A punto he estado de perderme uno de los espectáculos más relevantes de la temporada, Los otros Gondra (relato vasco), que el próximo domingo finaliza sus representaciones en el Teatro Español de Madrid. Habrá nuevas ocasiones de verla: a la compañía le aguarda una gira por España, y especialmente importante será la del próximo otoño por algunos teatros públicos del País Vasco, cuando podrá confrontar allí esta historia de Borja Ortiz de Gondra sobre la división ideológica de la sociedad vasca y las dificultades para la reconciliación después de los años del azote terrorista.
No sé si con esta segunda obra Borja Ortíz de Gondra cerrará esta serie dramática sobre la historia del País Vasco que comenzó con Los Gondra, inspirada en su familia aunque él confiese que hay mucho de ficción. Precisamente por esta elección del autor de ceñirse al campo de la imaginación y no hacer un ejercicio narcisista de autoficción, tan de moda en estos tiempos, creo que la obra gana credibilidad, apoyada en una arquitectura bien trabada y en unos personajes que transmiten verdad y emoción.
Ortíz de Gondra ha escrito una obra variada y amena, a veces se ve como un melodrama sobre una saga vasca, pero también con su punto de thriller político con referencias a la actualidad, y de curioso juego metateatral en el que él mismo nos va contando la génesis y evolución de la obra que va escribiendo y que nosotros, espectadores, vamos viendo. Elementos estos enlazados por un tema moral de peso y de gran actualidad, la reconciliación de las víctimas y sus verdugos, el arrepentimiento
Nos sentimos tan apelados por esta historia, al menos yo, que hay una gran expectación conforme el texto camina hacia el final, por conocer cómo el autor va a resolver un conflicto que enfrenta a víctimas y verdugos, y que ni siquiera hoy lo está del todo, aunque la banda terrorista haya cesado en sus asesinatos. Ortíz de Gondra nos lleva hacia el desenlace con pulso dramático, con coraje y resolución para plantear asuntos como el arrepentimiento y el perdón, y para rematarlo magníficamente con un final muy muy teatral y trágico.
En la primera entrega, en Los Gondra, el autor se centró en los “años de plomo” de la década de los 80, pero con sus viajes en el tiempo recordaba la época carlista, y también la inmediata después a la Guerra Civil. Ahora en Los otros Gondra viaja del presente al pasado de 1985, para incidir en la herida profunda que divide a la familia: la muerte del primogénito por un tiro en la nuca después de que apareciera en el frontón del pueblo la pintada de una mirilla con su nombre; la banda terrorista le exigió el “impuesto revolucionario”, requerimiento que le hizo llegar a través de su prima hermana. Este conflicto trágico y familiar es el núcleo de la obra.
Muchos miembros del anterior equipo que participó en Los Gondra repiten ahora. José Maria Mestres es garantía de sabia y eficaz dirección, sin gratuitos apéndices, y vuelve a apoyarse en la escenógrafa Clara Notari y en las videoescenas de Álvaro Luna. Cinco actores más el autor forman el elenco. Del anterior montaje repiten Sonsoles Benedicto como matriarca, y Cecilia Solaguren, como la prima abertxale y traidora, a las dos da gusto verlas. Jesús Noguero, convincente y contenido, da vida al autor de la ficción, y los desconocidos Fenda Drame y Lander Otaola resuelven correctamente sus personajes. La obra se exhibe en la sala pequeña del Español, un escenario muy cercano al público, esta característica le confiere a la representación un carácter íntimo, comunitario, tribal, de triste cuento contado alrededor de la hoguera sobre algo que tanto nos afecta.