[caption id="attachment_1946" width="560"] Màxim Huerta durante su toma de posesión esta semana[/caption]
No creo que un Ministerio de Cultura consiga que la gente aprecie más la cultura ni que los artistas lo necesiten para serlo. Tampoco creo que la cultura española vaya a ser mejor porque ahora el nuevo gobierno lo haya rescatado. No ha habido muchas diferencias entre la política cultural del Gobierno de Zapatero y de Rajoy y ya veremos si las habrá entre la de éste último y la de Pedro Sánchez. Pero sí creo que marca diferencia que lo dirija un hombre que se gana la vida escribiendo libros como Màxim Huerta.
Venimos de un gobierno formado con ministros que habían hecho toda su carrera en la Administración, casi todos eran funcionarios de carrera, políticos acostumbrados a hablar a políticos. Ahora nos encontramos con un gobierno mayoritario en mujeres que chupa mucho plano y ha generado mucha empatía en las redes y en los medios de comunicación, pero que también son funcionarias en su mayoría. Solo Huerta se distingue por venir de la empresa privada.
Y, sin embargo, su nombramiento ha sido un jarro de agua fría para muchos internautas y medios de comunicación, que consideran que un periodista de programas populares de televisión no puede entender la cultura con mayúsculas, esa que está reservada a figuras de busto y peana. Creo, sin embargo, que de todo el gobierno él es el que más y mejor puede entender la vida de los comunes, sabe lo que es un contrato de trabajo por cuenta ajena con una empresa privada, o por cuenta propia, que desconozco su régimen de la Seguridad Social.
Su currículum, y no parece hinchado, nos presenta a un periodista de éxito que dejó los platós de televisión para escribir novelas; lleva siete, y encima se venden. Es muy activo en las redes sociales, de Twitter han desempolvado unos cuantos mensajes, muy vulgares desde luego, pero ¿acaso alguien usa Twitter si quiere escribir de Kant? En Instagram tiene fotos bonitas, viaja bastante, le gusta la buena vida, la moda, la familia, los amigos, entre los que hay algunos escritores, es muy fan de Bibi y tiene perrito.
A Huerta le rodea un halo frívolo y de revista colorín, y eso es lo que ha roto los esquemas de la intelectualité, que sabemos pelín clasista. Creo, sin embargo, que él puede hacer de la cultura espectáculo, y esa labor de promoción es lo mejor que se puede esperar de un ministerio como el de Cultura. Con unas competencias decrecientes -se las ha transferido a las comunidades- y presupuesto, la labor del ministerio se es básicamente la de repartir subvenciones, organizar y dar premios y años onomásticos, invertir en restauración de patrimonio y actividades de internacionalización.
Para dirigir un ministerio no hace falta ser un especialista del asunto, y lo saben muy bien los políticos que saltan de uno a otro ministerio sin problema. Además, ya están los asesores que Huerta ya estará seleccionando. Visto que Pedro Sánchez tiene previsto gobernar dos años, démosle 50 días de confianza a Huerta, por lo menos.