'Flors i viatges', el bello libro de Rodoreda en una emotiva y original instalación
Cabosanroque lleva a Matadero un artefacto difícilmente clasificable que a pesar de abordar el tema de la guerra transmite belleza y esperanza
He repetido con Cabosanroque y su instalación Flors i viatges, que ya vi en su estreno, en el Festival Temporada Alta de Gerona del pasado otoño, y que ahora ha tomado asiento en la sala Arrabal del Matadero de Madrid.
El artefacto es difícilmente clasificable por la hibridación de disciplinas que reúne: arte, literatura, manipulación de objetos, construcción de raros cacharros mecánicos con funciones musicales, intérpretes y una metamorfósica Rocío Molina que han sido filmados y que vemos en pantalla o de los que oímos su voz.
Sonido e iluminación completan una puesta en escena mimada al detalle, que se nutre de muchas colaboraciones, desde el ceramista Tuni Comella, las actrices Mónica López y Nuria Martínez-Vernis o la cantante Núria Graham.
El dúo que forma Cabosanroque (Laia Torrents y Roger Aixut) cierra con este espectáculo la trilogía de obras que con anterioridad había dedicado a Brossa y Verdaguer. Ahora se basan en el libro de Mercè Rodoreda, que da nombre a la instalación, construido con relatos que la autora reunió cuando volvió del exilio y se afincó en el pueblo de Romanyà.
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Algunos ya los había escrito durante su estancia en Ginebra, otros en este pueblecito donde la exuberante naturaleza, especialmente los bosques de la Gavarra, le inspiran una escritura que mezcla el realismo con una fantasía cuajada de metáforas delicadas y tristes que produce una sensación de irrealidad lírica.
El dramático tema de la instalación, la guerra vista por las mujeres y los niños, se nos presenta en una serie de pantallas nada más comenzar el espectáculo, donde aparece un grupo de ucranianas, algunas con sus hijos pequeños en brazos.
Son mujeres afincadas en Gerona tras el estallido de la guerra y que han colaborado con esta producción. Actúan como un coro trágico, abordan el tema recitando textos de otra escritora, la poeta y periodista rusa Svetlana Aleksiévich, básicamente testimonios de mujeres y niños que vivieron la Segunda Guerra Mundial.
Tanto los textos de Rodoreda como de Aleksiévich sugieren potentes imágenes, fundamentalmente escenas y paisajes de antes y de después de la batalla. Cabosanroque lleva a los espectadores al centro de la instalación, los asienta en taburetes, y les introduce en un ambiente de fantasías descarnadas sobre la miseria y la pena que trae la guerra.
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Estas fantasías son ilustradas con artefactos aparentemente inútiles, hasta que se accionan. Hay momentos, echando manos de sofisticadas luces led, que se busca premeditadamente una experiencia inmersiva del espectador.
Rodoreda habla de flores, de lugares de extraños nombres que se inventa, de caminos que desembocan en bosques —vemos entonces uno con tubos de colores, que tiene también la función de órgano musical—. Este ambiente de naturaleza se combina con historias terribles como la de los hombres que se suicidan.
Se proyectan unas ilustraciones en negro total de ahorcados que nos trasladan poco después a un árbol de cuyas ramas cuelgan piedras a la manera de frutos; el relato de los caballos muertos tras la batalla cuyos ojos se comen las moscas tiene también su correspondencia en un artilugio mecánico que recuerda sus esqueletos.
A pesar del horror que trae la guerra, la instalación transmite un deseo de recuperar la belleza y la esperanza, tanto porque ese es el tono de la prosa sencilla de Rododera, como por el énfasis que se pone en los elementos naturales: las flores, la tierra, el agua… El efecto de la instalación en el espectador trasciende y potencia las palabras.
Iluminación, sonido, música, audiovisuales y el funcionamiento de los imaginativos artilugios que ilustran los textos hacen que la instalación opere como la música, es decir, ofrece una experiencia más emotiva que intelectual.
Flors i Viatges
Sala Arrabal de Matadero (Madrid)
Texto original: Mercè Rodoreda y Svetlana Aliéxievitx
Concepción, creación, construcción, adaptación, dramaturgia y dirección: cabosanroque
Traducciones del ruso al castellano: Miquel Cabal
Traducciones del catalán al ucraniano: Olena Velykodna
Con la participación grabada de: Rocío Molina, Mónica López, Núria Martínez Vernis y refugiadas ucranias en Catalunya (Mariia Kashpurenko, Nadiia Rusanova, Olena Radko, Hanna Hrechana, Alexandra Hrechana, Maria Hrechana, Hanna Rei, Barbara Sokilovska y Mariia Sokolovska).
Diseño de iluminación: cabosanroque, Cube.bz
Vídeo: Frau Recerques Visuals
Asistencia tecnológica: Julià Carboneras
Cerámica: Toni Cumella y cabosanroque
Música original: cabosanroque
Hasta el 9 de julio