La fortaleza de Pares y Nines
[caption id="attachment_1669" width="560"] Carlos Chamarro, Mónica Corral y Josep Linuesa protagonizan Pares y Nines[/caption]
José Luis Alonso de Santos escribió Pares y Nines en 1988 y la estrenó entonces dirigida por Gerardo Malla y con El Brujo en el reparto. La obra se convirtió en otro de sus grandes éxitos. El Teatro Príncipe acaba de programar una producción de buena factura que encabeza el actor Josep Linuesa. El día del estreno el público la respaldó con sus risas, termómetro infalible que mide la efectividad de la comedia.
Alonso de Santos suele escoger para sus comedias tipos humanos identificables a los que sitúa en peripecias divertidas, pero no se contenta con provocar el humor, también desliza casi siempre asuntos de cierta trascendencia humana que nos desvelan sentimientos profundos y auténticos. En este caso, y a partir de la desigual relación de dos amigos, nos habla de la amistad y de la resistencia que oponemos al paso del tiempo.
Quién no ha conocido a una persona generosa y afable, a la que se le cuelan los “amigos” hasta en la cama (como ocurre literalmente en esta obra), para vivir de gorra y a su costa. Es lo que le pasa a Fede (Linuesa), un hombre ya entrado en la cuarentena que ha acogido en su casa a su amigo Roberto (Carlos Chamarro), tipo que como iremos viendo es el prototipo de “aprovechado”.
El autor nos va introduciendo poco a poco en los hechos que han forjado la amistad entre Fede y Roberto: hay una mujer de por medio que ambos han compartido… Más que eso, Roberto sedujo a la esposa de Fede, de la que precisamente se acaba de separar. Lo sorprendente es que este hecho no los ha enemistado, y ahora los dos amigos también se proponen compartir a la vecina, Nines (Mónica Corral), una jovencita simpática y desinhibida, con un cuerpazo que quita el hipo, y que muestra unas grandes ganas de aventura y viajes.
Las situaciones se van encadenando hasta componer un enredo amoroso que resulta siempre eficaz en la comedia. Esta alcanza mayor ritmo cerca ya de su ecuador, cuando el personaje femenino abre un nuevo escotillón temático, con sus propuestas de viajes a Egipto y aventuras que generan nuevas ilusiones en los maduritos. Hay diálogos hilarantes, en especial las réplicas que el autor concede a Roberto, por lo que se erige en el gracioso de la función, aunque sea un prototipo de egoísta exacerbado. Encontré encantadora a Mónica Corral en su sencillo papel, y elegante y contenido a Lluís Vinuesa, el protagonista de esta historia que afortunadamente consigue echar de su casa al jeta de su amigo sin romper la relación.
A pesar del tiempo transcurrido, la puesta en escena de Pares y Nines confirma que el texto conserva su frescura y fortaleza. Es uno de los títulos de referencia de Alonso de Santos, restaurador de un género que si bien fue muy transitado en una época, luego entró en barrena. Hasta que Alonso estudió a fondo el engranaje del humor y la comedia, la reelaboró con éxito y la devolvió al primer plano teatral.