[caption id="attachment_1651" width="560"]
Cuando en 1997 Xuan Bello (Paniceiros, Asturias, 1965) publicó Los caminos secretos, lo anunció no como un nuevo libro de poemas, sino como anticipo de una obra en marcha. Pero han tenido que pasar veinte años para que aparezca, por fin, El llibru nuevu (El libro nuevo, editorial Saltadera), título que juega con el de su libro de poesía emblemático, El llibru vieyu (El libro viejo), en un juego de espejos muy del gusto del autor. En esos veinte años Xuan Bello no dejó de escribir poesía, aunque la publicase en prosa; la contenida en libros como Historia universal de Paniceiros, Los cuarteles de la memoria o La nieve y otros complementos circunstanciales, por citar, de entre los varios títulos que ha alumbrado en asturiano durante estos años, algunos de los que han sido traducidos al castellano.
¿Qué hay de nuevo en El libro nuevo? La voz de Bello se ha vuelto más compleja, del mismo modo que lo ha hecho su análisis de la realidad a través de la experiencia personal. La columna vertebral del conjunto está compuesta por una serie de poemas (“L’arume del esquezu”, “Segunda elexía”, “La inquietú que nos quema”, “Tres variaciones d’un sonetu de Dante”, “Les prebes del delitu”, “Caces, tres de febrero del 2015”) en los que la voz del poema logra eso tan complicado que es a veces contemplarse a un tiempo desde afuera y desde adentro. Amores pasados y uno presente, compañeros de generación y la memoria familiar son los protagonistas de unos poemas que no se quieren recuerdo complaciente, sino análisis riguroso, sin miedo al dolor de encontrar una verdad que tal vez no fuera la esperada. Ya padre, el autor dialoga con su propio padre usando las palabras que no fueron capaces de decirse a tiempo. En otros poemas, no esconde el destinatario: si las variaciones dantescas mencionan por su nombre de pila a compañeros vitales y de generación como Berta Piñán o Antón García, otros dos de los poemas mencionados remedan títulos de libros de Alfonso Velázquez y Silvia Ugidos. Algún poema trae escenas del pasado sin melancolía, casi sólo como prueba de vida. “Querida Paz, amiga mía d’hai tantu tiempu”, comienza uno de ellos, para seguir: “nunca nun m’escaecí del rellumu bermeyu / del to pubis sobre l’alfombra del hibiernu / naquel pisu d’Alfonso III el Magnu / onde nos amemos non más d’una nueche. / Les nueses pareyes dormíen a un llau…” y concluir: “Tengo una fía. Ámenme y amo. Toi bien. Un besu”. Estos poemas no quieren ajustar cuentas, sólo entender, a sabiendas de que la mayoría de las veces las historias carecen de un culpable, por más que abunden las víctimas de una forma u otra.
Podría decirse que en este libro Xuan Bello se cuenta en verso, pero es mucho más que eso: se encuentra consigo mismo y se plantea todas las preguntas que trae consigo, una tras otra, y no abandona el poema hasta llegar a una respuesta, casi siempre inteligente y consoladora. Bello escribe poemas que cierran cicatrices, cicatrices que presumen de ser tales: aquí son tan importantes para reconocer el propio rostro como los rasgos más evidentes de la cara.
Bello lo hace además con una atención a la lengua poética única. En este libro juega, más que en otros anteriores (han pasado veinte años) con lo prosaico, con lo pretendidamente antipoético, pero es un elemento más de una lengua siempre atenta a la intertextualidad, real o inventada, como en “Vultur in fabula”, donde por dos veces cita a Fernán-Coronas, padre de la literatura en asturiano, aunque sólo una vez la cita sea cierta: “Arredolando en redol una buitre peneira, / -que podía tener dicho Fernán-Coronas- sobre la campa erma / y afarada. Na casiquina parda (esto sí lo dixo)…”. Una serie de poemas del libro están puestos en boca de Polo, acordeonista de la aldea del autor, en un juego que hace espejo con los recursos de su obra en prosa (recordándonos que en su caso, no tiene mucho sentido diferenciar lo escrito en prosa y lo publicado en verso) y que enriquece el libro no sólo por aportar un punto de vista diferente que sirve de descanso entre los poemas mayores, sino por reflejar la variante occidental del asturiano, enriqueciendo el libro en tonos y músicas. También hay poemas, en este libro extenso, que trazan puentes desde la obra pasada del autor hasta los poemas más recientes.
El llibru nuevu es una obra compleja, rica, llena de pasadizos secretos a otros libros y escrito sin concesiones a la galería: un sentimiento de necesidad recorre cada verso como sólo ocurre en los libros mayores. Sin duda El llibru nuevu lo es, un libro ya imprescindible de la literatura en asturiano (su autor acaba de ser galardonado, además, con el primer Premiu Nacional de Lliteratura) que ningún lector de las Españas debiera perderse (ojalá no tarden sus versiones en las otras lenguas de la península).