Alfaguara insiste con Gay Talese, uno de los maestros fundadores del Nuevo Periodismo, a comienzos de los años 60 (incluso antes), en Estados Unidos. Tras Retratos y encuentros y Honrarás a tu padre -el de Talese era un sastre italiano-, ahora publica Vida de un escritor, objetivo título que hace transparente e inequívoco el contenido del libro y que, por cierto, parece alejado de la subjetividad expresiva y apelativa que caracterizó al Nuevo Periodismo.
Talese, después de estar adscrito a la fotocopiadora del periódico (por algo hay que empezar), destacó vertiginosamente como periodista deportivo del severo New York Times de entonces (1956), aprovechando que sus responsables intentaban darle un nuevo aire.
Gay Talese recuerda en su libro cómo pasó un fin de semana, en 1964, con el peso pesado Floyd Patterson para elaborar un reportaje con destino a la revista Esquire sobre el boxeador, muy propenso a morder la lona, que acababa de ser noqueado en un primer asalto por Sonny Liston.
Talese incluye en el libro un formidable fragmento de aquel reportaje , titulado El perdedor por los editores de Esquire. Patterson cuenta con todo detalle cómo se siente un púgil noqueado, y dice que, al principio, la sensación no es dolorosa ni desagradable, sino más bien placentera: “Uno siente que todo el mundo lo quiere”. Poco más tarde, el caído experimenta “un dolor mezclado con rabia”, que no es un dolor físico, sino que es “un dolor de vergüenza por lo incompetentes que fuimos”. El texto es estupendo, ya digo. Y sorprendente.
Páginas antes, Gay Talese ha sintetizado su propósito como periodista deportivo del New York Times al rebufo de los vientos renovadores: “Sin falsificar los hechos, mi enfoque periodístico se acercaría al de la ficción y abundaría en detalles íntimos, descripciones del entorno y diálogos, al mismo tiempo que estaría marcado por una íntima identificación con mis personajes y sus conflictos”.
Bueno, se repite el concepto de intimidad dos veces -la traductora es Patricia Torres Londoño-, pero estas breves líneas son un buen resumen de la biblia programática del Nuevo Periodismo que Talese, Truman Capote, Tom Wolfe, Norman Mailer y, entre otros, Hunter S. Thompson -con su epígono Gonzo- consagrarían, sin olvidar a sus variables, más o menos coetáneas, de Latinoamérica: Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh o Guillermo Cabrera Infante.
En realidad, pasa como con todo. Los escritores germinales del Nuevo Periodismo estaban por todas partes -incluyendo España-, pero fueron los norteamericanos quienes, con su potencia expansiva, dieron nombre al invento, lo patentaron y lo pusieron en circulación para el consumo general.
Gay Talese ha cumplido 80 años. Habrá quien diga -suelen decirse cosas así- que el Nuevo Periodismo ya está viejo y que se estudia en las facultades como también se estudia, qué sé yo, el Cubismo.
El Nuevo Periodismo moló mucho, y siempre tuvo también aspirantes sin la pericia adecuada. No obstante, en estos tiempos de crisis de la prensa de papel, volver al Nuevo Periodismo o intensificar su cultivo no sería mala cosa para la transición o supervivencia de los diarios. Conocemos todas las noticias antes de acercarnos al quiosco de la calle. ¿Qué nos puede interesar comprar por un euro y veinte céntimos? ¿Noticias? No. Amén de buenos informes, amplias críticas, documentados análisis con datos y tono objetivos y buenas entrevistas también de análisis o de retrato literario, lo que nos puede interesar es ver muchas informaciones reducidas a escuetos telegramas y, sin embargo, que se nos ofrezcan buenos reportajes, que se nos cuenten historias bajo las reglas de ese vigente Nuevo Periodismo que exaltaba la subjetividad en aras de una mejor objetividad, que ponía un pie en la ficción para mejor reflejar la realidad y que utilizaba un lenguaje literario desinhibido para proporcionar una lectura gratificante y provechosa.
Gay Talese y el Nuevo Periodismo
22 junio, 2012
02:00