Muy sobresaliente el debut del poeta y ensayista Vicente Valero (Ibiza, 1963) en el terreno de la novela con Los extraños. De nuevo, un libro editado por Periférica, y, otra vez, un relato erigido sobre la memoria, sobre la autobiografía, al igual que El librero de París y la princesa rusa, de Mary Ann Clark Bremer, comentado aquí en el anterior post.
Sus procedimientos son, eso sí, muy distintos. El libro de la escritora norteamericana, si no supiéramos nada de ella, podría pasar por una novela en la que todo estuviera inventado. En los cuatro relatos que componen Los extraños, el autor certifica en primera persona que se ha propuesto indagar en las vidas de otros tantos familiares suyos, gente borrada de su experiencia más directa, gente borrosa también, con zonas en sombra, ocultas, y lo hace mediante la investigación de sus peripecias vitales, gracias a cartas, viajes, documentos, testimonios de sus comunes y más cercanos parientes. Gracias también a la actualización de sus propios y leves recuerdos, algunos indirectos.
Lo cierto es que, pese a ese expreso y confeso carácter de búsquedas y encuestas privadas, basadas en personajes y hechos reales, las cuatro narraciones de Valero bien podrían ser también ficciones –docuficciones, quizás- y, al entrar en esa ambigüedad potencial, con su escritura y con sus estrategias de estilo y construcción, Los extraños aumenta sus muchas virtudes.
Valero indaga sobre un teniente de Ingenieros africanista, un ajedrecista, un bailarín homosexual que cambió la sotana por el escenario y un militar culto y fiel a la República que acabó en el exilio. Todos ellos, miembros de su familia, como dice el autor y como se ha dicho, tienen en común haberse esfumado, total o parcialmente, del círculo familiar y de la isla, Ibiza, haber vivido lejos de los suyos por su determinación y también por azares e incidencias personales, incluso históricas, que así lo aconsejaron o lo propiciaron, apareciendo ese círculo familiar y esa isla, al hilo de las investigaciones, como asuntos con pleno derecho deeste mosaico de amor, dolor y desamor.
Esos personajes también tienen en común, y el título lo adelanta, su condición de “extraños”, de personas diferentes, sea porque lo fueran desde el principio, sea porque llegaron a serlo, sea porque así acabaron etiquetándolos, por la lejanía y por sus rasgos psicológicos o vitales, sus seres queridos y sus amigos isleños. Sus vidas (y sus muertes), en efecto, en otros países contribuyeron a aportar desconocimiento y misterio, lo que el autor trata de enmendar con sus indagaciones. Tanto cuando lo consigue como cuando no logra aclararlo todo, la sensación de extrañeza y de otredad se incrementa.
Valero maneja muy bien el itinerario de sus pesquisas, dosificando la información que obtiene, adelantando y retrasando datos con inteligencia para provocar la intriga, la curiosidad y la expectación de un lector que va disfrutando con la atmósfera, con el perfume de aventura excepcional y con una prosa pausada, cálida y envolvente.
Todos los relatos son buenos, pero el primero y el último son los mejores, y por ello están situados donde están con muy bien criterio, para capturar y seducir desde el principio y para dejar al fin el mejor sabor de boca posible.
El primero, Breve historia del teniente Marí Juan, tiene como escenario primordial el desierto, las posiciones de los militares españoles en suelo africano, decorado de manifiesta y comprobada rentabilidad literaria, incrementada en este caso por la aparición de una extraordinaria figura invitada, el piloto Antoine de Saint-Exúpery, más conocido como el autor de El principito.
El teniente Marí Juan, abuelo de Valero, marchó de niño a Valencia con el proyecto de estudiar después Derecho. Otros muchachos también eran enviados desde la isla para su formación. Escribe Valero: “A aquellos pocos estudiantes se les enviaba a la Península como si de una festiva suelta de palomas se tratara, pero la mayoría, cuando llegaba el momento de volver, prefería volar bien lejos y para siempre”.
Bajo distintas circunstancias y condicionados, uno de los temas de este libro es el extrañamiento y la extrañeza de quien, por algún motivo, abandona su lugar de nacimiento y a su familia, viviendo con dudas y vacilaciones su deseo de volver o, de la misma manera, el deseo de no volver nunca, siendo ambos, tantas veces, simultáneos y compatibles entre sí. Un gran tema existencial y, por ello, literario.