El ballet Sorolla se acaba de reestrenar en los Teatros del Canal y con gran éxito de público, lo que me da pie para recordar los catorce impresionantes paneles que hoy cuelgan del salón de actos de la Hispanic Society de Nueva York que el pintor levantino tituló Visión de España y en los que se inspira el espectáculo. El director del Ballet Nacional de España (BNE), Antonio Najarro, quería preservar e investigar danzas y músicas casi perdidas del folklore español, por lo que el citado material pictórico no podía ser más idóneo como punto de partida. Así pues, Sorolla se erige como una traducción de las catorce pinturas al lenguaje de la danza española, ofreciendo una lectura estilizada del rico folklore de nuestro país.
Estos catorce paneles le fueron encargados a Sorolla por Archer Milton Huntington, heredero de una de las fortunas más importantes de Estados Unidos y tan apasionado de España que levantó a principios de siglo XX, a orillas del Hudson, un gran edificio consagrado a nuestra cultura que todavía mantiene un aire decimonónico. Tuve ocasión de visitarlo recientemente en Nueva York. Las pinturas rodean las paredes del salón de actos (antes biblioteca), dándole un empaque y un colorido fascinante. Son realmente espectaculares y resulta divertido ir identificando a qué región de España corresponde cada mural: los pescadores de Ayamonte, el juego de los bolos del País Vasco, la fiesta del pan de Salamanca, el encierro de unas vacas y toros, la lonja de pescado de un puertecito de la costa catalana, la estampa torera, la imagen de la Semana Santa, el luminoso Levante con unos burros cargados de naranjas, el palmeral en Elche, la explosión colorista de las sevillanas, y todo un flanco con el mural más grande, el dedicado a Castilla, presidido por las murallas de Ávila y personaje vestidos con trajes típicos. Son estampas pintorescas que vistas en su conjunto me temo provocarían una buena urticaria a los nacionalistas.
El de la Hispanic Society es un edificio decadente, situado al norte de Harlem, al que se accede tras saludar una estatua ecuestre de El Cid. En sus muros están grabados los nombres de los conquistadores españoles (Ponce de León, Cabeza de Vaca, Hernán Cortés, Pizarro…) y de ilustres hombres de letras. Una vez dentro, apenas hay gente, la atmósfera parece detenida, de un momento a otro podríamos esperar la aparición de Menéndez Pidal o de su maestro, Menéndez Pelayo. Las salas no están muy bien iluminadas, pero acogen una colección impresionante que incluye obras de Velázquez, Zurbarán, Murillo, Goya… los mejores de la escuela española. Y encontramos célebres retratos como el de Unamuno realizado por Zuloaga. Hay también una vasta colección de artes decorativas españolas y una biblioteca con 250 incunables y otros 15.000 ejemplares de antes del siglo XVIII. La obra de Sorolla, por sus dimensiones y su espectacularidad, es el gran reclamo de esta colección. Cuando Milton Huntington se la encargó al pintor en 1909, Sorolla ya era famoso en Estado Unidos, había vendido muchos cuadros y había ganado bastante dinero. Estos 14 paneles le llevaron más de diez años, y para su elaboración viajó por toda España, realizando miles de bocetos y apuntes, algunos de los cuales se exhiben en la actualidad en el Museo Sorolla de Madrid.
Najarro ha partido de este material excepcional que le ha permitido investigar, con la ayuda de dos expertos en danzas del folklore español como son Miguel Fuente y Arantxa Carmona, en bailes como la jota, la muñeira, el aurresku o la sardana. Danzas que ha incorporado, junto con palos flamencos y pasos de la Escuela Bolera, creando un ballet muy variado, que exige gran velocidad en su ejecución a los bailarines y que en su conjunto resulta una lectura académica del folklore español. Además de estos dos especialistas, el director ha colaborado con el coreógrafo Manuel Liñán.
El ballet Sorolla tiene una cuidada puesta en escena de Franco Dragone ( director colaborador del Cirque du Soleil), y se apoya, sobre todo, en un brillante y elegantísimo vestuario, obra del figurinista francés Nicolás Vaudelet, autor de unos trajes que hacen verdadera justicia a las pinturas de Sorolla por el uso de los colores y el efecto que produce la luz en los tejidos empleados. Espectaculares me parecieron los cuadros La romerías (Galicia) Las grupas (Valencia) y El baile (Andalucía). Respecto a la música, convive una partitura original de Juan Jose Colomer, que en mi opinión suena embarullada y uniforme, con la música flamenca (de Paco de Lucía y Enrique Bermúdez) que, a diferencia de la anterior, tiene la ventaja de estar interpretada en directo.