Hora de grandes reposiciones
[caption id="attachment_1486" width="560"] José Luis Martínez e Israel Elejalde en Hamlet. Foto: Ceferino López[/caption]
Ocurre que en los teatros públicos a veces se liquidan las obras del cartel justamente cuando en taquilla se cuelga otro cartel: el de “no hay entradas”. Los espectadores potenciales, muy excitados por la publicidad del teatro y el boca a boca, quieren ver el montaje del que todo el mundo habla pero… se quedan con las ganas. Para calmar este “calentamiento” del respetable, llegan las “reposiciones”, que son la manera que tiene un teatro público de programar con arreglo al gusto de los espectadores, algo que rara vez hacen.
Las reposiciones suelen estar tan poco tiempo como cuando fueron estrenadas, entre cuatro y cinco semanas, pues los teatros públicos continúan sometidos a calendarios que permitan la contratación del mayor número posible de artistas. A la Abadía vuelve el 18 de enero Celestina, una coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico estrenada el pasado año en La Comedia, donde estuvo cuatro semanas y media y fue vista por 17.000 espectadores. La vi entonces y recuerdo que la pieza me resultó fatigosa; había buenos trabajos interpretativos, y lo llamativo de que la Celestina la interpreta José Luis Gómez, también director del montaje. El actor compone un personaje que se comporta como dos: a veces gitana con acento andaluz, otras más cerca de la canónica y tradicional alcahueta.
Por su parte, en los próximos tres meses y en un teatro de gestión privada como el Kamikaze-Pavón se van a poder ver piezas estrenadas en los últimos años en festivales y escenarios públicos por la compañía que dirige Miguel del Arco, la misma que ahora se ha hecho con las riendas de este teatro. El experimento es interesante porque nos permitirá contrastar cómo se mide el éxito en un teatro público y en un teatro privado; auscultar la recepción de la misma obra en teatros con medios publicitarios bien diferentes.
Las obras que se reponen en el Pavón tuvieron el respaldo de la crítica y la buena acogida de la profesión; y colgaron el cartel de entradas agotadas en los teatros públicos donde se representaron. Pero un éxito no se mide igual en el teatro público que en el privado, donde la opinión del público lo es todo, y el único termómetro es el tiempo que la obra permanece en cartel y el nivel de ocupación (algunos productores estiman que se puede considerar un éxito cuando la obra permanece en cartel una temporada completa y alcanza 150.000 espectadores como mínimo).
No deja de ser chocante que un teatro de gestión privada como el Kamikaze-Pavón, que podría exhibir obras durante el tiempo que quisiera, aplique la misma estrategia de programación de un teatro público y opte por un modelo de teatro de repertorio. Supongo que hay una razón poderosa: el teatro ha sido concebido como el lugar de exhibición de una compañía de actores que en cinco meses lleva un ritmo de producción y exhibición notable (El idiota, La voz humana, La noche de las tríbadas). Pero barrunto otras razones que impiden que estas obras permanezcan en cartel largos periodos: la estrategia de marketing del teatro de posicionarse y hacerse con un amplio público que atienda a una oferta variada; los compromisos profesionales de los actores; el hecho de que las obras puedan estar también contratadas en giras… e imagino que se trata también de ir testando la recepción de los montajes.
El próximo 12 de enero y hasta el 29 abre el cartel Carmen Machi con Juicio a una zorra, un monólogo que la actriz estrenó hace ya varios años en el Festival de Mérida, y que ha llevado por España y América. En él da vida a Elena de Troya a la manera de “por fin conoceréis por mi boca mi verdad de mujer vilipendiada”. Machi aparece con una peluca rubia y un vestido rojo, es la mujer más bella del mundo, que provoca la guerra de Troya, y entre copa va y copa viene ajusta cuentas con los dioses y mortales que forjaron su leyenda. Y te la crees.
Luego es a Israel Elejalde a quien le toca batirse el cobre, pues a partir del día 13 no abandonará los escenarios del teatro con tres montajes de gran calado en los que desempeña tres personajes protagonistas. Del 13 al 3 de febrero actúa con Bárbara Lennie en La clausura del amor, “tour de force” en el que escenifican una ruptura de pareja. La pieza tiene mucho de performance, dura casi dos horas y resulta extenuante emocionalmente para los actores.
A continuación, el 9 de febrero, Elejalde llega con Hamlet, en el personaje del príncipe homicida y rodeado de un elenco estupendo (Ángela Creonte, Daniel Freire, Ana Wagener…). Recuerdo que la versión de Miguel del Arco preservaba el lirismo de Shakespeare, y ofrecía una síntesis de la obra sin que faltara lo esencial, lo que ya de por sí es difícil; pero lo que más me gustó fue su audaz puesta en escena, con un ritmo diabólico muy Donnellan, y una escenografía original a la que le exprimía todo su sentido y eficacia. No apuraría los días para comprar las entradas.
Por último, el 9 de marzo y hasta el 29, habrá oportunidad de ver a Israel y toda esta gran troupe (Manuela Paso, Miriam Montilla, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, José Luis Martínez y Ángela Creonte, que sustituye a Bárbara Lennie) en otro gran espectáculo, Misántropo, también en versión y dirección de Miguel del Arco. El personaje de misántropo le calza muy bien a Israel, hace un gran trabajo, y tengo un extraordinario recuerdo de la obra, de cómo me dejé llevar por las palabras de Molière, de sus reflexiones sobre el amor y la libertad, el valor del arte, la estupidez humana y, ¿cómo no?, las mujeres. Pienso repetir, lo bueno de las reposiciones no es solo que te ofrecen la posibilidad de ver un obra canónica. Para los que ya la vimos, facilitan el reencuentro con aquello que nos produjo una gran experiencia y nos permiten evaluar cómo hemos cambiado emocional e intelectualmente desde entonces.