[caption id="attachment_1264" width="560"] Carlos Aladro[/caption]
El nuevo director del Festival de Otoño a Primavera se llama Carlos Aladro, tiene 46 años, es licenciado en Dirección Escénica e Interpretación por la RESAD de Madrid y los últimos quince años ha estado trabajando en el equipo de dirección artística del Teatro de La Abadía. En este teatro madrileño se ha dedicado a coordinar la programación del Corral de Comedias de Alcalá de Henares, escenarios de titularidad pública (pertenece a la Comunidad) que también gestiona La Abadía. Aladro explica a El Cultural: "Me da mucha pena dejar el Corral, en el que he estado trabajando seis años, me ha abierto las puertas a todo el teatro español, pero ahora tengo la oportunidad de abrirme al teatro internacional desde el Festival de Otoño”.
Llama la atención que la convocatoria de este proceso de selección solo haya despertado el interés de cinco candidaturas, una de ellas desestimada porque no cumplía los requisitos. Candidaturas que han sido valoradas por un comité de selección integrado por el autor Juan Mayorga, el poeta Luis Alberto de Cuenca, el director del Teatro Real Joan Matabosch, la directora de escena Carlota Ferrer, la actriz Susi Sánchez y la bailarina y directora del Festival Madrid en Danza y Suma Flamenca, Aída Gómez.
A Aladro también le ha llamado la atención las pocas candidaturas con las que ha competido: “No tengo un diagnóstico, no sé muy bien por qué ha sido así. Pero hay que pensar que presentarse a un concurso de selección exige un trabajo previo y, por otro lado, también te expone ante el público y la profesión”.
Pregunta.- Tras lo ocurrido en el Teatro Español se comprueba que estos procesos de selección no tienen poder vinculante, dependen de la arbitrariedad del político de turno, ¿no le parece?
Respuesta.- Depende de los casos, porque ha habido casos en los que sí se han respetado. Creo que en nuestro país todavía no se han desarrollado suficientemente los concursos como medio de elección para los responsables de las instituciones culturales. No hay una cultura institucional mayoritaria que los aplique y, claro, que asuma el compromiso de cumplirlos.
P.- ¿Por cuánto tiempo va a ser su contrato?
R.- Todavía no lo he firmado, pero las bases de concurso estipulan una temporada, la próxima. Aunque espero que la vinculación sea mayor para que pueda desarrollar mi proyecto.
P.- El proyecto que ha presentado no es el que necesariamente pondrá en práctica, porque supongo que tendrá que consensuarlo con la Comunidad de Madrid, ¿no es así?
R.- Evidentemente, y por eso yo he planteado un proyecto en términos de ideas generales, de concepto, no lo he desarrollado minuciosamente. Mi proyecto gira en torno a la idea de programar “lo extraordinario”, de que el Festival atraiga a Madrid a creadores que hacen espectáculos extraordinarios, no sólo desde el punto de vista del éxito o porque son comerciales, sino que puede haber cosas muy marginales, o de vanguardia, cuya virtud es que están fuera de lo normal, que originan lo que llamamos la magia del teatro. Es complicado, porque ir al teatro se ha convertido en una actividad de alto riesgo.
P.- ¿Qué quiere decir con una actividad de alto riesgo?
R.- El teatro es muy frágil y la mayoría de las veces los espectáculos no están tan bien como esperamos, el espectador no lo perdona y es difícil que vuelva. En el teatro nos ocurre que o las obras nos vuelven locos o nos decepcionan. Tenemos unas aspiraciones muy maximalistas, y por otro lado, no vamos a encontrar obras que contenten a todo el mundo. Por eso mi aspiración es ofrecer obras internacionales de diferentes lenguajes y de diferentes miradas. Es como hacer una carta a los Reyes Magos.
P.- Su propósito no es muy diferente al de su predecesor, Ariel Goldenberg.
R.- No, no cambia mucho, aunque yo quiero intentar acercarme al teatro de otras latitudes, no solo al vector eminentemente centroeuropeo. Quiero una mayor presencia de Iberoamérica y Portugal, también de países del Mediterráneo.
P.- ¿Alguna otra particularidad de su proyecto?
R.- Creo que el Festival tiene que servir también de herramienta para la internacionalización de los espectáculos que se producen en Madrid.
P.- Hace unos años la Comunidad invitó a varios programadores de festivales internacionales y les presentó una parrilla de nuestros mejores espectáculos. Sólo compraron dos obras, lo que indica que el nivel de internacionalización de nuestro teatro no es muy alto.
R.- Lo sé. Y no sé si es responsabilidad del festival contribuir a mejorarlo, pero hay maneras y sistemas de colaboración para que nuestro teatro también esté fuera de nuestras fronteras.
P.- ¿No cree que el festival se ha convertido en un evento poco popular, y muy volcado en la afición?
R.- No tengo datos, y me gustaría estudiarlos antes de hablar, conocer a nuestro público. Mi idea es la contraria, cuando voy al festival suelo encontrarme con amigos que habitualmente no van al teatro pero para quienes el festival es un sinónimo de garantía de calidad. En cualquier caso, habrá que estudiar quien viene al festival y, sobre todo, cómo ganar nuevos públicos.
P.- Y sobre la duración del festival, ¿qué opina de que se extienda de octubre a junio? ¿Lo mantendrá así?
R.- No depende de mí, es una conversación que tengo pendiente. Creo que un festival tiene que convivir pacíficamente con el ecosistema teatral de la ciudad, tanto con el teatro privado como con el resto de iniciativas públicas. Y, por otro lado, tiene que tratar de desarrollar un lenguaje que le dé identidad. Hay que pensar en el modelo de festival más operativo en un escenario de poscrisis como el que tenemos.