentales de la poesía universal de las últimas décadas, el que hace obligatorio citar a Salamun como uno de los poetas esenciales de nuestro tiempo. Su influencia (no siempre bien entendido) en Europa y Norteamérica es enorme. Ha llegado la hora de que pongamos el oído a esta poesía que rompe con todo para construir algo nuevo con todos esos fragmentos. No es reconstrucción, sino construcción. No se conforma con los fragmentos ni se fía de los viejos mapas. La poesía de Salamun tiene la lucidez de quienes son capaces de vivirlo todo, al mismo tiempo, en todas direcciones. Leerlo es como tomar un hongo sagrado que abre la mente a nuevas percepciones.