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Shuntaro Tanikawa[/caption]

Shuntaro Tanikawa (Tokio, 1931) es, según la crítica, uno de los más renovadores poetas japoneses del siglo XX, quien con más variedad y hondura ha renovado tonos, temas, y métrica. A su primer libro, Dos billones de años luz de soledad (1952) siguieron otros como A medianoche en la cocina sólo quería hablarte (1975), Canciones sin sentido (1985), Escuchando a Mozart (1995) o Kokoro (2013). Su poesía ha sido traducida a idiomas como el inglés, italiano, francés… traducciones que son la base de estas versiones mías.

 

DOS BILLONES DE AÑOS LUZ DE SOLEDAD

Los seres humanos de este pequeño orbe

duermen, despiertan y trabajan, y a veces

desean la existencia de amigos marcianos.

Carezco de nociones

acerca de lo que los marcianos hacen en su pequeño orbe

(si nerirean o kirururean o harararean).

Pero a veces desearían la existencia de amigos terrícolas.

Ninguna duda al respecto.

La gravitación universal es la energía de las soledades

tirando unas de las otras.

Como el universo está distorsionado

nos buscamos los unos a los otros.

Como el universo sigue expandiéndose,

nos sentimos todos incómodos.

El frío de dos billones de años luz de soledad

me hizo estornudar, de repente.

 

UN CHAGALL Y UNA HOJA DE ROBLE

He gastado todos mis ahorros en una litografía de Chagall

y la he puesto junto a una hoja de roble que encontré en el camino.

Algo a lo que podemos ponerle precio

junto a algo a lo que no podemos ponérselo.

Algo que es producto de una mano y un corazón humanos

y algo que es obra de la naturaleza.

El Chagall es hermoso.

La hoja de roble es hermosa.

Me levanto y preparo té

mientras una suave luz vespertina ilumina la mesa.

Mirando el Chagall

pienso en los días pasados cuando ella regresó junto a mí.

Mirando la hoja de roble

pienso en la delicadeza de lo creado.

Una hoja de roble y un Chagall,

ambos preciosos, irreemplazables.

El sonido de Ravel en el piano crece.

El hoy se transforma en uno con la eternidad

Igual que cuerpo y alma se deshacen en uno

en el cielo azul tras la ventana.

Y estas lágrimas, ¿por quién serán?

 

Y

Cuando lleva el verano

las cigarras

cantan de nuevo.

Fuegos artificiales

detenidos

en mi memoria.

Los países distantes se ven borrosos

pero el universo

está justo delante de tu nariz.

Qué bendición

que alguien

puede morir

Dejando tras de sí

tan sólo la conjunción

“y”.

 

LA TIERRA DE LA PUREZA

No puedo huir de quien soy.

Sin reparos he mostrado mis rasgos comunes a la gente,

dos ojos, dos orejas, una nariz y una boca,

tal vez porque tengo algo que ocultar.

Cuando vi de nuevo a mi amigo muerto

en una habitación de ladrillos sucios

su sangre y sus intestinos estaban esparcidos,

estaba húmedo sobre la mesa de operaciones

como una canoa en un cenagal.

Ya no llevaba nada consigo, nada ocultaba.

No quedaba más que la luz cegadora de un tubo fluorescente.

La luminosidad es más terrorífica que la oscuridad.

Contra el mar brillante incluso lo horrendo parece hermoso.

De frente al infinito nos convertimos en un grano de arena.

A nuestros oídos llega el sonido de las olas, tan distinto del abuso y la risa.

Si llega mi hora de ir a la llamada Tierra de la Pureza

y se escrutado minuciosamente por alguien como Buda o los ángeles

¿cuál debería ser mi expresión en un momento así?

Oculto cosas que habré perdido cuando sea inmortal,

ignorante de que las escondo.

Rodeado por gente severa, bloqueando los ruidos de la mortalidad,

estoy quieto en la sombra escabrosa de los árboles del invierno temprano.