En la brevísima nota biográfica que acompañaba las ediciones de sus libros en Gallimard, Claude Roy escribía: «Nacido en 1915, Charentais. Hijo de pintor. Poeta, novelista, ensayista, crítico. Pruebas que le marcaron: la guerra (en los tanques), la política (“la pesadilla de la historia”), la enfermedad. Placeres preferidos: “El arte, el amor y la amistad son los caminos más cortos de un hombre a otro”». La vida de Claude Roy puede leerse en los tres tomos de su autobiografía, a saber: Moi jeNous y Somme toute. En esos tomos, a los que añadiría, ya en los últimos años, varios dietarios. En esos tomos puede seguirse fielmente la peripecia vital de Claude Roy, la guerra, el comunismo del que se desencantaría muy pronto para acabar escribiendo, por ejemplo, una carta abierta a Fidel Castro en el 71 pidiendo la liberación del encarcelado poeta cubano Heberto Padilla, carta firmada junto a Hans Magnus Enzensberger, Italo Calvino, Jean-Paul Sartre, Jorge Semprún, José María Castellet, Marguerite Duras, Simone de Beauvoir, Juan Goytisolo, Julio Cortázar. La guerra marcó su forma de ver el mundo. «Nacido en la guerra, en 1915, la conciencia de ser hombre me vino viendo sucederse las guerras. Reocupación de la orilla izquierda del Rin por Hitler, guerra de Etiopía, guerra de España, capitulación de Munich... Y después, por supuesto, la guerra del 39-40, la ocupación, la guerra del 44-45... Durante esos años, mi generación vivió sin el día siguiente». André Velter escribió en À voix nue que «Claude Roy escribe poemas para extraer del tiempo que pasa instantes frágiles de eternidad». Cuando murió Claude Roy, el 13 de diciembre de 1997, los periódicos dijeron que lo hizo «muy cansado».  

El tiempo que hace

Es infinitamente posible por no decir seguro

(nuestra única certidumbre es la de nunca estar seguros)

que esta mañana de invierno del doce de abril de mil nove-

cientos setenta y ocho según el calendario del papa Gregorio XIII

(regulado para recuperar los diez días de retraso que el tiempo de Occidente

había perdido con respecto al tiempo solar tras el emperador Juliano el apóstata)

es infinitamente posible que la claridad invernal de esta mañana

el sol claro y frío de una primavera de hielo

la hierba escarchada por la helada blanca  y los tordos

que picotean en el campo las últimas manzanas olvidadas

y la gata sinuosa de pelo gris atigrado que camina

sobre la tapia con dulzura y las voces de los niños

que juegan en el camino y junto a la taza de café

el periódico de ayer por la tarde que habla a dos columnas

de un próximo aumento del precio del petróleo

y la estela en el cielo vivo de un avión invisible

que sube en vertical una hebra de largo hilo blanco

y el enome despertador de hierro que repiquetea en la cocina

y todos los etcéteras de una mañana común

—es infinitamente posible que todo esto     y tú     y yo

ya haya ocurrido     ocurra     tenga lugar de nuevo

ha ocurrido ocurrirá una mañana casi idéntica

de un invierno casi igual casi tan frío con un grado de diferencia

en un abril parecidísimo a este de hoy

con la misma helada y el mismo tipo de cristales de escarcha

el mismo verdor de la hierba con la mínima diferencia

de algunas briznas de más o de menos

con los mismos tordos picoteando las mismas manzanas

podridas la misma gata gris y poco importa

si la tigrura no es exactamente superponible

al gato de hace algunos millones de años     o al gato

de un futuro anterior análogo al presente

ya que podemos asumir como prácticamente despreciable

que haya habido entre los tic-tac de los despertadores al despertarse

(casi los mismos en la repetición del tiempo)

como entre los latidos de los corazones del tuyo del mío

una diferencia de ritmo tan infinitesimal

que ningún oído     ni siquiera el de Dios si existiera

sería capaz de notarla

y que no tiene en cuenta el cálculo sideral

que redondea las cifras que niega las diferencias y abole

la ilusión de que cada uno es el único el solo el primer

último

Pero si todo esto y todo el etcétera del catálogo de las cosas existentes

si todo esto que está aquí en la misma pura claridad

ha tenido lugar tiene lugar  tendrá lugar cada elemento

de esta mañana de invierno sol hierba escarcha  pájaros

gato niños periódico café avión despertador Loleh

y yo    cada uno está por tanto habitado por el sentimiento

de que no existe más que una única mañana    aquí    día fugitivo

un único sol nunca se ha puesto  y nunca más

se pondrá  Pero la gata y el tordo y el trazo

blanco el cielo vivo rasgado por el avion

y el despertador  y tu corazón  y el mío se

sientes irremediables los únicos  los sin-igual

perecederos evasivos borrables tan únicos

en el mundo

                   que tal vez ya los ha visto y que les volverá a ver

puede ser

Incluso si nosotros ya hemos tenido lugar y somos incluso si otros

                 nos tendrán lugar

incluso si inmutables e innombrables son los cielos

los inviernos    los gatos    los latidos

inmutable e innombrable el amor   yo te nombro entonces aquello que no ocurre más que una vez que ocurrirá siempre

Minúsculo suplemento al libro egipcio de los muertos 

Me gusta imaginar que emprendo el camino antes que tú (es probable y justo que así sea) me gusta poder imaginar que se trata en efecto de emprender un viaje a bordo de la barca egipcia a lo largo de las aguas privadas de cielo luego por la comarca al envés del espejo

Y si los pesadores de almas y los guardianes del umbral me dejasen pasar llegaría el primero a una casa parecida a esta en la que vivimos Lo prepararía todo mientras espero tu llegada La cama estaría hecha las provisiones preparadas el fuego encendido apenas una cerilla Una tarde llaman a la puerta  Abro Eres tú «¿Te ha parecido mucho tiempo?» Pero ya     al hacer la pregunta no comprendes más el sentido de tus palabras pues tú semejante aquí a en quien yo me he convertido no sabemos ya que quiere decir la palabra tiempo

Elegía de Hawk Creek

En este final de mediodía en el que ya las sombras se alargan subimos hacia el noreste en tramos pequeños y sabemos que probablemente no volveremos a vernos aquí     Nos hemos detenido en un mirador equipado bajo los pinos con una mesa de troncos y bancos por el Sierra Club     Hemos comido bocadillos y bebido cerveza de lata compartiéndolo todo con un descarado arrendajo y una ardilla gris con mirada penetrante de intelectual persa   Después hemos vuelto al jeep y hemos descendido hacia el valle y a las seis de la tarde hemos llegado al bosque de sequoias

Árboles Pieles-Roja   altísimos Redwoods tan esbeltos     altivos     pacificamente paralelos     Los rayos de sol que caen casi horizontales no saben por dónde abrirse paso entre vuestros troncos alineados Hermosura plural y pálida que hace respirar profundamente y en silencio Hemos caminado por muchos bosques diferentes pero como este    bosque de mástiles    de flechas para gigantes jamás El sentimiento físico de verticalidad la catedral de Coutances     el building de Mies van der Rohe en la Quinta Avenida     la mezquita de Kairuán y las primera imágenes al ralentí de los primeros cohetes que despegaron hacia la Luna desde Cabo Cañaberal o el saltador chino en el circo de Pekín surgiendo del trampolín como un hombre-dardo El buen olor     El silencio rojo     Los árboles enhiestos Y sabemos que probablemente no regresaremos nunca aquí     Lo que tiene de hermoso y desgarrador la cresta del viaje     es que el viaje se parece al amor electivo     al amor de una persona única     Como dice Octavio Paz     A esa persona a la que amamos «para siempre» la amamos solamente una vez El bosque de Redwoods permanecerá en mí «para siempre»   su olor único y su empuje vertical y glorioso     Pero no ha sido más que «una sola una vez» Es demasiado hermoso para durar     dicen las gentes de sentido común Hemos dormido en un motel junto al bosque desayunado crêpes de trigo rociadas con sirope de arce y caminado largo tiempo a través de otra luz     la de la mañana en el bosque anterior a Cortés y Colón Al mediodía junto a la orilla del río hemos alcanzado Hawk Creek     Hay un gran aserradero en el que las sierras circulares y los tronzadores hacen gritar y sangrar los troncos de las sequoias     Y en la Federal Highway nº 5 hay que tener mucho cuidado al adelantar a los enormes camiones que llevan a la ciudad los grandes troncos momificados árboles-faraones camino de la eternidad de la muerte Una sola vez subiendo hacia el noreste y para siempre     los hermosos árboles salvajes sus desnudos troncos de indios pielroja de fábula recios y erectos como si la tierra aclamase al cielo azul     con una aprobación terca de árboles en pie

Hora de las visitas

    En recuerdo de Hubert Juin, 3.7.87 En la habitación de un enfermo hace siempre demasiado calor Hemos hablado con mi amigo de la vida de hospital de la enfermera que nos despierta al alba con el termómetro de la llegada fastuosa del Patrón y sus internos

y de la resplandeciente santidad de los doctores rebosantes de autoridad

pues necesitan ser poderosos para poder curar

y ser fuertes     si pese a todo la muerte resulta ser más astuta

Hemos elaborado para mi amigo largos proyectos de futuro

Él hacía como que creía en ellos     y yo también lo intentaba

pero cuando en la hoja de cuidados a los pies de su cama

he leído su peso actual     me he quedado en silencio

Al marcharme me he cruzado en el pasillo con una joven tan pálida

(río repleto de truchas en el que el sol se sumerge perpendicularmente

una hermosa mañana de junio a mediodía     el agua canta fresca en los guijarros

y el martín pescador vivaz pasa casi rozándonos la nariz)

Me he imaginado a la joven desnuda bajo su blusa blanca

Tiene los ojos muy pálidos     Ella es miel y malva

Me he acordado de aquel día     hace ya mucho tiempo

sentado con mi amigo el que ahora se va     en la terraza de un café

viendo pasar a las señoritas con sus vestidos veraniegos

cuando él dijo riendo     Miramos cómo pasa la vida de los otros

Así es para él ahora     ¿De quién son las palabras

«El mundo no me echará en falta     Yo echaré en falta al mundo»?

¿Y qué quiere decir faltar para quien se falta a sí mismo?