[caption id="attachment_296" width="200"] Valle Inclán visto por Ajubel[/caption]
Tras los balances y resúmenes de lo que ha significado en el ámbito teatral este año que se acaba, vienen los buenos propósitos para 2014. Los norteamericanos usan el término “New Year Resolutions” con un sentido más pragmático que el de los buenos deseos, ya que se lo plantean como objetivos a alcanzar. Con esa idea he imaginado los siguientes cinco buenos propósitos para nuestro teatro:
1.- Reducción del IVA.
2.- Estuve buscando algunas obras de teatro de Valle Inclán para regalarle a un amigo inglés. Apenas hay nada traducido. Sé que es tarea compleja traducir a Valle, pero si aquí traducimos Ulises de Joyce, no sé por qué no podríamos enfrentarnos a tamaña labor. Además, no se me ocurre proyecto cultural más ajustado al objetivo que debe cumplir una de esas instituciones u organizaciones estatales destinadas a promover nuestra cultura en el exterior.
3.- Me gusta que me pregunten qué obra recomiendo ver, me gusta ver en los teatros el cartel de “No hay entradas para la función de hoy”, me gusta comprobar que las obras duran y duran en la cartelera y sus artistas son apreciados. Pero mucho más me gustaría que hubiera jóvenes en las plateas. Ganar espectadores jóvenes es la más inmediata y urgente tarea de cualquier política teatral. No sé muy bien cómo hacerlo. Pero en otros países se promueve la creación de compañías semiprofesionales de jóvenes actores (este año hemos conocido en Madrid la fundación de La Joven Compañía), se anima a que se escriba teatro sobre temas que interesan a los adolescentes, se implica a los artistas en campañas escolares, se ayuda a los teatros en sus estrategias de captación de público, se promociona el teatro en los niveles educativos…
4.- La Escuela Nacional de Circo. Es un viejo sueño que se forjó cuando se construía el Circo Price. Pero el Ayuntamiento de Madrid no apostó por ella. Luego, se fundó en Alcorcón la Escuela Municipal de Circo, y se llegó a construir un edificio farónico para acogerla. A punto de ser inaugurado, el nuevo gobierno municipal de Alcorcón del PP optó por cerrar el edificio y la Escuela, con el argumento de que acumulaba una deuda supina. Así que en estos momentos, solo la Escuela Carampa, que mantiene la Asociación de Artistas de nombre homónimo en la carpa de la Casa de Campo, queda como único espacio donde aprender técnicas circenses en Madrid. La creación de una Escuela Nacional de Circo está hoy más lejos que nunca. Pero bien podría ser una de las condiciones que el Ayuntamiento de Madrid, que está pensando en externalizar la gestión del Circo Price, podría imponer a los que aspiren a gestionarlo.
5.- Echo de menos más laboratorios, más experimentación en el terreno de las Artes Escénicas y de los diferentes oficios que integran. Tengo la sensación de que los artistas tienen más difícil encontrar hoy becas y residencias en el extranjero, talleres con maestros internacionales, intercambios profesionales con artistas de diferentes disciplinas. Pero quizá sea tan solo eso, una sensación. Aplaudo iniciativas como el Laboratorio Rivas Cherif del Centro Dramático Nacional, también las actividades que desarrolla en este ámbito otras entidades como la SGAE. Pero creo que a Madrid le sentaría bien un espacio para la investigación escénica y un buen aliado podría ser, además de la Resad, las distintas universidades que en estos momentos ofertan estudios de Artes Escénicas e, incluso, empresas que fabrican productos afines al mundo de la escena.