El cadáver de un estudiante aparece en el cauce de un
río. Los golpes y magulladuras que se aprecian en el
cuerpo indican que el muchacho se ha precipitado a las
aguas desde lo alto de alguna de las escarpadas paredes
que flanquean la corriente. ¿Suicidio o asesinato?
El muchacho llevaba muy pocos días en la pequeña
población universitaria de Fairfax. Estamos en 1895.
Daniel O'Donovan, huérfano, ha crecido en la siniestra
casa de sus severos tíos y ha desarrollado, en su soledad,
una gran pasión por la lectura. El relato se articula sobre
un manuscrito redactado por el chico a su llegada a
Fairfax, texto completado después por las cartas de otras
personas que lo conocieron. Estos testimonios indican
que Daniel miente en su texto, por lo que aumentan
las incógnitas sobre el personaje y el fatal desenlace de
su vida, dotando a la novela de un aroma -solo aroma-
policial que dispara las especulaciones del lector atrapado
por el misterio.
O'Donovan habla en su manuscrito de su amistad,
nada más llegar a la ciudad, con un tal Paul, personaje
fantasmático que irrumpe y se instala en su vida con la
ambigua identidad de un ángel protector o un demonio
incitador, desequilibrando el ya de por sí angustiado
mundo interior del protagonista.
Julien Green (1900-1998), protestante convertido
al catolicismo, vivió y escribió aguijoneado por los
tormentos existenciales y religiosos: la muerte, el pecado,
la gracia, la salvación, la culpa, Dios, muy presentes en El
viajero sobre la tierra, editado por Automática Editorial,
con traducción y epílogo de Álvaro de la Rica.
Acongojado homosexual, el sexo vivido (o no vivido) con
aflicción fue uno de sus temas recurrentes, tocado aquí
en forma sutil y muy sugerente en la relación que se
establece entre Daniel y Paul.
El viajero sobre la tierra, admirada y elogiada por
Borges, fue una de las primeras novelas -nouvelle, en
realidad- escritas por Green y ya está presente en ella su
consumada maestría.
Los temas que interesaban a Green no ocupan hoy el
primer plano en la atención de los lectores, pero por si
su extraordinaria prosa no fuera razón suficiente para
leerla, conviene añadir que El viajero sobre la tierra no
sólo captura por las incertidumbres y las propuestas de
investigación cuasicriminal que se plantean desde el
principio, sino también por su estilizada e inquietante
atmósfera gótica, onírica en buena medida, deudora de
los relatos claustrofóbicos de otros atribulados puritanos
como Nathaniel Hawthorne.
Daniel O´Donovan nos cuenta al principio que su tía y
madre de adopción también murió y que su marido, muy alejado de ella, puso sobre su tumba una inscripción muy
fría e inapropiada para la desdichada mujer. Se trata de
una cita de El Libro de Job, uno de los llamados libros
sapienciales de la Biblia y uno de los que goza de mayor
predicamento literario: "Ella duerme bajo la sombra/en el
secreto de los cañaverales".
Después, el chico se dice a sí mismo que él también está
durmiendo bajo la sombra y el secreto. Viviendo, como
tantos, en la oscuridad de la sombra y el secreto. El libro
de Job, como su propio protagonista, cuestiona como
escandaloso el sufrimiento de los inocentes y de los
justos, y esa rebelión contra el dolor de los inocentes y
de los justos sigue siendo muy actual.
El dolor y la inocencia en El viajero sobre la tierra
18 septiembre, 2012
02:00