Laponia, de Marc Agelet y Cristina Clemente, abrió la temporada del Teatro Maravillas el pasado mes de septiembre y fue la elegida para sustituir a Burundanga, que llevaba doce temporadas en cartel. En estos cinco meses esta inspirada y divertida comedia no solo han logrado cautivar al público, sino que sus autores hacen doblete en la cartelera madrileña con otra nueva obra en el Fígaro, Una terapia integral.
La comedia de Agelet y Clemente es ocurrente y jocosa. De una aparente levedad, a la obra le anima la polémica y el arte de la argumentación en torno a un tema que enfrenta los tópicos de la Europa del norte con los de la Europa mediterránea. La situación presenta a dos parejas: la de Mónica y su marido Ramón, que viajan hasta Finlandia para que su hijo pequeño conozca a Papá Noel; y la de Nuria, hermana de Mónica, y el finlandés Olavi, que también tienen una niña pequeña de cuatro años y que actúan como anfitriones de los primeros. El conflicto se presenta en la primera frase que oímos, cuando conocemos que la niña le ha dicho a su primo que Papá Noel no existe. A partir de ahí, el ritmo no decae hasta el final.
No hay ánimo de que la obra sea trascendente, pero se tocan con mucha gracia y verdad asuntos como el modelo educativo (tan idealizado como está el de Finlandia), el valor de la familia o las fiestas y las tradiciones (en una sociedad con un clima benigno frente a otra que permanece a oscuras casi todo el año). El público queda encandilado con el elaborado combate dialéctico al que asiste, ya que nos identificamos en la forma de ser y las costumbres que se critican. La obra recuerda en ocasiones a Un dios salvaje, de Yasmina Reza, pero sin la violencia de esta.
Cada pareja defiende los tópicos del país del que procede: Mónica (Amparo Larrañaga) y su marido Ramón (Iñaki Miramón) son españoles y, por tanto, gritones, pícaros, primitivos y deshonestos… a ojos del finlandés Olavi (Juli Fabregas) y en parte también de su mujer, Nuria (Mar Abascal). Olavi presume de pertenecer a un modelo de orden, honradez y buenos modales, pero Mónica lo desenmascara como un falso virtuoso e intolerante sweet man (hombres en Finlandia que ocupaban el rol doméstico mientras la mujer trabajaba fuera del hogar), a la vez que un puritano laico que niega el misterio de la vida.
Se nota que el tándem de dramaturgos domina la comedia con arreglo a una arquitectura precisa, con golpes dialécticos ágiles a patir de una situación verosímil que, en definitiva, trata una cuestión que muchos de nosotros nos hemos formulado alguna vez: ¿No es preferible a veces mentir a decir la verdad? O, en otras palabras, ¿no son las ilusiones, aun sabiendo que son engaños o ideas nada realistas, un motor en la vida?
['Los pálidos', un drama actual sobre la lucha por el poder]
Dirigida con sencillez y discreción por una clásica de la comedia como Tamzim Townsend, la pieza se apoya en cuatro comediantes fabulosos y con oficio, en los que se advierte lo bien que lo pasan durante la representación. Han cogido muy bien la medida de sus personajes: Amparo Larrañaga pone toda su retranca y mordacidad en sus argumentos, y al ser la más beligerante, arranca el aplauso espontáneo del público en varias ocasiones. Hace gran pareja con Iñaki Miramón, muy convincente como hombre tranquilo lleno de aristas. Con una ingenuidad graciosa aborda Mar Abascal su papel de finlandesa conversa a raíz de su matrimonio con Olavi; este último es el más estereotipado, pero Fabregas compone con detalle la caricatura de un repelente e intolerante escandinavo.
Laponia me ha despertado las ganas de ver la otra comedia de este ingenioso tándem de comediógrafos, Una terapia integral. Pronto la crítica.
Ficha técnica:
Teatro Maravillas
Texto: Marc Agelet y Cristina Clemente
Dirección: Tamzin Townsend
Intérpretes: Amparo Larrañaga, Iñaki Miramón, Mar Abascal y Juli Fábregas
Escenografía: Anna Tusell y Asier Sancho
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Gabriela Salaverri
Espacio sonoro: Andrés Belmonte
Producción: Carlos Larrañaga