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La felicidad, en el arte, tiene mala prensa. Preferimos el Infierno al Paraíso del Dante, y lo mismo en Giotto o El Bosco. Hay algo común en todos los infiernos, en los temores comunes a todos los humanos. También hay algo común a todas las formas que imaginamos de la felicidad, y es lo que tiene de inalcanzable. Cualquier representación de esas cosas mayúsculas, la felicidad, el paraíso, tiene por delante esa ardua labor: hacer que parezca asible lo que es, por definición, imposible.
Y sin embargo… La inteligencia consiste en buena medida en volver la felicidad un asunto doméstico y consuetudinario, que no renuncia a la ilusión pero sabe recoger los abundantes frutos del día a día. Doméstico es el título del nuevo libro de poemas de Ramiro Gairín (Zaragoza, 1980), Lar (Prensas de la Universidad de Zaragoza) y doméstica es la idea de la felicidad que persigue. No una a tontas y a locas, sino buscada con el apoyo de la filosofía clásica de occidente y del oriente. De hecho, en la sección titulada “Ética” nos encontramos con los poemas titulados “Taoísmo”, “Platonismo”, “Epicureísmo” y “Estoicismo” que son una especie de acuerdo entre cada una de esas filosofías y lo que la síntesis de Gairín hace de ellas. Todo surge del pensamiento que encontramos en poemas como “En el río”:
Leemos a Santoka,
las reglas de los haikus verdaderos,
el Tao en diferentes traducciones.
Queremos comprender su manera de estar.
Hay menos miedo cuanto más vacíos.
Pero nos complicamos las comidas,
damos a las facturas importancia,
al precio de los viajes,
pensamos a menudo en el futuro.
Un cuenco compartido
de arroz nos bastaría,
mientras se seca al sol la cacerola.
O un paseo en bicicleta.
Casi todos los poemas de este libro se centran en buscar esas pocas cosas esenciales que nos ayudan a encontrar el bienestar vital. Especial mención merecen los poemas de amor, de amor feliz, género difícil donde los haya. Gairín los resuelve con acierto precisamente por su capacidad para, a falta de abismos, dar textura a la placidez, colorido a la luz intensa, complejidad a una sencillez que jamás es tal. No es casual que dedique uno de sus poemas a una hermosa fotografía del poeta Vasko Popa junto a Hasa, su mujer (reproducida en la edición de la poesía completa de Vasko Popa en castellano publicada por Vaso Roto) en la que ambos caminan de la mano de espaldas a la cámara. Dice así “La teoría”:
El manual de Teoría Lingüística
dice que es agramatical que puedan
los telescopios mirar las estrellas
o las cucharas cargar las lentejas.
Así, la teoría dice que no podrán
tu pañuelo olerme el cuello,
tus nudillos ser procaces
ni tu forma de ir en bici
hablar la lengua iniciática.
Sea entonces nuestro amor
agramatical y práctico.
Puede parecer Lar un libro pretendidamente de vuelo corto, falto de grandes ambiciones. Lo es en lo formal, lo que no quiere decir que sea plano, simplemente que busca sus hallazgos sin tensar la sintaxis, sin buscarle muchas vueltas al lenguaje. En lo temático Gairín se ha enfrentado a asuntos en los que lo más fácil es fracasar, y nos ha dado un libro sabio, amigo, reconfortante como un trago de agua en el que ha caído, por azar, una hoja de menta.